23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Los yankees, que han recorrido varios kilómetros <strong>de</strong> agotadora caminata tras un soñado<br />

placer, se sorpren<strong>de</strong>n <strong>de</strong> encontrar un hombre don<strong>de</strong> habían imaginado una soberbia hembra<br />

y <strong>de</strong>silusionados y cansinos, preguntan:<br />

_¿Dón<strong>de</strong> Polita?<br />

—Yo soy Polito –respon<strong>de</strong> el interpelado, suponiendo que la confusión <strong>de</strong> nombre se<br />

<strong>de</strong>bía a pronunciación <strong>de</strong>fectuosa.<br />

—Tú no Polita –niegan los yankees.<br />

—Yo sí Polito –afirma el preguntado.<br />

—Tú no Polita –insisten los soldados.<br />

—Yo sí Polito –confirma el <strong>de</strong> este nombre.<br />

Entre uno afirmando y los otros negando se agota la paciencia <strong>de</strong>l dominicano que, consi<strong>de</strong>rándose<br />

injuriado y maltratado por la negativa a reconocer su i<strong>de</strong>ntidad, salta el mostrador en<br />

actitud agresiva armado <strong>de</strong> un bien afilado machete. Los yankees que siempre se distinguieron<br />

por su pru<strong>de</strong>ncia frente a los irritados dominicanos, pusieron, asustados, distancia por en medio<br />

y reconociendo los pies como órganos esencialmente importantes y <strong>de</strong>fensivos, los usaron con<br />

libertad, temerosos <strong>de</strong> la bravura <strong>de</strong>l contrincante. Polito, dueño <strong>de</strong>l campo, les vocea:<br />

—Canallas: Párense a pelear. Tras ocupar el país, perturbar las familias y holgazanear<br />

borrachos e insolentes, me quieren también quitar mi nombre, el nombre <strong>de</strong> un hombre<br />

honrado. Esperen y verán. –Pero como los soldados continuaron en su <strong>de</strong>saforada huida<br />

sin hacer caso <strong>de</strong>l reto, les grita furioso:<br />

—Viva la República Dominicana.<br />

La explosión <strong>de</strong> Polito fue <strong>de</strong>sahogo <strong>de</strong> patriota. Inerme el país frente a la intervención<br />

extranjera, cualquiera oportunidad era buena para <strong>de</strong>mostrar que los dominicanos no la<br />

aceptábamos con agrado; la sufríamos porque la imponía la fuerza bruta, amparada por los<br />

cañones <strong>de</strong> un país po<strong>de</strong>roso, pero a<strong>de</strong>ntro, en lo muy hondo <strong>de</strong> cada corazón, vibraba una<br />

protesta: la explosión era asunto <strong>de</strong> oportunidad.<br />

No estoy rendido<br />

E. O. GARRIDO PUELLO | NARRACIONES Y TRADICIONES<br />

En el año 1903 se promovió en Azua un levantamiento revolucionario contra el Gobierno<br />

<strong>de</strong> Vásquez, acaudillado por don Pancho Montes <strong>de</strong> Oca, don Jesús Bidó y otros jefes<br />

jimenistas. El día 29 <strong>de</strong> mayo atacaron la población con resultado trágico: en el pleito, entre<br />

otros, murieron Montes <strong>de</strong> Oca por los atacantes y el General Sención Pichardo, su cuñado,<br />

por los <strong>de</strong>fensores. Fue un día <strong>de</strong> luto para la sociedad azuana.<br />

Entre los oficiales asaltantes figuraba uno <strong>de</strong> nombre Franco. Buena persona, parsimonioso<br />

y humorista a su manera. Derrotados los agresores, cada uno trató <strong>de</strong> salvarse como<br />

le fuera posible, según sus piernas, su serenidad y conocimiento <strong>de</strong>l terreno.<br />

Franco, que era <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rrotados, presumiéndose perseguido, como lógicamente había<br />

que pensarlo, pasó el Vía por el Su<strong>de</strong>ste. Al saltar sobre una empalizada <strong>de</strong> alambre se sintió<br />

fuertemente sujeto. Tal como hizo la gallinita rabona, no averiguó lo que pasaba, se creyó<br />

agarrado por los supuestos perseguidores y se <strong>de</strong>claró rendido, expresando su consentimiento<br />

en alta voz; pero como pasara tiempo sin sentir ninguna acción sobre su persona, se<br />

volvió <strong>de</strong>sconfiado, comprobando con sorpresa que se había rendido a un alambre <strong>de</strong> púas.<br />

Sonreído y chancero, percatado <strong>de</strong> su error, nuevamente exclama, siempre en alta voz:<br />

—No estoy rendido nada, –y siguió su precipitada fuga.<br />

525

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!