LUCES Y SOMBRAS I

EJE TEMÁTICO III: 735
LOS CONFLICTOS ARMADOS EN EL MUNDO ACTUAL
Y SU GESTIÓN INTERNACIONAL
efecto elementos provenientes de las distintas políticas comunitarias,
integradas y no integradas, de manera orgánicamente armoniosa.
Sin embargo, el examen de conformidad con el marco teórico
sobre intervenciones externas en estados fallidos presenta resultados
lógicamente peores que en Kosovo.
Primero, existen dudas sobre la capacidad del presidente Sharif
para convertirse en el líder capaz de pacificar Somalia. Los pasos dados
hacia la reconciliación nacional, incluido el acuerdo con la milicia
moderada Ahli-Sunni-Wahl-Jama’a de 14 de marzo pasado, parecen
insuficientes pese al apoyo incondicional de la comunidad internacional.
Debe subrayarse, además, que la UE practica una política ambigua de
unidad territorial en Somalia. Sin reconocer oficialmente la soberanía de
Somaliland (unilateralmente declarada independiente desde 1991),
financia iniciativas de desarrollo y políticas (como la observación de
elecciones presidenciales) en Somaliland reconociendo de modo indirecto
que las autoridades de Hargeysa constituyen el gobierno del territorio que
administran.
Segundo, aunque la existencia de mecanismos efectivos de
responsabilización sobre la gestión de la ayuda internacional cumple los
requisitos de transparencia, habida cuenta de que el presidente somalí
derivó la gestión financiera de los fondos recibidos a una consultoría
internacional (Price Waterhouse Coopers), persisten graves deficiencias
en la seguridad de los canales de distribución de la ayuda. Tercero, el
clima de inseguridad extrema que viven determinadas zonas del país
(particularmente la mitad sur) imposibilita la introducción de
planteamientos basados en la concepción de los individuos como
ciudadanos, es decir, la inversión efectiva en capital humano local,
mediante programas comunitarios de educación o sanidad. Las mismas
consideraciones se aplican al criterio de apoyo al sector privado.
En definitiva, el fracaso de la perspectiva europea hacia Somalia
no es debido a su insuficiente “integralidad” sino a su escasa intensidad.
Dicha conclusión encuentra su origen, en nuestra opinión, en la ausencia
de intereses suficientemente poderosos en los Estados Miembros, a nivel
institucional y de opinión pública, que justifiquen la asignación de fondos
que la intervención en Somalia requiere.