LUCES Y SOMBRAS I

558 LUCES Y SOMBRAS DE LA SEGURIDAD
INTERNACIONAL EN LOS ALBORES DEL SIGLO XXI
más degradada en la que el respeto por los derechos humanos y por el
DIH no son un imperativo para los actores armados, legales e ilegales.
La narcotización de la guerra
Desde los años 80 y con especial fuerza en los años 90, el
narcotráfico se convirtió en el catalizador e impulsor de la confrontación.
La guerra se narcotizó, algunos frentes de las Farc se narcotizaron,
emergieron nuevos grupos dedicados al narcotráfico. Se fue avanzando
hacia una economización de la guerra en donde se confunde la lucha
revolucionaria con el negocio lucrativo de las economías de la guerra.
Bajo está lógica se tiende a cambiar la guerra política por la guerra
económica, y tiende a que las convicciones sean desplazadas por el afán
de lucro.
Todo este ambiente de criminalidad y contextos de ilegalidad ha
permeado la política y la cultura de los colombianos. El fenómeno de la
para-política es un hecho claro de ello. Se refiere a los vínculos probados
entre altos cargos políticos y destacados jefes paramilitares a partir de los
cuales se regulaba la toma de decisiones en el Congreso de la República y
varios gobiernos locales.
Por su parte, la forma de vida de los colombianos se ha visto
también permeada por la cultura del narco. La población civil comienza a
ser parte del conflicto en la medida en que participa como cultivadores de
coca, como comercializadores de productos y consumidores de una
economía informal. Se crea una lógica de la ilegalidad, unas culturas
regionales alrededor del narcotráfico en las que las relaciones sociales
están mediadas por el negocio de la droga instaurando a su vez una
especie de ley social de búsqueda del dinero fácil, de dinámicas de
consumo interno y expansión de las redes de exportación ilegal 34 .
La lógica de la territorialización
Siguiendo en la misma línea de lo anterior, el punto quizás más
interesante en estas economías de la guerra es que la confrontación por el
34 Manuel Salamanca, “Un ajedrez del conflicto…” pg. 36.