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abdomen, cara interna de las extremidades,
. etcétera; es denso, aun cuando de poco espesor,
en las aberturas naturales, para facilitar
la transición entre los dos tegumentos y dejar
á esas aberturas la flexibilidad que necesitan.
La epidermis es una película muy fina, privada
de nervios y de vasos, y formada por células
microscópicas que se depositan incesantemente
sobre el corión, extendiéndose en láminas por
toda su superficie, y desaparecen por el frotamiento
exterior. Esa película es blanda y húmeda
por su cara interna, y la superficial está
cubierta de pelos. En los solípedos y otros animales
está generalmente coloreada de negro,
gracias álos corpúsculos pigmentarios mezclados
con las células constituyentes; coloración
que aumenta el poder absorbente y evita los
efectos rubefacientes de los rayos solares. Por
lo común, esa coloración falta en las reses lanares,
cuya piel se halla cubierta por un vellón
espeso, y muchas veces en los cerdos, cuyos
hábitos le alejan de la acción directa del sol.
Preparación de las pieles.—Cuando un labrador
quiere conservar las pieles de los animales
llevados al matadero ó muertos por
algún accidente, en cuanto desuelle el cadáver
debe lavar la piel varias veces y sin escatimar
el agua, desecarla á la sombra y espolvorearla
con sal y alumbre. Preparada de esa suerte, se
conservará la piel durante mucho tiempo; ya
que tantas son las aplicaciones industriales
de las pieles, puesto que de ellas se obtienen
corambres, guantes, pergaminos, forros para
ropas, tapices, etc., no ha de ser difícil venderlas.
Las pieles de lobos, zorras, liebres, conejos
y otros animales matados en la caza, se
podrán preparar de la manera siguiente: Se
limpian; se quitan las barbas á la piel, recortando
los bordes; se extienden, colocándolas
de manera que quede el pelo en la parte inferior,
sobre un marco en que se sujetarán con
clavos; se cuelgan ó se ponen en caballetes; se
echa luego sobre ellas una infusión de zumaque;
se frotan; se lavan bien, y se ponen á
secar, repitiendo dos ó tres veces esa serie de
operaciones.
PIENSO.—Significa esta palabra, según la
Academia de la lengua, la porción de cebada
ó de otros alimentos que se da diariameute á
algunos animales á horas determinadas.
Con arreglo á esta definición, debemos dividir
nuestro trabajo en dos partes, para abarcar
la materia en toda su extensión, y así lo
haremos. ¿Cómo deben distribuirse los piensos?
¿Qué cualidades tienen con respecto á la
alimentación de los animales las distintas materias
que pueden suministrarse eu pieuso?
Basta enunciar estas cuestiones para que se
comprenda la utilidad práctica que puede resultar
de dilucidarlas convenientemente.
I. DISTRIBUCIÓN DE EOS PIENSOS.—Nada
mejor podemos hacer sobre este punto que
consignar la doctrina expuesta, á virtud de
consulta, por el claustro de profesores de la
Escuela de Veterinaria de Madrid, suscrita
por el autor de estas líneas.
Es un hecho umversalmente reconocido que
los animales carnívoros pueden pasar sin comer
mucho más tiempo que los herbívoros ó
fitófagos. Esto se explica por la mayor digestibilidad
y riqueza nutritiva de las substancias
animales de que hacen uso los primeros, comparadas
con las de las materias vegetales que
consumen los segundos.
En su consecuencia, los carnívoros pueden
digerir en corto tiempo una cantidad de alimentos
bastante á reparar por espacio de algunos
días las pérdidas que experimenta su
organismo; mientras que los herbívoros apenas
digieren diariamente más alimento que el
indispensable á sus más urgentes necesidades.
Así, pues, la sobriedad que distingue al caballo
árabe y al africano eu sus respectivos países,
no debe ser considerada como cualidad
intrínseca, es decir, propia de tales animales,
porque depende, por una parte, de la acción
del clima, que no es necesario explicar, y por
otra, de la carne de camello ó carnero preparada
de cierto modo y asociada á la harina de
cebada para confeccionar las tortas con que el
beduino alimenta con frecuencia su caballo, á
cuyo éxito contribuye también eu gran manera
el hábito adquirido por el animal.
Además de las diferencias que se advierten
entre los animales carnívoros y los herbívoros,
en lo que á su régimen alimenticio se refiere,
existen eu los últimos otras de grandísima
importancia para el asunto que nos ocupa,
y que esta corporación cree no debe pasar en
silencio.
En efecto; los fisiólogos hacen de nuestros
herbívoros domésticos dos grupos: en el primero
figuran los animales de digestión continua;
eu el segundo, los de digestióu intermitente
ó periódica. Pertenecen al primer
grupo los solípedos (caballo, muía y asno),
los cuales están caracterizados por la ausencia
del reservatorio biliar, vulgarmente llamado
vejiga de la hiél; mientras que los del segundo
poseen dicho reservatorio, cuya presencia
por sí sola anuncia la periodicidad en la digestión.
Este último grupo comprende, entre
otros muchos, los grandes y pequeños rumiantes.
Y aunque hay algunos animales también
de digestión continua con reservatorio biliar
(los roedores), debe tenerse eu cuenta, sin
embargo, que en ellos la digestión se efectúa
más en el estómago que el intestino, en el
cual no entran los alimentos sino de una manera
periódica.
Por otra parte, el estómago de los solípedos
es sencillo y muy pequeño con relación á
la corpulencia de los individuos, al paso que
el tubo intestinal adquiere una longitud y un
calibre que ofrecen verdadero contraste con
la escasa capacidad de aquella viscera, por lo
que eu dichos animales la digestión, más bien
que gástrica, es intestinal. Si además se tiene
en cuenta que en ellos la bilis es conducida
directamente al intestino á medida que el hígado
la segrega, es decir, de un modo continuo,
se comprenderá que la que afluya en el