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aunque pudieran cultivarse sólo las mejores
tierras y las otras llevarlas en pasto.
Herodoto, el padre de la historia, que nació
. 484 años antes de Jesucristo y murió el 406,
que visitó Grecia, Egipto y Asia, etc., para
conocer su historia y costumbres, y que es
tenido por uno de los historiadores más verídicos
de la antigüedad, nos enseña que en
Babilonia, en la Mesopotamia, las tierras producían
comúnmente 200 y también 300 por 1
en ciertos años. Y añade: de todos los países
que yo conozco, es ése el más á propósito para
el cultivo del trigo; sus hojas tienen de ordinario
cuatro dedos de anchas, como también
las de la cebada; para admitir los hechos
mencionados por Herodoto, habrá que aceptar
una producción de 50 á 75 hectolitros por
hectárea.
Respecto de Egipto y de la Bética (España),
Plinio indica que en su tiempo el producto
era de 100 por 1; evalúa en 150 las mejores
tierras de Bysacium (África). Plinio murió
el año 79 de nuestra Era, asfixiado, cuando
la erupción del Vesubio, por haberse arrimado
demasiado con el fin de observar bien
aquel fenómeno; fué gobernador de España.
Nos cuenta el mismo Plinio que el emperador
Augusto recibió del Norte de África una
mata de trigo, formada de 400 tallos, procedentes
de un solo grano; otra de 360 tallos,
fué presentada á Nerón.
En la Exposición de París de 1849 se presentaron
dos plantas de trigo, una con 122 tallos
y otra con 152, cada una de un solo grano;
una mata de cebada de un solo grano, conteniendo
312 tallos; las tres procedían de la
Argelia; en 1851 visitamos nosotros el campo
de Níjar, provincia de Almería, del cual trajimos
á Madrid una mata de cebada de un
solo grano con 450 tallos, y otra de vallico
con 553.
Con la decadencia del imperio romano, nos
dice Varrón, principió á decaer el rendimiento,
que de 15 á 20 por 1, bajó á 7 ú 8; y un
siglo después, según Columela, á 4 por 1, ó lo
que es igual, de 25 á 33 hectolitros por hectárea,
á 12 ó 13, y aun 7.
Por todas partes se significaba el cansancio;
la tierra, harta de producir para alimentar
discordias, parecía como intentar variar
su marcha, para hacer entrar en otro derrotero
á los que prestaban fuerzas para seguirlo.
Yes que los rendimientos de la tierra en cultivo
se ahuyentan cuando la paz pública falta;
á esta condición se sigue inmediatamente
la escasez de productos, la incuria y sus consecuencias,
de terrenos eriales y abandonados
por una suspensión del trabajo del hombre,
que cansado como la naturaleza, desea un
Tespiro para volver á la faena de la vida y de
la producción.
Los ligeros apuntes históricos que hemos
puesto, exceptuando algunos casos en que las
condiciones de fertilidad excepcional hacen
subir el rendimiento de la producción de un
modo extraordinario, de lo cual hoy se en­
cuentra alguno que otro caso, sino lo que
entonces era una fecundidad natural que
mantenía una densa población, el arte con
que ésa exige de la tierra que le preste alimento,
y en términos generales, la producción
sigue la marcha que entonces, rindiendo
más la tierra cuanto más abonada y labrada
la llevaba el agricultor, según aconsejaban los
autores latinos Varrón, Columela, etc. Pues
en lo "antiguo, como hoy, se sabía y sabe que
el rendimiento de la tierra es proporcional á
la aplicación del trabajo empleado, dentro de
los límites que marca la ciencia y arte de cultivarla;
esto como principio.
II. No es España la nación que más se
distingue por su exactitud en los datos estadísticos
de la producción, porque puestos los
agricultores en pugna con el fisco, que los
aprovecha para recargarlos de impuestos, esos
datos, que á todos conviene saber, por todos
son ocultados y adulterados, según sus fines,
y en último resultado, lo que sabemos, tanto
la Administración como los labradores, es que
no sabemos nada de cierto en los rendimientos
de las tierras en cultivo. Importa mucho
al país que cese ese estado de cosas, para que
sea una verdad la nivelación de los impuestos,
y sepamos el rendimiento verdadero de las tierras
de labor.
La hectárea de tierra en regadío, en lo general
de España, sembrada de trigo, que es y
fué siempre el tipo para apreciar como base
el rendimiento del suelo, puede computarse
en 30 hectolitros; en secano, 15 en las primeras
clases, 12 y 10 en las segundas, y 10
y 5 en las terceras. En las campiñas de Jerez
de la Frontera hemos visto el resultado del
cultivo de una tierra sembrada de trigo sobre
cortezas, esto es, que hacía catorce años que
no se sembraba, estaba destinada á pastos, y
el rendimiento fué en la proporción de 40
hectolitros de trigo por hectárea. El suelo
era de primera en secano.
Nosotros estamos conformes con lo dicho
por el Sr. Aragó en su obra titulada El trigo
y demás cereales, tomo I, página 32, que el
rendimiento en trigo está en la proporción de
la cantidad de forrajes que se cosechan, esto
es, de la cantidad de estiércol que reciben Ioscampos.
En dicho libro publica el Sr. Aragó,
página 33, datos relativos á la proporción en
que está el terreno cultivado y las praderas en
varias naciones, y á España no le asigna nada,
y le marca la producción de trigo de 8 hectolitros
por hectárea; Italia Ysii 7 l e
pone 10
hectolitros; á Francia Yoi y le asigna 15; á
Bélgica y le marca 28, y á Inglaterra 2
/ 3,
con el rendimiento de 32 hectolitros por hectárea.
" No negaremos lo que algunos de nuestros
labradores dicen de que en Francia, Bélgica,
Inglaterra, etc., el clima favorece la producción
de hierbas; son, como nuestras provincias
del Norte, climas más apropiados al rendimiento
en forrajes; pero si en los climas opuestos,
en Andalucía, por ejemplo, se aprovecharan.