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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS DE ORO CON LA MEDICINA<br />

se hubiera tratado <strong>de</strong> algo normal y corriente. A los tres o cuatro días se estableció el tránsito<br />

intestinal, con evacuaciones normales y paso <strong>de</strong> gases, como en un caso más.<br />

Este enfermo fue visto por mí como a los cinco años y le hice practicar una radiografía<br />

con medio <strong>de</strong> contraste, encontrando que la anastomosis funcionaba a la perfección.<br />

Ex presi<strong>de</strong>nte Machado<br />

Entre los clientes importantes a quienes asistí, se encuentra el ex presi<strong>de</strong>nte, General<br />

Gerardo Machado, <strong>de</strong> Cuba, cuando se encontraba exiliado en nuestro país, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su<br />

<strong>de</strong>rrocamiento.<br />

Muy pocos dominicanos estaban enterados <strong>de</strong> su presencia en nuestro país, al cual<br />

había llegado secretamente por las costas <strong>de</strong> Montecristi, en un pequeño yate que lo había<br />

transportado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las Bahamas.<br />

Así es que cuando se me requirieron mis atenciones médicas para su enfermedad, yo<br />

ignoraba que estuviera conviviendo entre nosotros.<br />

Una noche vino a mi casa <strong>de</strong> familia en la calle Merce<strong>de</strong>s, un hombre que por su tono y<br />

acento no podía ocultar ser cubano y me pidió ir a ver a un enfermo, sin <strong>de</strong>cirme <strong>de</strong> quién<br />

se trataba.<br />

En su propio automóvil salimos en dirección a San Gerónimo y al llegar a una casa que<br />

existió o existe todavía cerca <strong>de</strong>l Hospital Robert Reid Cabral, muy cerca <strong>de</strong> don<strong>de</strong> están las<br />

oficinas <strong>de</strong> Rahintel, fui llevado a la presencia <strong>de</strong> un hombre bastante gravemente enfermo,<br />

con una aparente intoxicación alimenticia, que había que <strong>de</strong>scartar que se tratara <strong>de</strong> un<br />

envenenamiento criminal, dadas las condiciones <strong>de</strong>l paciente.<br />

Cuando estuve en su presencia, me preguntó que si yo sabía quién era él, contestándole<br />

afirmativamente por haberlo visto en muchas fotografías y a renglón seguido me inquirió<br />

que si yo tenía algo en su contra, a lo cual contesté que aunque no compartía sus i<strong>de</strong>as políticas,<br />

yo nada sentía en su contra, porque yo no era cubano, y a<strong>de</strong>más que mi condición<br />

<strong>de</strong> médico no podía impedirme que asistiera con toda diligencia e interés a un paciente que<br />

solicitara mis servicios.<br />

Luego <strong>de</strong> una pequeña pausa me dijo “bueno, me voy contigo, porque me has inspirado<br />

confianza”.<br />

Así fue que esa misma noche lo trasladé al Hospital Internacional, alojándolo en la mejor<br />

habitación <strong>de</strong> que disponíamos.<br />

Los exámenes <strong>de</strong> laboratorio no encontraron nada en referencia a intoxicación criminal,<br />

y el enfermo mejoró prontamente, recuperándose en pocos días, pero él no se quería ir a su<br />

hogar, porque se consi<strong>de</strong>raba muy feliz y bien atendido por el personal <strong>de</strong>l hospital.<br />

Pasó unas dos semanas en convalecencia durante las cuales llegamos a intimidar y me<br />

confió muchos secretos <strong>de</strong> su vida política, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus inicios en la guerra libertadora, en<br />

la cual había llegado a mayor general, hasta su <strong>de</strong>rrocamiento como presi<strong>de</strong>nte y su fuga<br />

precipitada al extranjero.<br />

Mi hija, que entonces era muy pequeña y me acompañaba muchas veces en mis visitas<br />

nocturnas al hospital, también entraba al dormitorio <strong>de</strong>l General, comportándose él como<br />

un verda<strong>de</strong>ro “abuelo” en intimidad con una nietecita, que a lo mejor añoraba. En muchas<br />

ocasiones ella estuvo sentada en sus piernas como si se tratara <strong>de</strong> un familiar, por la confianza<br />

que él le inspiraba.<br />

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