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Teoria y diseño organizacional

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552 Caso integrador 4.0

reprimenda sin la menor contemplación. Otras

veces las dejaban que trabajaran por su cuenta

debido a las intensas demandas del tiempo de

Stockwell, a su frecuente atención a los detalles

en algunos aspectos, en particular los concernientes

a programas y prioridades. “Recortaba”

las líneas de autoridad dándole órdenes directamente

a un gerente o incluso a un supervisor,

en vez de hacerlo recurriendo a los niveles intermedios. Eso

violaba la cadena de mando, dejaba sin información a los

gerentes y reducía su autoridad. En ocasiones se observaba

que tenía a personas capaces bajo su mando, pero no siempre

les permitía desempeñar su trabajo.

El grupo clave de personas de producción muy rara vez se

reunía como grupo, a menos que Rockwell les pidiera a gritos

que lo hicieran. Los comités de coordinación y otras cosas

por el estilo existían principalmente en papel.

Algo tal vez más serio que eso era su relación con ventas.

Rob Bronson era ampliamente considerado como un gerente en

extremo capaz, brillante, agradable y prometedor. La división

de ventas se desempeñaba como una máquina bien lubricada,

pero también tenía el entusiasmo y los destellos de brillantez

que indicaban una considerable adaptabilidad. La moral era

de un nivel alto y la identificación con la empresa era total. Sin

embargo, al personal de ventas le resultaba sumamente difícil

obtener información confiable de producción en lo concerniente

a las fechas de entrega o incluso en qué etapa se encontraba

un producto en proceso de producción.

Debido a una larga tradición, les podían dar un impulso a

los pedidos de especiales en el flujo de trabajo, pero a menudo

no podían averiguar lo que haría eso con los pedidos normales

o incluso si eso podría alterar las cosas. La razón era que

Stockwell les prohibía a los miembros de su personal que proporcionaran

cualquier información al personal de ventas, con

excepción de la más rutinaria. De hecho, debido al alto nivel

de centralización de la autoridad y a la información en producción,

los miembros del personal de producción ni siquiera lo

sabían ellos mismos. “Ramrod” Stockwell lo sabía muy bien y

la única forma de obtener información de él, era ascendiendo

por la línea de ventas hasta llegar a Rob Bronson. El vicepresidente

de ventas podía obtener la información que tenía el

vicepresidente de producción.

Pero Bronson tenía más problemas que el sólo hecho de

no querer perder su tiempo llamando a Stockwell acerca del

estado de los reportes. Durante la junta semanal de la alta

gerencia, que involucraba a todo el personal desde el nivel de

vicepresidentes y más arriba y con frecuencia a algunos niveles

inferiores, Bronson le preguntaba continuamente a Stockwell

si había algo que se pudiera hacer. Stockwell siempre respondía

que creía que sí. No permitía que lo presionaran para

cualquier estimación, mejor y muy rara vez reconocía que, de

hecho, un trabajo no era posible. Incluso las indagaciones del

presidente Tom Hollis no podían obtener pronósticos exactos

de Stockwell. En consecuencia, la planeación de parte de

ventas y de otras divisiones era difícil y las fallas de parte

de producción eran muchas, debido a que siempre prometía

vagamente alguna cosa. Stockwell estaba dispuesto a intentar

cualquier cosa y se esforzaba por lograrlo, pero el resto del

grupo sabía que muchos de esos intentos fracasarían.

4.0

Aun cuando las personas que estaban a las órdenes de

Stockwell resentían la forma en que se hacía cargo de sus trabajos

en ocasiones y la falta de información disponible para

ellos acerca de otros aspectos de producción, le eran leales.

Admiraban su capacidad y sabían que luchaba continuamente

contra la presión constante de ventas en lo concerniente a los

pedidos especiales, los cambios de programa, o bien culpaban

a producción por los rechazos. “Aquí ventas se lleva toda la

gloria”, dijo uno de ellos. “La semana pasada, durante la junta

semestral de la empresa, el presidente del consejo y el director

general de la empresa no parecían felicitar lo suficiente a

ventas por su buen trabajo, pero para producción sólo hubo

el comentario de ‘bien hecho’; ‘bien hecho dadas las circunstancias

difíciles’. Vamos, ventas es la que nos está poniendo a

prueba.” Los reportes anuales a lo largo de los años le concedían

el crédito a ventas por los años buenos, y se referían a

las fallas del equipo, a las instalaciones de producción atestadas

o deficientes y otras cosas por el estilo en los años malos.

Pero también era cierto que los problemas seguían, aun cuando

Rockwell finalmente logró obtener del consejo de administración

algunas nuevas instalaciones de producción.

Stockwell también se mantenía socialmente aislado del

grupo apropiado del personal en el nivel superior: se quedaba

a trabajar más tarde que la mayoría, sus modales eran rudos,

estaba menos interesado en las actividades culturales y muy

rara vez jugaba golf. En ocasiones se relajaba en compañía

del gerente de ventas aeroespaciales, que incidentalmente era

la única persona de ventas de alto nivel que tendía a defender

a Stockwell. “Ramrod es un diamante en bruto, no sé si deberíamos

tratar de pulirlo”, decía en ocasiones.

Pero la idea de pulirlo estaba en la mente de muchos. “Es

un gran hombre en producción, es sorprendente lo que saca

de ese taller. Pero no sabe cómo manejar a las personas. No

sabe delegar; no nos dice cuando está en problemas con algo;

construye una valla alrededor de su personal, impidiendo un

fácil intercambio”, manifestó el presidente. “Obstinado como

el demonio, era bueno hace algunos años, pero yo jamás le volvería

a dar el trabajo”, dijo el presidente del consejo. No estaba

de acuerdo con el presidente en que Stockwell podía cambiar.

“No es posible cambiar las personalidades de las personas y

menos que nadie, las de los hombres de producción.” “Él se

encuentra en una posición difícil”, comentó el vicepresidente

de ventas “y debe lograr que los miembros de su personal trabajen

con él, no en su contra y todos debemos trabajar juntos

en el mercado actual. Sólo desearía que no fuera tan rígido”.

Más o menos un año antes, el presidente había abordado

a Stockwell acerca de que se tomara un par de semanas libres

y participara en una sesión de capacitación en liderazgo.

Stockwell no quiso saber nada de eso y se sintió ofendido.

El presidente esperó varios meses y después anunció que

había hecho arreglos para que el gerente de personal y cada

uno de los directores asistieran a sesiones de capacitación

de grupo, dirigidas por una organización muy conocida. Eso

se había convenido durante una de las juntas de directores,

aun cuando nadie lo había tomado muy en serio. Uno por

uno, los directores regresaron con un notable entusiasmo respecto

al programa. “Es como si hubieran tenido en mente a

nuestra empresa cuando lo diseñaron”, comentó uno de ellos.

Algunos empezaron a tener sesiones por las noches y los fines

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