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Los pavos son más difíciles de engordar
que las pavas, uo llegando nunca á un cebo
completo; pero en cambio proporcionan piezas
más grandes, aunque de carne menos delicada.
Un pavo cebado puede pesar hasta 8
ó 10 kilogramos; una pava no puede pasar
de 5.
No se castran generalmente los pavos, por
ser difícil la operación.
Se matan los pavos sangrándolos por medio
de un ancho corte en el cuello, debajo de
la oreja; se suspenden por las patas con la cabeza
hacia abajo, para facilitar la salida de la
sangre, y cuando ésta cesa, se les sacan los
intestinos, se despluman eu agua caliente, y
se preparan como las demás aves.
PRODUCTOS.—Los pavos negros no dan otros
productos que la carne y los huevos; sus plumas
son demasiado bastas é impropias para
los usos á que se aplican las de las demás
aves, pero se hacen en Francia con las de la
cola pequeñas escobas para la cocina y para
la limpieza de los muebles.
Los pavos blancos que se crían con preferencia
en Brie (Francia) proporcionan plumas
de mucho valor. Estas son las de la cola
y las alas, que se les quitan tres veces al año,
y se pagan hasta 5 francos por cabeza y año.
ENEMIGOS DEL PAVO.—Lo son las hie?'bas
venenosas que crecen en el campo, como el
beleño, el estramonio, la cicuta y la digital
purpúrea, que debieran desaparecer de los
sitios en que pastan los pavos.
Son indigestas para los pavipollos, y hasta
pueden causarles la muerte, la algarroba, alverjana,
haba, almorta y otras vezas.
También le es muy perjudicial la lechuga
en exceso, pues su uso inmoderado les relaja
el vientre.
Entre los animales dañinos, lo son las limazas
y los saltones, que los pavos devoran con
avidez, y que les causan una diarrea que
hasta les hace sucumbir cuando comen estos
insectos en demasía.
Entre las enfermedades de los pavos se
cuentan, además de las de las gallinas, que
les son comunes, las siguientes:
Salida de las carúnculas ó tubérculos.—Al
tiempo de entrar los pavipollos en la juventud,
atraviesan una crisis terrible que compromete
su vida, y que consiste en brotarles
las carúnculas ó tubérculos rojos, poniéndoseles
encarnada la cabeza. Si durante la crisis
se presenta tiempo variable, son muchos los
que sucumben.
Es preciso alimentarlos con granos muy
nutritivos, y hacerles comer una pasta en la
que se mezclen cañamones cascamajados, sal,
peregil picado, vino y cebollas sobre todo. Se
redoblan además los cuidados - para que no
sufran frío ni humedad.
Hinchazón de la cabeza.—Es el preludio de
la erupción ó de la salida de las carúnculas, de
que acabamos de hablar. Se cura fácilmente
la deyección por las narices, frotándoles la
cabeza con manteca ó aceite batido en agua.
A veces se dirige la sangre sobre la cabeza,
que se cubre de pústulas. Se lavan con un cocimiento
de cebollas y pimienta en vinagre,
dándoles de comer cañamones para favorecer
la erupción. No es raro sucumban de este mal,
pero puede comerse la carne sin inconveniente
, con tal que se tire la cabeza y parte del
cuello.
Enfriamiento ó heladura.—La lluvia, como
hemos dicho, es el más mortal enemigo de los
pavipollos. Cuando no se les pueda socorrer á
tiempo, se enjugarán con cuidado unos después
de otros eu la inmediación de un fuego
de llama, dentro de una caja ó jaula cubierta
con un lienzo, para que no se aproximen demasiado
y se quemen. Después se les engargantarán
algunas gotas de vino ó sidra, empleando
todos los medios posibles para secarlos
y calentarlos.
Acaloramiento.— Se advierte que languidecen
algunos pavos jóvenes, erizándose todas
sus plumas, blanqueando el extremo de las
alas y la cola, pereciendo muy pronto si no
se les socorre. Es necesario eu este caso examinar
atentameute las plumas que hay entre
la rabadilla, por si se encuentran dos ó tres
con el cañón inyectado en sangre; basta arrancarlas
para devolverles la salud.
Pasmo.—Esta enfermedad sobreviene repentinamente,
quitando á los pavipollos la
fuerza y acción de moverse cuando suelen hallarse
más vigorosos, más satisfechos y con
más ganas de comer; les hace sucumbir á muchos
desde la edad de tres semanas hasta cum-
.plir tres meses y medio. Se les encoge el pescuezo,
arrugándose de modo que parece que
se ha introducido en el pecho; se levanta la
última falange de cada dedo, y se echa la uña
encima ó al lado de la falange anterior; da
algunos pasos en esta actitud, y después se
queda quieto como si se durmiese, y se agita
y vuelve á tranquilizarse, muriendo á cosa de
media hora de estas tentativas. Suele no dar
tiempo para aplicar nada, y aunque lo dé, es
comúnmente inútil cuanto se haga. Sin embargo,
se intentará cubriéndolo con trapos de
lana muy calientes, echándole en el pico algunas
gotas de vino y teniéndolo muy abrigado.
Viruelas.—Es enfermedad muy grave, que
se manifiesta á los dos ó tres meses de edad
por inflamación en los ojos, que se extiende
bien pronto por toda la cabeza, cubriéndola
de granos,.á veces tan gordos como avellanas,
que también suelen presentarse alrededor de
los ojos y en el pescuezo; el animal se muestra
entonces muy abatido, y sólo vive algunos
días, y en ocasiones muy pocas horas. Como
es enfermedad contagiosa, lo primero que se
debe hacer es poner aparte los pavos atacados;
ya se abran los granos ó se empleen medicinas,
es casi siempre la muerte el término de
la enfermedad. Lo que hasta ahora ha producido
mejor efecto ha sido la quinina propinada
interiormente. En la Isla de Santo Domingo
es general la creencia de que se preca-