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fríos, que determinan el que se corran las flores
y se deterioren los frutos en su primera
edad. Los emplazamientos propensos á las borrascas
provocan la caída prematura de los
frutos; pero no le es desfavorable la proximidad
de los ríos, pues se cree que aseguran la
fecundación de las flores. Hacia el Norte encuentran
un obstáculo á su existencia á todo
viento, en las nieblas permanentes y en la
proximidad de los fríos glaciales de la Europa
septentrional. Les es contraria también una
latitud superior á la del Mediodía de Francia;
en la Argelia se secan bajo la influencia de los
vientos tan temibles del Desierto.
FORMAS DEL PERAL.—Las más generalmente
adoptadas en el cultivo á todo viento son:
las de alto tronco y mediano tronco, y en el
cultivo esmerado de los huertos y jardines,
las restringidas, como la pirámide ó cono, el
huso, la columna sencilla ó múltiple, el vaso,
las espalderas y contraespalderas, en las que
figuran las palmillas sencillas y dobles ordinarias,
el cordón vertical sencillo, el cordón oblicuo
sencillo y el cordón en espiral.
PLANTACIÓN DE ASIENTO DEL PERAL DE ALTO
TRONCO.—Antes de emprenderla, deberá darse
al terreno una labor bastante profunda y
otra no tanto, para envolver el estiércol con
que se abone. Se trazarán líneas que permitan
plantar con preferencia los perales á tresbolillo,
porque esta disposición proporciona á
cada uno un espacio más considerable que si
se plantase uno frente á otro en las líneas. La
distancia á que habrán de marcarse los perales
será de 11 metros para los de alto tronco
en los verjeles, y un tercio menos para los de
medio tronco. En los terrenos pobres se disminuirá
la distancia en ambos casos.
Se abrirán hoyos en los puntos en que se
crucen las líneas, ajusfando las dimensiones
de sus lados y la profundidad á las circunstancias
del terreno, á las labores que haya recibido
y al desarrollo de los árboles que se
han de plantar; pero por regla general deberán
medir 75 centímetros por lo menos en todos
sentidos. Ha de echarse en el fondo sobre
el que se hayan de sentar las raíces, buena
tierra de la superficie y bien meteorizada, así
como en la capa que cubre inmediatamente á
aquéllas, rellenando el resto del hoyo con la
tierra que se sacó al abrirlo. Deben sentarse
bien las capas de ésta, á fin de que no quede
hueco entre las raíces y la tierra, pero sin pisarlas
con exageración.
Al plantar de asiento los árboles ingeridos,
recomiendan unos prácticos que se entierren
los pies hasta que quede cubierto con 10 ó 15
centímetros de tierra el punto de iuserción
del injerto; otros creen que no debe enterrarse
tanto, para evitar el que se pudra la cicatriz,
con cuya última opinión estamos más
conformes.
Si los perales ocupasen una línea aislada,
habrán de plantarse más próximos unos de
otros.
En la formación de estos perales, el tronco
debe ser muy robusto, por tener que soportar
una cabeza pesada y resistir los grandes vientos.
Para obtenerlo muy sólido y grueso, es
necesario elevarlo gradualmente, es decir,
emplear tres años al menos, antes de arribar
á la altura de 2 metros ó al principio de la cabeza.
Durante los tres años consecutivos de
formación del tronco, se procurará conservar
algunos brotes laterales, que contribuirán á
aumentar el diámetro; pero se despuntarán
corto para que no perjudiquen á la prolongación
de la flecha. Estos brotes laterales desaparecerán
al proceder á la formación de la
cabeza ó copa.
Eu los perales que se plantan en los verjeles
y en los grandes huertos, su poda no exige
demasiado esmero, observando solamente
que sus ramificaciones, irregulares en demasía,
tienen necesidad de que se suprima todo
aquello que amenace desequilibrar la copa ó
cabeza de la planta, y que puede originar que
el árbol se derrumbe ó caiga en tierra.
Pero tratándose de sacar el mayor partido
posible, se procurará formar la cruz con cuatro
brazos principales en dos órdenes, eligiendo
para ello, después de cortada la flecha á la
altura de 2 metros, ó un poco más, dos yemas
laterales bien situadas, de las que partirán
el primer año los dos brazos de la cabeza.
Recortando al año siguiente el brote que tienda
á formar nueva flecha, se dejará que constituya
otro nuevo orden de brazos, perpendiculares
á los primeros, aprovechando otras
dos yemas de las mejor situadas.
Podados los cuatro brazos, se obtendrán
ocho ramas, que podrán subdividirse más según
convenga. A los cinco años se abandonarán
los perales á sí mismos, respecto á la dirección
de sus ramas.
Deberá seguirse la misma marcha en la
poda de los troncos medianos.
COMO FRUCTIFICAN LOS PERALES.—En el peral
se da la fruta en ramitas especiales, cortas
y débiles, cuya formación no se consigue hasta
el tercero ó cuarto año; pero una vez formadas,
continúan fructificando gran número
de años. Las ramas vigorosas sólo producen
madera.
Si se abandona á sí mismo un vastago del
año anterior, las yemas superiores darán brotes
largos, por la tendencia de la savia á dirigirse
á las extremidades, y las yemas inferiores
quedarán sin desarrollarse; las situadas un
poco más altas que éstas, producirán ramitas
muy pequeñas, que fructificarán al tercero ó
cuarto año.
Para que no queden dormidas las yemas
inferiores y no resulten faltas en el armazón,
se cortará en la poda de invierno una tercera
parte del vastago, ó más ó menos, según el
vigor del árbol, á fin de que se distribuya la
savia entre un número menor de,yemas y se
dirija también á las inferiores, haciéndolas
brotar. La inteligencia del podador tenderá á
podar lo suficiente para que no quede dormida
ninguna yema, ni demasiado corta, para