Actas do Seminario Internacional O futuro da memoria - Arquivos de ...

En todo caso, no es sencillo armonizar coherentemente tan distintos elementos
como interés público, intimidad y privacidad, protección de datos
personales y la secular tendencia al oscurantismo de las estructuras administrativas.
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Quizá, llegados a este punto, uno se encuentre con más preguntas que
respuestas. Eso le sucede, desde luego, a quien suscribe. ¿Qué va a pasar?
Adelantar una respuesta a este y a otros muchos interrogantes equivaldría a
hacer un ejercicio de adivinación. Es cierto que siempre existirá el archivo como
función pero cómo se configure en cuanto a procesos, en cuanto a «sistemas»
o en cuanto a responsabilidades está plenamente por ver.
No es sólo cuestión de que la normativa esté muy abierta o pendiente de
desarrollos; o que la evolución de la tecnología nos depare escenarios ni siquiera
vislumbrados. Es que surgen dudas por doquier en torno a cuestiones
hasta ahora axiológicas. ¿Desaparecerá el documento en favor de los datos
contenidos en bases? No parece que, si atendemos a la referida preocupación
por la constancia, ello pueda suceder. Otra cosa es esa misma constancia
confrontada a los cambios que puedan sufrir los registros de las bases de
datos ¿Se perderán o se registrarán mediante, por ejemplo, metadatos para
el seguimiento de esas modificaciones? En casos como el de la Seguridad Social,
aludido anteriormente, el volumen puede ser enorme...
La cuestión de la originalidad del documento, axioma del concepto de archivo
y base de la archivística, ¿acaso no se diluye hasta desaparecer o, al
menos, hasta perder gran parte de su importancia? Si la conservación de la
información se hace con independencia de formatos, ¿no habrá que considerar
una nueva diplomática, indiferente ante los caracteres externos de documentos
—que puede que ya no sean tales?
¿Y qué decir de la profesión? Esta es una cuestión que sobrepasa con mucho
la finalidad de este trabajo y que ha sido, es y será —no sé por cuánto
tiempo— objeto de debate. ¿Deberá el archivero —o comoquiera que se llame—
acercarse en su intervención a las fases iniciales de la producción de
documentos, más como partícipe en la normalización de procesos y datos
desde la perspectiva de la gestión documental? ¿Están los profesionales de
los archivos en condiciones de liderar procesos de normalización cuando llevan
años intentando ponerse de acuerdo en el dato fecha o en el elemento
alcance y contenido y aún no han terminado? Si estuviéramos en condiciones
de responder a éstas y a otras preguntas quizá ello significase que tenemos
una capacidad de decisión o de planificación de la que, en mi opinión,
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