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Teoria y diseño organizacional

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202 Parte 3: Elementos de diseño de sistema abierto

empleados, bancos, proveedores y todos con los que entrábamos

en contacto. Desde luego, a menudo teníamos juntas

pesadas, llenas de tensión y peligro, pero siempre supimos

salir adelante en el aspecto emocional en la sesión informal

final de desahogo [...]

Quizás el mejor ejemplo del cambio de estructura y de la

desaparición de los límites de la organización fue el cambio en

nuestras relaciones con los bancos. Al principio, por lo menos

durante el tiempo en que el préstamo se sostenía, la sociedad

era cortés y distante. La comunicación era formal. Cuando el

banco se dio cuenta de todo el horror de lo que había financiado

(lo que les tomó 18 meses) la relación se volvió más

hostil. Los directores del banco se volvieron amenazadores y

detallaban las medidas que tomarían si no resolvíamos nuestro

problema. La hostilidad culminó en una investigación de

posible fraude (un procedimiento rutinario de muchos bancos

cuando enfrentan una pérdida importante).

Durante esa época vimos una sucesión de funcionarios

del banco a los que se asignaba nuestra cuenta durante algunos

meses. Como resultado de nuestros esfuerzos por informar

a cada nueva cara que asomaba, habíamos tendido una

red de contactos en el banco con quienes intercambiábamos

mucha información y opiniones. Cuando no descubrieron

ningún fraude, el banco reunió a su gente para saber qué

hacer. Los nuestros presentaron con tal congruencia nuestra

postura (porque todos sabían lo que pasaba) y la habíamos

compartido con tantos funcionarios del banco, que tuvo una

enorme influencia en el resultado, que fue la formación de

un equipo del banco y la empresa para resolver el problema

común que teníamos. Se borraron los límites entre la corporación

y el banco: para un observador externo, no habría

quedado claro dónde terminaba la corporación y empezaba

el banco [...]

Nuestra corporación tenía amplios sistemas formales de

reporte con los que se monitoreaban periódicamente las operaciones.

Después de la compra hostil, hubo que hacer grandes

modificaciones a estos sistemas. Por ejemplo, [...] teníamos

que hacer públicos nuestros resultados cada trimestre en una

época en la que perdíamos casi dos millones de dólares por

semana. Sabíamos que si no nos adelantábamos a informar a

nuestros proveedores, entrarían en pánico y se negarían a concedernos

créditos. Movimientos bruscos de su parte habrían

podido tener consecuencias fatales para la empresa.

Además, nuestros planes de cerrar plantas en Canadá y

Estados Unidos nos enlazaron con los sindicatos y los gobiernos

de una manera muy distinta. Nos dimos cuenta de que

no teníamos más opción que tratar con estos grupos adelantándonos

a los hechos.

Ya referí cómo nuestra relación con el banco cambió

cuando abrimos las comunicaciones. Se produjo exactamente

el mismo efecto con estos otros grupos. Al principio,

nuestros principales proveedores no entendieron por qué les

dijimos que estábamos en problemas antes de que fuera necesario.

Pero pudimos enmarcar la situación de tal manera que

conseguimos que cooperaran con nuestra supervivencia, de

modo que cuando el “parte de guerra” salió en las noticias,

teníamos todo su apoyo. De la misma manera, casi todos los

gobiernos y sindicatos se sintieron tan contentos de haber

sido convocados a participar que hicieron grandes esfuerzos

por ser de ayuda. Tal como hicimos con el banco, formamos

fuerzas de tarea con estas instancias “externas” para resolver

problemas que ya eran de todos. Un elemento importante

de nuestra capacidad para lograr todo esto fue la calidad de

nuestras comunicaciones internas. Todos los miembros de los

equipos tenían un cuadro completo y actualizado de lo que

estaba sucediendo. Una instancia externa podía preguntar a

un miembro de cualquier equipo y le daría la misma versión.

De esta manera, tendimos una formidable red de contactos,

muchos con competencias especiales y experiencia en campos

que luego resultaron de gran utilidad para nosotros.

Agregar numerosas redes a nuestros sistemas de información

reforzó nuestra capacidad de recabar y difundir la

información. La informalidad y transparencia de las redes,

junto con mucho diálogo en persona, nos dio un sistema de

advertencia oportuna de sentimientos lastimados y posibles

movimientos hostiles de parte de los accionistas, proveedores,

bancos nerviosos y hasta de clientes. Esta información

nos sirvió para eludir las dificultades antes de que se

manifestaran. Las redes fungieron también como sistema de

difusión por el que poníamos a prueba planes y acciones

antes de hacer los anuncios formales. De este modo, conseguimos

excelentes sugerencias de mejoras y todos sentían

que habían sido consultados antes de emprender ninguna

acción [...]

Tuvimos una experiencia semejante con un grupo de

personas de fuera de la empresa durante el frenético último

semestre de 1983, cuando tratábamos de concluir un trato

para que los accionistas y el banco vendieran el negocio de

distribución de acero a otros propietarios. Ese grupo de personas

estaba formado por las secretarias de los numerosos

abogados y contadores que se ocuparon del trato.

Convertimos a estas secretarias en parte de la red: les

resumíamos la situación por adelantado, les explicábamos

la necesidad de ciertas cosas y las manteníamos al tanto de

los avances del trato. Nos asombró la cooperación que recibimos:

comunicaban nuestras llamadas, contestaban rápidamente

nuestros mensajes y entregaban a tiempo bocetos y

opiniones. Al final, un trato complicado que hubiera tardado

nueve meses se hizo en tres. Todo fue logro de gente ordinaria

que hizo mucho más de lo que era su deber [...]

Nos lanzaron a la crisis sin advertencia y nuestras primeras

actividades fueron casi puras reacciones a problemas que

se nos imponían. Pero mientras nos embrollábamos con las

fuerzas de tarea, fuimos dando con medios de influir en lo

que pasaba. El cambio de las relaciones con el banco lo ilustra

con claridad. Aunque no teníamos ningún poder formal en la

situación, vimos que al contextualizar de manera congruente

un confuso apuro, a través de nuestra red pudimos ejercer

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