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sitios en que crecen las plantas herbáceas sobre
el nivel del mar. La vegetación varía, en
efecto, notablemente aun en una misma comarca
desde los puntos bajos y pantanosos hasta
las crestas de los montes. En los sitios muy húmedos
crecen hierbas vigorosas, mas poco apetitosas
y nutritivas para el ganado; en los sitios
altos no abundan tanto las plantas herbáceas,
ni éstas adquieren gran desarrollo, pero
en cambio son más aromáticas, y contienen
proporcionalmente mayor cantidad de elementos
alimenticios. De ahí que aun los más malos
labriegos establezcan diferencias entre los pastos
de monte y los de llano, y que concedan la
preferencia á los primeros para la cría y cebo
de reses lanares y cabrías, y á los segundos
para las reses vacunas, las cuales necesitan
una enorme cantidad de pienso, y suelen ser
poco exigentes en la especie y cualidades de
las hierbas. Entre la vegetación de los montes
y la de los sitios bajos y pantanosos se
puede establecer una gradación, y se pueden
señalar zonas diversas que se hallan perfectamente
definidas en las regiones donde surgen
elevadas cordilleras de montañas, como los
Pirineos y los Alpes. En estas montañas y sus
estribaciones los valles más elevados y las cimas
de 1.500 á 2.000 metros de altitud se hallan
generalmente dedicados á pastos, porque
cesando á esas alturas la vegetación arbórea
de los bosques, solamente ciertas hierbas vegetan
y se desarrollan en ellas. En esos terrenos,
as! como las vertientes y cañadas, surgen
frecuentemente grandes masas de rocas, y
nunca falta la humedad y las fuentes y los
arroyueloseu el fondo de los valles. Por la naturaleza
y condiciones del terreno, esos sitios
de pasto suelen ser verdaderas soledades incultas
y silenciosas, solamente recorridas durante
el estío por los pastores y sus rebaños.
Esos pastos ofrecen una vegetación natural de
hierbas muy finas y aromáticas, apetitosas
para los ganados, y favorables á la secreción
y calidad de la leche. A veces esas plantas raquíticas,
aunque tiernas y sabrosas, en tales
sitios adquieren vigor, y se manifiestan exuberantes
en los llanos situados al pie de la
montaña; llanos adonde los vientos arrojan la
semilla de aquéllas. Las condiciones y excelencias
de tales pastos varían también según
la naturaleza del terreno y la altitud. Por lo
mismo, en ciertas comarcas donde el terreno
es muy accidentado, hay pastos de verano y
pastos de invierno, como antes se indicó, y es
posible tener siempre á disposición de las reses
pastos regalados y sabrosos.
En las diferentes cordilleras que cruzan la
Península española abundan los pastos también.
La falta de ventisqueros en ellos, la menor
altitud de los cerros y la escasa duración
de las nieves permiten que los bosques se desarrollen
á la par que los pastos, aun en los más
elevados sitios. Las plantas herbáceas en tales
condiciones no gozan los beneficios de la frescura
y de la humedad debidas á las frecuentes
lluvias á la condensación de los vapores
por la influencia de los ventisqueros, y de
ahí que la producción herbácea esté reducida
muchas veces á las hondonadas y valles umbrosos
, y á los sitios abrigados por la vegetación
forestal. Tales serranías son excelentes
para que los rebaños pasten durante el estío,
y que éstos hayan de abandonarlas antes de
comenzar el invierno. Por lo mismo, nuestra
Península ofrece excelentes condiciones para
la ganadería, siendo de lamentar que el descuaje
de los montes y la consiguiente denudación
de las faldas vaya reduciendo más y
más de año en año la extensión de esa clase
de pastos.
Respecto de los que ofrecen las llanuras, de
la manera de explotarlos y del género de cultivo
á que es posible y ventajoso someterlos,
se hacen indicaciones suficientes en el artículo
Prado, al cual remitimos al lector. Muchos
pastos de esa índole solamente son utilizables
durante el invierno, ya que el benigno temple,
principalmente si se hallan en las cercanías
del mar, mantiene una vegetación herbácea
suficiente. En el otoño es necesario despojarlos
de la estival, generalmente utilizable
para cama de los ganados, por estar compuesta
de cardos, juncos y otras plantas que sólo
cuando están tiernas consumen las reses. En
los llanos situados en el interior, así como en
los valles, los pastos alcanzan su completo
desarrollo durante la primavera y se agostan
al comenzar el verano. Abunda ese género de
pastos aun en las planicies y páramos del Centro
de la Península y en los valles de los ríos
caudalosos. También en esos casos conviene
hacer desaparecer, segáudolas, las plantas duras
que se desarrollan durante la estación calurosa,
á fin de que aparezcan en sazón oportuna
brotes tiernos. Algunas especies de hierbas
palustres, como la Arandophragmües, son precisamente
apetitosas para los ganados cuando
aún no se han endurecido sus tallos y sus
hojas. Es necesario, por lo tanto, llevar los ganados
4 tales sitios en los comienzos de la primavera,
comenzando por los puntos más bajos,
donde la vegetación se desarrolla más pronta
y rápidamente, y continuando por los más
elevados, en los cuales esas plantas no llegan
muchas veces á adquirir la dureza, causa de
que las abandonen ó rechacen los ganados.
Es de notar además que esa clase de hierbas
palustres son menos dañosas en la primavera,
acaso porque no han adquirido todavía los
principios deletéreos que inficionan el aire,
tal vez porque son de digestión más fácil.
Además deben reservarse para los días lluviosos
los pastos de sitios elevados, ya porque
los bajos suelen ponerse inaccesibles con las
inundaciones, ya porque en ellos se desarrollan
los miasmas palúdicos, sobre todo cuando
no se ha adoptado la precaución de abrir zanjas
y fosos para dar salida á las aguas.
En los sitios elevados pueden pastar los
ganados durante más tiempo y sin tantas precauciones,
ya por ser mayor la uniformidad
de la vegetación, ya porque no ofrecen peli-