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•de las tejas y entre los estratos formados por
éstas, para que al desprenderse la semilla
encuentre pronto donde asirse. Puestas en
actividad las eras, aún hay que cuidar de proteger
las delicadas ostrillas de los colectores.
Además de ser protegidas por los tablados y
tejas las que se encuentran en el suelo adheridas
á las conchas y cacharros, lo son por las
hojas de las zosteras, las cuales, al descender
la marea, quedan tendidas en el sentido de la
corriente, protegiendo las ostras. Mas ese
abrigo pudiera convertirse en perjudicial si
la planta llegara á apoderarse de todo el terreno
por descuido de los cultivadores. De
ahí la necesidad de aclararla con frecuencia,
valiéndose del escardillo del ostricultor, muy
semejante al angaso de los pescadores gallegos.
Para evitar la congelación de las crías
más atrasadas, se sumergen los cuerpos colectores
cargados del molusco en los canales
que, según digimos, atraviesan los cuarteles
de los parques, y se impide que las ostras sean
arrastradas fuera de las eras, cercando éstas
con una serie de estaquillas clavadas en tierra
de modo que sobresalgan cosa de un pie. Esas
crías deberán permanecer en las eras donde
nacieron hasta los catorce ó quince meses,
pasados los cuales, y teniendo ya el tamaño
de un duro ó algo más, pueden ser transportadas
á las eras de desarrollo ó crecimiento.
En éstas el cultivo consiste en colocar en
tierra varias series de alfarjías paralelas entre
sí y en el sentido del largo de la era, fijándolas
sólidamente para que el agua no las
levante y arrastre á otro sitio. Cada aparato
de ésos se halla formado por tres hiladas de
alfarjía, sujetas con traviesas de madera y
distantes 40 centímetros unas de otras. Entre
serie y serie de aparatos debe dejarse un espacio
de 50 centímetros de aucho para el servicio.
Dispuesto de esa suerte el suelo de las
eras de desarrollo, se colocau sobre las maderas
transversalmente las tejas de los colectores
cargadas de ostras de la cría del año anterior,
•cuidando de que quede hacia arriba la parte
convexa de la teja. Para fijar las tejas y evitar
que las disloque el movimiento de las aguas,
entre cada tres se clava una estaca, y se pasa
una cuerda bieu ajustada de estaca á estaca.
Los principales cuidados á que han de ser
sometidas esas eras se reducen á mantener
limpias las tejas, evitando que el verdíu las
invada y ahogue las ostras que las cubren, lo
mismo que cualquier otro cuerpo extraño vegetal
ó animal, y aun el légamo que depositan
las aguas, sobre todo después de las marejadas
fuertes. La inmersión de las tejas eu el
cieno queda evitada cou apoyos de madera,
sobre los cuales han de descansar. Las ostras
adheridas á las conchas, cacharros, etc., etc.,
se encuentran al primer año eu las mismas
condicioues que las pegadas á los colectores,
y también han de ser trasladadas á las eras
de desarrollo ó crecimiento, ó ser objeto de
especiales cuidados.
En el primer caso se preparan las eras, lim­
piándolas bien y dejando úuicamente la vegetación
precisa y adecuada para proteger al
molusco contra la acción desecadora del sol y
del aire. Esto hecho, se trasladan á ella las
conchas, los cacharros y los demás cuerpos
sobre los cuales están fijas las ostrillas, y se
colocan en buen orden por hileras ó del modo
que sea más conveniente para cuidarlas eu lo
sucesivo. En el segundo caso, levantados los
tablados y tejadillos colectores, después de
trasladadas sus ostras á las eras antes descritas
para colocar las tejas, quedan convertidas
las que sirvieron de semillero en las que acabamos
de describir, no habiendo ya que adoptar
otra precaución que la de mantenerlas
constantemente limpias. Las ostras madres
deben ser retiradas á su vez de esas eras para
llevarlas á las de engordar, donde reparan sus
fuerzas y se disponen para la nueva cría. También
se adhieren muchos gérmenes á las conchas
madres, y ocioso es advertir que no han
de ser separados éstos hasta que hayan adquirido
el desarrollo conveniente, á menos de
que sea necesario sacrificarlos por perjudicar
á la ostra productora.
A medida que vayan creciendo las ostras
se ejecutará la operación llamada detroquage,
ó sea la segregación, consistente en despegar
y separar de los colectores las ostras apiñadas
y adheridas á ellos. Esa operación no se puede
ejecutar antes del año y medio, época en
que ya está bastante endurecida la concha
para resistir los esfuerzos necesarios si se la
ha de desprender. La manipulación se ha de
ejecutar con sumo cuidado para no romper la
valva fija y dejar expuesto el cuerpo de la
ostra á los ataques de sus numerosos é implacables
enemigos. Al mismo tiempo que la segregación,
se hace la selección, ó sea la clasificación
de las ostras por su tamaño, contando
las tejas, tablas y demás cuerpos colectores, y
hasta el número de moluscos que cada uno
de ellos contiene, si el cultivador es aficionado
á multiplicar los asientos en sus libros. Desde
luego se cuentan todos los individuos que
formando hileras regulares se colocau en las
eras de segunda y tercera edad, marcando el
número en la tabla para ese fin colocada en la
percha de cada era con objeto de saber cuántos
millares contiene, y sacar fácilmente la
suma de las ostras que en todo el parque existan.
Eu todas las operaciones debe tenerse en
cuéntala situación peculiar de los cuadros de
la ostrera para su especial aplicación. Los más
próximos al nivel ínfimo del mar en la baja
marea se destinan á los semilleros y eras donde
se depositan los moluscos de la primera
edad, recién sacados de aquéllos, y después
van aprovechándose para las ostras más jóvenes
los cuadros que permanecen menos tiempo
descubiertos, colocando las de tres, cuatro
y más años eu la parte más alta del parque,
donde se establecen las de engordar.
Estas, llamadas claires por aquellos ostricultores,
dice el Sr. Graells, se hacen de diferente
manera, según el gusto de cada uno. En
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