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•tema se necesitan dos prensas que trabajen
alternativamente. Cuando se desee completar
la labor hecha con pisadoras recurriendo al pisado
directo por hombres, no se hará otra cosa
que relacionar la pisadora con un cajón de falso
fondo agujereado, por el cual pasará la uva
ya aplastada al mecanismo, y el operario tendrá
oportunidad para terminar la operación.
También se han ideado pisadoras que despalillan
al mismo tiempo, como la representada
en el grabado adjunto (figura 122). Su
modo de funcionar es muy sencillo. El mecanismo
está constituido por una tolva formada
por dos planos inclinados concurrentes, destinados
á recibir la carga de uva triturada, ó sin
triturar, y siempre revuelta con los escobajos.
Debajo de ella están los cilindros, que son
puestos en movimiento mediante el manubrio
que en la figura 122 aparece y un sencillo engranaje.
Bajo ellos se encuentra el despalillador
de rejilla, el cual retiene y vierte el escobajo
fuera de la tina, mientras cae á ésta el
mosto. Todo el mecanismo se halla montado
sobre una especie de angarillas que facilitan
su transporte y colocación.
Una máquina con que ahora se pretende
sustituir las pisadoras en los grandes establecimientos
vinícolas en que se puede utilizar el
vapor, es la turbina, con la cual se exprime el
mosto de un modo más metódico y regular. La
uva se echaen un cilindro de mallas, contenido
en otro de pared continua elevado sobre la plataforma
de manera que el mosto pueda fluir
hacia el exterior y ser conducido auna tina colectora.
Se hace girar con rapidez al cilindro
de malla; por la acción de la fuerza centrífuga
la uva choca contra las paredes del cilindro
interior, se rompen los hollejos, y sale el
mosto, en tanto que éstos y los escobajos quedan
retenidos. Ese mecanismo ha hecho concebir
la esperanza de conseguir con la aplicación
de la fuerza centrífuga la separación de
los granos y los rampojos, obteniendo una pisadora
y desgranadora á la vez.
PISCICULTURA. —Arte de poblar las
aguas con peces, de dirigir su cría y su reproducción
con objeto de surtir los mercados
de abundante y buena pesca. La piscicultura,
ó más bien la aqüicultura, es el cultivo de las
aguas, como la agricultura es el cultivo de
los campos, siendo la primera relativamente
antigua, puesto que ya tenía gran importancia
entre los romanos, si bien no tanto como la
segunda que se ejerció ya desde las edades primitivas.
Afirman algunos viajeros y escritores
que el arte de multiplicar los peces es conocido
en la China desde la antigüedad más remota;
mas allí se practica realmente de un modo
imperfecto, limitándose á recoger el desove
espontáneo de los peces, para esparcir luego
esa simiente animal en las aguas que se desea
poblar. Los romanos llegaron á construir piscinas
célebres bajo más de un punto de vista.
Según Columela, no se contentaron con poblar
los estanques que construían, sino que llegaron
á sembrar en las lagunas naturales la hue­
va de los peces marinos, que pueden habituarse
á vivir en aguas dulces, como la dorada y
el róbalo. Así se. multiplicó la pesca de los
lagos Sabatino, Valenio, Vulnense y otros
muchos del litoral de Italia. Lóculo hizo abrir
zanjas en su posesión de Tuscidum, cerca de
Ñapóles, para que sus viveras comunicasen
con el mar, y así logró que se mezclasen las
aguas del mar con las dulces de las charcas y
se llenasen éstas de las especies de peces que
suelen remontar los ríos para desovar. Esa
práctica se generalizó en vista de sus satisfactorios
resultados, y se ha perpetuado hasta
nuestros días. Los romanos llevaron su refinamiento
hasta el extremo de crear viveras
para especies determinadas, como la murena,
el lucio y el mullus, citándose algunos personajes
que alimentaban los peces con sangre de
esclavos, y otros que ostentaban en sus banquetes
acuarios llenos de especies singulares
de peces. Aún se encuentran en la península
de los Apeninos restos de aquellas célebres
cetarias; aún se ven los restos de los antiguos
lagos Lucrino y Averno, que se comunicaban
por un canal con el Mediterráneo, y cuyas
ostras valieron á Sergio Orata verdadera celebridad^
aún se conservan en Italia prácticas
piscícolas, transmitidas de padres á hijos sin
duda alguna, y las cuales patentizan que la
piscicultura no es invención moderna, siquiera
durante diez y ocho siglos no haya hecho
progreso alguno, y siquiera no alcanzase en
la antigüedad clásica el desarrollo á que ha
llegado en el segundo y tercer tercio del siglo
XIX.
Los chinos y los romanos se limitaron efectivamente
á poblar sus lagos y piscinas con la
hueva que recogían en los ríos, ó á facilitarla
entrada de los peces adultos en las lagunas,
para que desovaran en ellas; es decir, que se
limitaron á facilitar la acción de la naturaleza,
mientras que hoy la fuerza obliga al piscicultor
á producir casi artificialmente, manejando
las semillas de animales del mismo
modo que el agricultor maneja las de los vegetales.
Durante la Edad Media, los monjes,
herederos de la civilización romana, fueron
los conservadores de los adelantos de aquel
gran pueblo, y hasta nuestros días, si hacemos
caso omiso de algunos señores feudales, ellos
han sido casi los únicos que han tenido en sus
posesiones viveras, piscinas ó acuarios, como
hoy se llaman, para la cría de peces y otros
animales acuáticos comestibles. En las diferentes
Cartujas, cuyos monjes por sus reglas
sólo podían comer carne de esa clase de animales,
y en monasterios como los de El Escorial
y San Martín de Castañeda, se pueden
ver, sin salir de nuestro país, restos más ó
menos deteriorados de tales estanques. Casi
todos los mouasterios y abadías tuvieron en
la Edad Media un hermano acuario, encargado
de velar por la buena conservación de las
aguas y de la pesca en las posesiones. Las capitulares
de Cario Magno contienen también
disposiciones encaminadas á conservar los pe+