LUCES Y SOMBRAS I

EJE TEMÁTICO III: 567
LOS CONFLICTOS ARMADOS EN EL MUNDO ACTUAL
Y SU GESTIÓN INTERNACIONAL
descomposición del estado y la delincuencia organizada. La Unión
confirma la existencia de un orden global, en la que ya no hay conflicto
regional que no tenga consecuencias para su seguridad y la defensa de
sus valores. En sus páginas declara que el multilateralismo es una forma
eficaz de gestionar las crisis; lo que, dicho en aquel momento, no dejaba
de ser una postura polémica.
A pesar de la novedad y la importancia que la Estrategia
Europea representaba, con el paso de tiempo ha quedado en un nuevo
gesto voluntarioso, cuyo mayor triunfo fue su mismo nacimiento y ser
una referencia en los asuntos de seguridad en Europa. Sus enunciados nos
parecen bastantes generalistas, voluntariosos y sin contundencia a la hora
de listar las amenazas a las que se enfrentaba y su manera de hacerlas
frente.
La entrada en vigor del Tratado de Lisboa (TL) sí que supone
cambios institucionales importantes en la política de seguridad, aunque la
efectividad y profundidad de esos cambios quedan por ver puesto que
acabamos de empezar a implementar la nueva estructura. Sin embargo,
conviene recordar que el TL no es el tratado constitutivo de una nueva
Unión, sino que modifica tratados anteriores, sin haberlos derogado, y
que su nacimiento es la expresión del fracaso para dotarse de una
constitución propia, que hubiera representado un cambio estructural en
Europa.
La introducción de la personalidad jurídica de la Unión y la
creación del Consejo Europeo como institución independiente deberán
incidir en la política de seguridad al robustecer su capacidad de actuación
en el escenario internacional. El TL acaba con la estructura de pilares
introducida por Maastricht y modifica el nombre de la Política Europea
de Seguridad y Defensa por el de Política Común de Seguridad y Defensa,
en concordancia con las demás políticas comunitarias. Hay un cambio
cualitativo en el concepto de seguridad, que podría llevar a defensa
común con la cláusula de asistencia mutua y la cláusula de solidaridad
entre sus miembros. Sin embargo, sigue reconociendo implícitamente la
preeminencia de la OTAN en la defensa militar del Continente.
El nuevo Tratado amplía las misiones en las que se puede
involucrar la Unión; las tradicionales misiones Petersberg se ven
ampliadas a otras de restablecimiento de la paz y que pueden hacer