LUCES Y SOMBRAS I

576 LUCES Y SOMBRAS DE LA SEGURIDAD
INTERNACIONAL EN LOS ALBORES DEL SIGLO XXI
El Mundo se está moviendo muy deprisa y un nuevo paradigma
internacional está emergiendo; pero las estructuras políticas y de
seguridad europeas no están adaptadas a esa nueva realidad. La amenaza
ha cambiado y Europa no lo tendrá tan fácil de zafarse de ella como hasta
ahora ni tampoco puede renegar de sus compromisos en el
mantenimiento de la paz global. Y en estos aspectos, la imprevisión es
letal.
La proliferación de organizaciones de seguridad y defensa no
añade seguridad a Europa. Una racionalización de esas organizaciones
me parece imprescindible. La Unión Europea debe de crear una
estructura de decisión inequívoca, sostenida por una cadena de mando y
control eficaz y con unas capacidades de fuerza suficientemente creíbles
y operativas. Si bien los Acuerdos de Berlín han sido un éxito relativo,
esa vía me parece agotada.
La Unión Europea debe de crear un organismo (llamémosle por
ahora, un cuartel general) cívico-militar con capacidad para planear y
dirigir al nivel operacional las operaciones de seguridad de la Unión.
Cualquier otra solución intermedia no me parece la solución realista. La
constitución ad hoc de cuarteles generales para gestionar crisis me parece
contradictorio: las crisis, normalmente, se generan de manera violenta y
su gestión exige reacciones rápidas. La generación de cuarteles generales
mediante el sistema de nación – marco y la activación de “augmentees”
no es efectivo por las mismas razones mencionadas anteriormente y por
otras de índole político.
Mi propuesta a esta situación va por la creación de un cuartel
general, multinacional en su composición, que trabaje en beneficio
exclusivo de los organismos europeos. La experiencia de cuarteles
generales composite, en los que los nacionales de un país van a defender
posturas nacionales, no me parece solución razonable.
A disposición los órganos de decisión y planificación a nivel
estratégico, se debe definir una estructura de gestión operacional y táctica,
y mantener unas capacidades militares a disposición de la anterior
estructura para implementar las decisiones que correspondan. La
experiencia de los “battlegroups” nos permite afirmar que esa estructura
no es válida o necesita cambios. Mi propuesta va por la constitución en
territorio europeo de cuarteles generales permanentes (no muchos)