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dinamica social libro

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668 CASOS DE ESTUDIO<br />

cuando la oficina de renta tenía más operaciones de las<br />

que podía manejar. Era común que la oficina dispusiera<br />

de vehículos para los clientes que los solicitaban, pero ese<br />

día su estacionamiento estaba vacío excepto por una SUV<br />

que una pareja había reservado para sus vacaciones. La<br />

reservación de la pareja era para la 1 P.M. y ya eran las 12,<br />

el mediodía. Elena, proactiva como siempre, fue a revisar<br />

la SUV para asegurarse de que estaba lista para ellos.<br />

Mientras se levantaba de su escritorio, la puerta de la oficina<br />

se abrió de súbito y un hombre se precipitó al mostrador.<br />

“Tiene cualquier vehículo para rentar?” preguntó agitado.<br />

“No tengo reservación pero de verdad necesito un<br />

carro en este mismo momento y por lo que resta de la<br />

semana”.<br />

Elena se disculpó y explicó que el único vehículo que<br />

tenía en ese momento ya estaba reservado, pero que él<br />

podía esperar en la oficina hasta que volviera otro automóvil.<br />

En realidad, dijo, esperaba tener dos alrededor de<br />

las 3 P.M.<br />

“Eso no me sirve”, replicó el hombre, “lo necesito<br />

ahora”.<br />

“Otra vez, le ofrezco una disculpa señor, pero no sería<br />

justo para quienes hicieron la reservación que yo rentara<br />

el único coche disponible”, dijo Elena.<br />

Con una mueca, el hombre comenzó a salir y mientras<br />

lo hacía, el jefe de Elena, que había escuchado la conversación,<br />

intervino. “Entonces, de verdad necesita un carro,<br />

¿eh?”, preguntó al hombre.<br />

Este asintió con la cabeza. “Sí, sí”.<br />

“Se lo rentaría por $150 diarios”, dijo el jefe de Elena.<br />

Ciento cincuenta dólares al día era mucho más de la tarifa<br />

habitual que cobraba la empresa por la renta.<br />

El hombre titubeó y luego dijo, “bien, lo tomo”.<br />

Al dirigirse hacia el único vehículo en el estacionamiento,<br />

la estupefacta Elena preguntó al supervisor por<br />

qué había rentado la SUV si sabía que estaba reservada: y<br />

por qué lo había hecho a un precio tan alto.<br />

“Ese hombre habría pagado lo que fuera, y pagó lo<br />

doble de lo que hubiéramos obtenido”, dijo riendo el jefe.<br />

“Mira, si vas a ser gerente, necesitas saber cómo ganar<br />

dinero. Siempre haz el mejor trato que puedas”.<br />

“¿Aun si eso significa perder un cliente?”, preguntó<br />

Elena. “¿Qué diremos a la pareja que tenía la reservación<br />

de la SUV?”.<br />

“Tú les dirás que se descompuso inesperadamente y<br />

está en el taller. Si quieres ser gerente comienza a actuar<br />

como si lo fueras”.<br />

Poco después, la pareja con la reservación llegó a la oficina.<br />

Elena no quería engañarlos, pero tampoco quería<br />

cancelar su oportunidad de obtener el puesto de gerente.<br />

También se imaginó que la pareja entendería mejor si les<br />

decía que la SUV estaba descompuesta a que si les mencionaba<br />

que la había rentado a otro cliente. Así, Elena<br />

siguió el consejo de su gerente y mintió a la pareja.<br />

En los meses que siguieron, Elena estuvo varias veces en<br />

la posición en que su jefe le pedía que engañara a los<br />

clientes porque su oficina había reservado demasiados<br />

vehículos. Muy pronto se volvió su segunda naturaleza, y<br />

se encontró mintiendo a los clientes sin que hubiera presión<br />

de su jefe. Sin embargo, hasta ese momento sus mentiras<br />

no habían causado ningún daño a nadie, al menos<br />

hasta donde sabía, lo que cambió el día en que Jim Reynolds<br />

le rentó un automóvil.<br />

El día era de rutina en cuanto a que la oficina estaba<br />

muy ocupada. Sólo había dos vehículos en el estacionamiento:<br />

un compacto y un sedán nuevo de lujo. El Sr.<br />

Reynolds había rentado el compacto, más barato. Sin<br />

embargo, al inspeccionar el carro antes de que llegara el<br />

cliente, Elena notó una gran burbuja en la pared exterior<br />

de la llanta delantera del lado del pasajero. Por su capacitación,<br />

sabía que la deformación era peligrosa, pero también<br />

sabía que tendría que dar al Sr. Reynolds el sedán de<br />

lujo por el mismo precio que el compacto, si decidiera no<br />

rentarle éste. Pensó en lo que su jefe le diría y que era probable<br />

se molestara si no cobraba una tarifa alta por el<br />

coche nuevo de lujo. Además, pensó, el coche estaría bien<br />

y el Sr. Reynolds lo tendría sólo por un día. Así que Elena<br />

volvió a la rutina, y con una sonrisa y un apretón de manos<br />

rentó el compacto al Sr. Reynolds, quien no vio el defecto<br />

en la llanta porque Elena no lo llevó alrededor del<br />

vehículo (del lado del pasajero): práctica normal en la<br />

compañía arrendadora.<br />

Un día después, el mundo de Elena había cambiado<br />

por completo. Ahora estaba al teléfono con el director del<br />

departamento jurídico de la empresa, quien le preguntaba<br />

cómo había pensado que era seguro rentar el automóvil<br />

al Sr. Reynolds. Ella podía admitir que sabía del<br />

defecto de la llanta y que de todos modos había decidido<br />

rentar el vehículo, o podía mentir y decir que la llanta se<br />

veía bien cuando lo había rentado. Si decía la verdad, su<br />

ascenso a gerente quedaría eliminado, al menos por mucho<br />

tiempo. Se llenó de ira. Había trabajado mucho para llegar<br />

a donde estaba, se lamentó por no haber dicho a su jefe<br />

que ella no iba a engañar a los clientes, aun si eso significaba<br />

perder una buena evaluación. Pero eso era el pasado.<br />

Podía decir al director del departamento jurídico que su<br />

jefe le había dicho que mintiera a los clientes, pero sabía<br />

que éste lo negaría. De cualquier manera, las opciones no<br />

eran muy atractivas.<br />

“¿Bueno?... ¿bueno?” insistía el director del jurídico.<br />

Elena volvió a la conversación, “Lo siento, se cortó la<br />

comunicación por un momento”, dijo. “Ah, sí… sobre el<br />

Sr. Reynolds…”

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