LUCES Y SOMBRAS I

672 LUCES Y SOMBRAS DE LA SEGURIDAD
INTERNACIONAL EN LOS ALBORES DEL SIGLO XXI
otros, en la idea de integración de los Estados que se han ido uniendo a
ella, la liberalización de los mercados y eliminación de fronteras, el
respeto de los Derechos Humanos, etc. Basada casi exclusivamente en el
aspecto económico desde el Tratado de Roma de 1957, hubo que esperar
hasta el Tratado de Maastricht en 1992 para que se dotase, por primera
vez, de una política exterior y de seguridad común a los Estados
miembros de la Unión. La idea era que la organización regional tuviese
un peso real en la sociedad internacional.
Sin embargo, la política exterior siempre ha sido uno de esos
aspectos en los que la Unión Europea como tal poco tuvo que decir, un
área reservada a los Estados miembros que deciden cada uno por su
cuenta qué política exterior quieren seguir en cada situación que se
presenta. Un resquicio de soberanía cuasi absoluta que queda en un
proceso de integración que refleja que la Unión Europea es, pues eso
mismo, un proceso, inacabado por definición, al que le resta mucho por
hacer, no tanto en los ámbitos económico y comercial, pero sí mucho en
el social, y lo que aquí nos interesa, en el político. Las diferencias que
pueden presentarse entre sus Estados son de sobra conocidas y la
dificultad de hacer frente común (frente europeo) es de notoriedad
pública (uno de los casos recientes más sonados fue sin duda la fractura
que existió en cuanto a la intervención armada contra el Iraq de Saddam
Hussein en el año 2003).
La acción europea en los Balcanes se puede calificar de tímida,
por lo menos hasta ahora, más aún si la comparamos con la desarrollada
por Estados Unidos en la zona. Cuando estalló la República Federativa
Socialista de Yugoslavia en 1991, Luxemburgo ostentaba la presidencia
europea y las primeras reacciones fueron que Europa debía tener un papel
preponderante en la solución de la crisis.
Nada más lejos de la realidad. Las diferencias entre sus Estados
miembros en cuanto a su apreciación de lo que ocurría en los Balcanes,
añadida a la falta de instrumentos institucionales de la Unión para tomar
decisiones en nombre de todos, hizo que la UE tuviese simplemente un
papel de segundón en la solución de un conflicto que se desarrollaba y
cuyos efectos se sentían en territorio europeo. Así, sirvan de ejemplo los
acuerdos de Dayton de noviembre de 1995 que fueron auspiciados por
Estados Unidos y desarrollados básicamente por las Naciones Unidas y la
Organización del Tratado del Atlántico Norte.