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RES — 625 — RES<br />

poso se eleva en forma de bóveda hacia lo interior<br />

del pecho, y cuando baja lo efectúa<br />

contray<strong>é</strong>ndose.<br />

Hemos visto que el aire penetra en las celdillas<br />

de los pulmones por la nariz á la boca,<br />

la laringe, la traquearteria y los bronquios; la<br />

sangre venosa que debe experimentar el saludable<br />

influjo de este aire, llega al mismo tiempo<br />

por la arteria pulmonar á los vasitos que<br />

atraviesan estas celdillas, y por consiguiente,<br />

el aire obra sobre la sangre al trav<strong>é</strong>s de las<br />

paredes de los mismos vasos capilares. La<br />

sangre que llega á los pulmones es de un encarnado<br />

negruzco, segúu digimos, y no sirve<br />

para aumentar la vida de los órganos; pero al<br />

momento que se pone en contacto con el aire,<br />

cambia de naturaleza, vuelve á adquirir su color<br />

rojo vivo, recobra sus propiedades vivificantes,<br />

y toma todos los caracteres de la sangre<br />

arterial.<br />

El aire atmosf<strong>é</strong>rico que penetra en los pulmones<br />

y produce en ellos un fenómeno tan<br />

notable, está compuesto principalmente de dos<br />

substancias muy diferentes en sí, el oxígeno<br />

y el ázoe. El oxígeno, que no entra en la composición<br />

del aire más que por una quinta parte<br />

(21 partes de oxígeno y 79 de ázoe), es, sin<br />

embargo, la porcióu más importante de <strong>é</strong>l,<br />

porque al oxígeno debe el aire la propiedad<br />

de mantener la vida, y de dejar arder los<br />

cuerpos combustibles que se inflaman. El ázoe<br />

no es propio ni para la respiración ni para la<br />

combustión, y nó sirve más que para disolver,<br />

por decirlo así, el oxígeno y mitigar la<br />

acción demasiado irritante de este gas.<br />

Por la respiración de los animales el aire<br />

cambia de naturaleza, su oxígeno desaparece<br />

poco á poco, y se halla reemplazado por otro<br />

fluido, llamado gas ácido carbónico, que se<br />

compone de oxígeno combinado con el carbono<br />

que proviene de la sangre, y lejos de ser á<br />

propósito para el mantenimiento de la vida,<br />

obra como un veneno en los animales que lo<br />

respiran por algún tiempo, y los ocasiona la<br />

muerte. Resulta de aquí, que por la respiración<br />

de los animales el aire se va viciando<br />

poco á poco, y que si no se renovase, no tardaría<br />

en producirles la asfixia y la muerte.<br />

(V. Gas ácido carbónico.)<br />

El aire que sale de los pulmones se compone<br />

del ázoe inspirado, de una parte de oxígeno<br />

no empleada, y dei ácido carbónico producido<br />

por el trabajo de la respiración. El aire<br />

arrojado contiene tambi<strong>é</strong>n una porción de vapor<br />

de agua, exhalada de la sangre durante<br />

el paso de este líquido por los vasos capilares<br />

de los pulmones. Este vapor llega á ser muy<br />

visible cuando el frío lo condensa en el momento<br />

de salir del cuerpo, y constituye lo que<br />

se llama transpiración pulmonar.<br />

Puesto que el aire se vicia tan prontamente<br />

por la respiración, y su oxígeno desaparece,<br />

reemplazándole el ácido carbónico, es fácil<br />

conocer cuan necesario es que aquel fluido se<br />

renueve sin cesar en lo interior de los pulmones,<br />

y así se verifica en efecto, á consecuencia<br />

de los movimientos alternativos de inspiración<br />

y espiración.<br />

Conocemos el grado de alteración que ha<br />

sufrido el aire en nuestros pulmones por una<br />

sensación interior que nos impele á renovarle.<br />

Esta sensación, poco apreciable en la respiración<br />

ordinaria, porque nos apresuramos á<br />

satisfacer la necesidad, llega á ser dolorosa<br />

si no se acude prontamente, y cuando está ya<br />

en ese grado, va acompañada de una ansiedad<br />

y una angustia que forman una advertencia<br />

instintiva de la imperiosa necesidad de renovar<br />

el aire de los pulmones.<br />

En el hombre se pueden contar hasta unos<br />

veinte movimientos de inspiración en cada<br />

minuto.<br />

En todos los mamíferos, en las aves y en<br />

los reptiles, la respiración se verifica en los<br />

pulmones de la misma manera que en el hombre.<br />

En la mayor parte de los animales acuáticos,<br />

como los peces, los cangrejos, las ostras',<br />

etc., la respiración es diferente, y se<br />

verifica por una especie de franjas memhranosas<br />

llamadas branquias. En los insectos el aire<br />

necesario para el sostenimiento de la vida ya<br />

digimos cómo lo reciben por los tubos particulares<br />

llamados tráqueas; en fin, hay animales<br />

de clases inferiores cuya respiración se verifica<br />

por todos los puntos de la piel, según<br />

digimos al principio.<br />

III. Al tratar de la savia ascendente hemos<br />

dicho que al enfilar las hojas y el par<strong>é</strong>nquima<br />

cortical, sufre la acción del aire y cambia<br />

de propiedades al mismo tiempo que de<br />

dirección. Los fenómenos que tienen lugar<br />

durante la acción recíproca de los elementos<br />

del aire y del vegetal constituyen la respiración.<br />

Pero á más de ¡a influencia modificatriz<br />

de las partes constitutivas del aire, debemos<br />

examinar otros fenómenos que la acompañan,<br />

ó que son su consecuencia; tales sou la influencia<br />

de la luz solar, la evaporación, el calor vegetal<br />

y el desarrollo del lumínico.<br />

El aire es una mezcla de 208 partes de oxígeno<br />

con 792 de ázoe en volumen, ó 230 partes<br />

en peso del primero con 770 del segundo.<br />

Sabemos que además contiene vapor acuoso,<br />

una pequeña cantidad de hidrógeno carbonado,<br />

óxido de amonio y ácido azoico, que no<br />

existen más que momentáneamente, y como<br />

a l<br />

Viooo P ' t e de ácido carbónico. A expensas<br />

de este compuesto de 8 partes de oxígeno<br />

y 3 de carbono en peso, se verifica lá respiración<br />

de los vegetales, los que, descomponi<strong>é</strong>ndolo,<br />

asimilan su carbono y dejan libre<br />

el oxígeno. A primera vista parece imposible<br />

que la atmósfera sea el manantial del carbono<br />

absorbido y fijado por las plantas, <strong>é</strong> infinitamente<br />

más pequeña la del ácido carbónico<br />

que absorben las raíces; pero fácilmente-nos<br />

convenceremos de lo contrario considerando<br />

que en el peso total de la atmósfera el ácido<br />

carbónico entra por Viooo parte, que contiene<br />

más de 27 por 100 de carbono, y que su total<br />

asciende á 1.400 ó 1.500 billones de kilogramos<br />

de carbono en el aire, peso muy su-

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