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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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HÉCTOR INCHÁUSTEGUI CABRAL | EL POZO MUERTO<br />

Más a<strong>de</strong>lante trabajé en la Fe<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> Partidos, en una casa que recuerdo frente a la<br />

entonces Mansión Presi<strong>de</strong>ncial, al terminar la calle Julio Verne. Lo hacía siguiendo a Trujillo,<br />

ya que la Fe<strong>de</strong>ración reunía a cuantos comulgaban con sus i<strong>de</strong>as, y para estar junto a Mario<br />

Fermín Cabral, algo así como la cabeza <strong>de</strong>l clan Cabral <strong>de</strong> que era parte.<br />

Cuando tuvimos la sensación <strong>de</strong> que perdíamos a Europa, por culpa <strong>de</strong> los propios<br />

escritores europeos, casi la intelectualidad toda, que nos anegó con su <strong>de</strong>sengaño, que nos<br />

ensor<strong>de</strong>ció con sus gritos clamando justicia, enseñando las llagas que en la piel y en el corazón<br />

habían abierto la guerra y las consecuencias <strong>de</strong> la guerra, hacíamos política, respaldando, en<br />

los bancos <strong>de</strong>l parque <strong>de</strong> Baní o en los <strong>de</strong>l Parque Colón, un programa <strong>de</strong> acción regeneradora,<br />

que nos podía hacer alcanzar en nosotros mismos esa América que invocaba Moreno Jimenes<br />

en versos carentes <strong>de</strong> lirismo, que le criticaron mucho, pero que arrancaban <strong>de</strong> una necesidad<br />

y que así inarticulados daban la sensación <strong>de</strong> una enorme soli<strong>de</strong>z épica.<br />

Al enfrentarnos a Juan Bosch y a los que con él trataron <strong>de</strong> aclimatar el romance a lo<br />

García Lorca para ponerlo al servicio <strong>de</strong> las figuras <strong>de</strong>l pasado, <strong>de</strong> los prohombres <strong>de</strong> las<br />

guerras civiles, hicimos política, entonces sin saberlo.<br />

Si hubiera triunfado su tesis y los poetas se hubieran dado a la tarea, que no era difícil:<br />

ahí estaban el material humano y todas las herramientas para el trabajo, nos hubiéramos<br />

llenado <strong>de</strong> caudillos y caudillos <strong>de</strong>ificados, cayendo en una suerte <strong>de</strong> politeísmo político<br />

que era, por un lado, un retorno insensato a períodos en buena hora superados <strong>de</strong>l pasado,<br />

y por otro, muy peligroso: todo el campo <strong>de</strong> la atención, toda la capacidad <strong>de</strong> admiración<br />

<strong>de</strong> un pueblo, la habría llenado la guerrera comparsa poetizada poniendo las tentaciones<br />

muy a la mano.<br />

Al <strong>de</strong>rrotar a Juan Bosch, principalmente a él que fue el alma <strong>de</strong>l movimiento, impedimos<br />

que la gente volviera los ojos hacia atrás y que sintiera la atracción <strong>de</strong> abismo que sobre las<br />

almas siempre han ejercido el penacho guerrero, las glorias militares, la ronca sirena <strong>de</strong> la<br />

fanfarria.<br />

No creímos, y nos reímos, <strong>de</strong> un movimiento breve, pero brioso al cual podríamos<br />

poner por rótulo “<strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> la vida” y que tuvo como finalidad poner al<br />

autodidacto por encima <strong>de</strong>l técnico, al hombre <strong>de</strong> acción por encima <strong>de</strong> los <strong>de</strong> pensamiento,<br />

hacer <strong>de</strong> la insolencia algo <strong>de</strong> más categoría que la reflexión, situar más dignamente la<br />

improvisación que el resultado <strong>de</strong> largos estudios, y <strong>de</strong>cididamente estuvimos al lado <strong>de</strong><br />

las togas, junto al ingeniero sudado que mete el ojo por el teodolito, cerca <strong>de</strong>l economista<br />

que maneja números, necesida<strong>de</strong>s y posibilida<strong>de</strong>s como el que guía un rebaño en silencio,<br />

junto a los que miran un librito antes <strong>de</strong> tomarle el pulso a una vaca, compenetrados con los<br />

que cantan con el pentagrama enfrente, con los que sueñan y en sus sueños viven, mudan,<br />

mueren, los gran<strong>de</strong>s héroes <strong>de</strong> la Humanidad, los que con una doctrina, con una cruz, con<br />

las i<strong>de</strong>as o una espada merecían no ser olvidados.<br />

El programa <strong>de</strong> Trujillo no se podía llevar a cabo sin técnicos, sin especialistas. Cerrarle el<br />

acceso en el país a la ciencia era proclamar que vivíamos en el mejor <strong>de</strong> los mundos posibles,<br />

sin necesitar <strong>de</strong> nadie ni <strong>de</strong> nada, y eso era sencillamente un disparate.<br />

El impulso partía <strong>de</strong> Trujillo y a él estaba encomendada la misión dura <strong>de</strong> impedir que<br />

el ánimo <strong>de</strong>cayera, que mellaran el entusiasmo, la capacidad <strong>de</strong> trabajo, el optimismo, todas<br />

esas fuerzas tropicales, telúricas, que conducen los pasos a la sombra <strong>de</strong> los árboles y llaman<br />

allí quedamente al sueño. En nuestra zona un hombre que trabaja sin pausas es un hombre<br />

que irrita, que llega a molestar.<br />

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