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Teoria y diseño organizacional

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486 Parte 5: Administración de procesos dinámicos

encontramos oportunidades para un mejoramiento, trataremos

de conseguirles algunas recomendaciones”.

Pero apenas había trascurrido una semana desde la terminación

del estudio cuando el director administrativo recibió

una llamada de una enfurecida cliente. Era la secretaria

asistente de asuntos públicos, Erin Dove y no hablaba en su

acostumbrado tono optimista. “Ustedes han logrado alterar

a todo mi personal de supervisión con sus comentarios acerca

de cómo tendremos que transformar nuestra organización y

métodos” le dijo. “Yo creí que estaban haciendo un estudio

para descubrir ciertos hechos. Este tipo Pitcher habla como si

quisiera rehacer las oficinas corporativas del DST de la noche

a la mañana. ¿Quién cree que es?”

Cuando Davidson le preguntó acerca de su encuentro con

asuntos públicos, Pitcher expresó su sorpresa porque algunas

breves observaciones compartidas con los supervisores en

interés, de “una pronta retroalimentación de la información”,

se hubieran interpretado para llegar a esas conclusiones tan

inquietantes. “Les indiqué que les diremos cómo arreglar las

cosas”, le aseguró a su supervisor.

“Escucha, Al”, replicó Davidson con amabilidad. “Se

trata de gerentes muy experimentados y no están acostumbrados

a que les digan que deben arreglar cualquier cosa. Esta

agencia ha operado durante años y la necesidad de una reinvención

todavía no está resonando del todo bien. Debemos

recabar la información y analizarla, y preparar un caso convincente

para el cambio, de lo contrario estaremos dando

vueltas en círculos. Vamos a detener la retroalimentación

hasta que tú y yo la hayamos analizado muy bien.”

Pero dos semanas después Phil Canseco, el Director de

Desarrollo de Tecnología, un antiguo y apreciado colega, se

encontraba frente a la puerta de la oficina de Davidson con

un aspecto tan descontento como había sonado la voz de Erin

Dove por teléfono. “Harmon, amigo mío, creo que debes frenar

un poco a este equipo de estudios”, declaró. “Varios gerentes

que estaban programados para entrevistas del estudio estuvieron

trabajando turnos de 24 horas para entregarle un proyecto

revisado del presupuesto al subcomité de Asignaciones ese día.

Mi delegado dice que Pitcher estaba molesto por la idea de

posponer las entrevistas y que refunfuñó algo acerca de si

comprendíamos cuáles eran las nuevas prioridades. ¿Está

viviendo en el mundo real?”

Los comentarios de Canseco impulsaron a Davidson a llamar

a algunos de sus respetados colegas que habían tenido

trato con el equipo de estudios. Con diversos grados de renuencia,

todos criticaron al líder del equipo y, en algunos casos a

los miembros del mismo, tan abrasivos y poco interesados en

la razón fundamental ofrecida para la estructura y los procesos

existentes.

De manera que Davidson recurrió a todo su tacto para

entrevistarse con el líder del equipo de estudios. Pero Pitcher

no estaba de humor para una introspección ni para la reconsideración.

Adoptó el punto de vista de que lo habían llevado

para encabezar una iniciativa de mejora administrativa, inspirada

en la Casa Blanca, en una agencia fascinante que nunca

había tenido necesidad de pensar mucho en la eficiencia.

Le recordó a Davidson que incluso él había reconocido que

los gerentes necesitaban recibir algunas lecciones severas en

este aspecto. Pitcher no veía forma alguna de cumplir con su

límite de tiempo, excepto apegándose a un riguroso programa,

debido a que estaba trabajando con gerentes que no se sentían

inclinados a cooperar con una persona ajena que les imponía

un ejercicio que no era popular. Creía que el papel de Davidson

era mantenerse firme frente a las críticas no garantizadas de las

prima donnas que trataban de desacreditar el estudio.

En la mente de Davidson surgieron muchas preguntas acerca

del plan del estudio y de la capacidad de su división para llevarlo

a cabo. ¿Habían aceptado demasiado con tan poco? ¿Se había

elegido a las personas adecuadas para el equipo de estudios?

¿Los gerentes y directivos, e incluso los miembros del equipo,

habían recibido una preparación apropiada para el estudio?

Pero la pregunta más inmediata era si Pitcher lo podía

ayudar con estos problemas.

*Este caso fue preparado por David Hornestay y apareció

en Government Ejecutive, vol. 30, núm. 8, agosto de 1998,

45-46, como parte de una serie de estudios de casos que

examinan los dilemas en el lugar de trabajo a los que se enfrentan

los gerentes federales. Reimpreso con autorización

de Government Executive.

Caso para Análisis: El dilema de Aliesha State College: competencia frente a necesidad*

Hasta la década de 1980, Aliesha era una universidad estatal

para profesores, de buena reputación y un tanto somnolienta,

ubicada en la periferia de una importante área metropolitana.

Después, con la rápida expansión de las inscripciones universitarias,

el estado convirtió a Aliesha en una universidad estatal

de cuatro años (y los planes requerían que se convirtiera

en una universidad estatal con trabajos para graduados y tal

vez incluso con una escuela de medicina a finales de la década

de 1990). En el transcurso de diez años, Aliesha creció de 1 500

a 9 000 estudiantes. Su presupuesto creció todavía con mayor

rapidez que las inscripciones, un incremento de 20 veces más

durante ese periodo.

En lo único en que Aliesha no creció fue en la parte original,

la universidad para profesores; allí las inscripciones

en realidad disminuyeron. Todo lo demás parecía prosperar.

Además de la construcción de nuevas escuelas de cuatro

años de artes liberales, negocios, medicina veterinaria y odontología,

Aliesha desarrolló muchos programas de servicios

comunitarios. Entre ellos estaban un programa nocturno de

rápido crecimiento, una clínica de salud mental y un centro

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