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OLF — 83 — OLÍ
La dificultad que encontramos para caracterizar
un aceite por su densidad, se encuentra
también cuando se quiere determinar su
procedencia por su fluidez. Experimentos propios
nos lo manifestaron hace ya años. Tomando
por tipo el agua y hechos todos los
experimentos á la temperatura de 15° centígrados,
obtuvimos con el de olivas los resultados
siguientes :
Fluidez,
Procedencia del aceite siendo 100 la
del agua
De Tarragona, sin filtrar 31,8
El mismo, filtrado 34,0
De Torfcosa, sin filtrar 33,0
El mismo, filtrado 33,i
Del Ampurdán, sin filtrar 32,6
El mismo, filtrado 32,0
De Olesa (de aceituna palomar escogida),
sin filtrar 32,6
El mismo, filtrado 32,9
De Sevilla, sin filtrar 32,2
El mismo, filtrado 33,8
De Plai^nol.de Marsella (surfine raffiné)
31,9
De Basigalupi de Niza (extra surfinej. 3é,3
Basta echar una ojeada á esta tabla para
convencerse de que la fluidez es una condición
que no guarda relación con la bondad
de un aceite, variando, no sólo según la procedencia
del aceite, sino también según la
calidad del fruto, el procedimiento seguido en
su extracción y la mayor ó menor clarificación
del aceite.
E. Manj arres.
OLFATO (Fisiologíaj.— Sentido por el
cual se perciben los olores, y cuyo resultado
es la olfación ó sensación especial producida
por la acción de las partículas olorosas desprendidas
de ciertos cuerpos sobre la membrana
pituitaria, bañada por el líquido viscoso
llamado mucus nasal. Los órganos del olfato
son la nariz y las fosas nasales. La primera
es una protuberancia situada en medio de la
cara. Presenta dos aberturas ó ventanas nasales,
un tabique medio y dos paredes externas
ó alas de la nariz. Las fosas nasales son dos
cavidades que se abren al exterior por las
ventanas de la nariz y al interior por otros
dos orificios. En cada una de ellas hay tres
láminas encorvadas sobre sí mismas, llamadas
cornetes, separadas entre sí por surcos ó meatos
y tapizadas por la pituitaria. La nariz determina
la dirección que han de seguir las
partículas olorosas, la mucosidad las disuelve,
los pelos de las ventanas nasales impiden
la entrada de los corpúsculos que revolotean
por los aires, y los senos frontales extienden
la olfación. Ño se conoce bien la acción de las
cometes.
El sentido del olfato, como los demás, establece
una relación íntima con los cuerpos
exteriores; colocado en la entrada de las vías
aéreas, puede juzgar en ciertas ocasiones
de las condiciones del aire y reconocer la pro­
ximidad de cuerpos útiles ó nocivos. Algunos
naturalistas mencionan á una mujer que predecía
las borrascas con muchas horas de antelación
por el olor sulfuroso que el aire despedía.
La asociación del olfato con el gusto es
tal que, ajuicio de algunos fisiólogos, dependen
el uno del otro, y no falta quien reduce
ambos sentidos á uno solo. La verdad
es que muchas veces no se forma idea del sabor
de una substancia si el olfato no revela
su naturaleza, como sucede con las jaleas
aromatizadas con café, vainilla, etc. En efecto,
el gusto de estas substancias no se percibe
si antes de olerías, y en tanto que se comen,
se tapan las ventanas de la nariz. Después
de olerías, aun cuando se tapen éstas, se
percibe el gusto de las substancias mencionadas.
El hábito, el ejercicio y la necesidad
pueden dar mayor firmeza al olfato, y acostumbrarle
á que sienta ciertos efluvios y los
distinga de otros con los cuales se hallen
mezclados. Por eso el perro busca á su amo
por la pista, y aun reconoce todos los objetos
que el segundo ha tocado; el buey, cuando
pace, no come la hierba que hay alrededor
de la genciana ó de otras plantas amargas, ni
la que está inmediata á su boñiga; el cerdo
conoce el sitio en que están las criadillas de
tierra y otras raíces, aun cuando se encuentren
á gran profundidad, y los dromedarios
huelen y distinguen á mucha distancia, en los
desiertos de Arabia, los manantiales. El sentido
del olfato es mucho más perfecto en los
animales superiores que en el nombre mismo;
es un órgano universal de sentimiento, un
ojo que percibe los objetos no sólo en el sitio
que ocupen, sino también en el que han ocupado.
En general, los cuadrúpedos huelen á
mayor distancia que ven. Sobre la perfección
del olfato de las aves basta citar el hecho
histórico de los buitres, que desde Asia se dirigieron
sobre el campo de batalla de Farsalia,
atraídos por el hedor de los cadáveres.
También hay reptiles, peces é invertebrados
que poseen un olfato excepcional. Ese sentido
tiene una especial predilección por las substancias
alimenticias propias de cada animal.
OLÍBANO.-(V. Incienso.)
OLIVARDA.—(V. Licula.)
OLIVASTRO.—(V. Acebuche.)
OLIVERETA—(V. Daphne.)
OLIVILLA.—(V. Gneorum tencrium.)
OLIVO (Olea Europaia, L.).—I. Un distinguido
autor moderno, que trata del olivo
(1), dice, y no sin razón en nuestro juicio,
que el nombre de Olea Furopcea con que
Linneo determinó el olivo, no está bien apropiado,
puesto que ese árbol no es originario
de Europa y no es en ella sola donde habita.
Según las investigaciones de la historia, el
olivo procede de las llanuras de Armenia y de
(1) A. Coutanoe, profeseur des Sciences Naturelles.—XJ'
Olivier: Hisboire boíanique, regions, culture,
produtis, usages, comm&rce* iniutírie, etc.
Orne de 120 vignettes. Paris, 1877.