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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

en brazos <strong>de</strong>l Fundador <strong>de</strong> la República, y le dijo con emoción mal reprimida: “Sé que vas<br />

a morir, y cumpliendo mi juramento vengo a morir contigo”.<br />

La actitud <strong>de</strong> su ciudad nativa, <strong>de</strong>vorada hasta lo más íntimo por un dolor silencioso,<br />

llevó una sensación <strong>de</strong> alivio al ánimo <strong>de</strong> Duarte. “Por eso os amo –escribirá un día el Padre<br />

<strong>de</strong> la Patria en su diario, recordando en su soledad estos instantes–, por eso os he amado<br />

siempre, porque vosotros no tan sólo me acompañasteis en la Calle <strong>de</strong> la Amargura, sino<br />

que también sufristeis conmigo hasta llegar al Calvario”.<br />

Ya en la fortaleza, don<strong>de</strong> encontró algunas caras conocidas, pudo enterarse el fundador<br />

<strong>de</strong> “La Trinitaria” <strong>de</strong> que aún vivían Ramón Mella y sus <strong>de</strong>más compañeros. Esta noticia<br />

era por sí sola un consuelo para su mente cargada <strong>de</strong> inquietu<strong>de</strong>s, y al recibirla entró sereno<br />

en la mazmorra que se le <strong>de</strong>stinó por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Santana. Algunos oficiales y soldados, quienes<br />

habían sido testigos <strong>de</strong> su actitud y habían presenciado su <strong>de</strong>sprendimiento durante<br />

los días en que permaneció con el Ejército <strong>de</strong>l Sur, le dieron <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su llegada a la fortaleza<br />

<strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> simpatía. De no haber existido ór<strong>de</strong>nes tan rigurosas <strong>de</strong> incomunicarlo<br />

y <strong>de</strong> hacerle sentir en la prisión el enojo <strong>de</strong>l déspota, muchos <strong>de</strong> aquellos héroes curtidos<br />

por el sol <strong>de</strong> la victoria le rendirían armas cada vez que su semblante venerable asomaba<br />

al través <strong>de</strong> los hierros impíos para pasear por los alre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong> la torre que le servía <strong>de</strong><br />

cárcel la mirada distraída.<br />

Mientras Duarte esperaba tranquilo en la Torre <strong>de</strong>l Homenaje la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> Santana,<br />

árbitro <strong>de</strong> su vida y <strong>de</strong> las <strong>de</strong> sus discípulos, los amos <strong>de</strong> la nueva situación, instigados<br />

principalmente por don Tomás Bobadilla, trataban <strong>de</strong> ganarse al pueblo mostrándole a los<br />

prisioneros como a una jauría <strong>de</strong> ambiciosos. Todas las influencias <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r se utilizaron<br />

entonces para convencer a la ciudadanía <strong>de</strong> que aquellos hombres eran acreedores a la horca<br />

por haber levantado la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la sedición contra la autoridad constituida. Su crimen<br />

consistía en haberse apo<strong>de</strong>rado por la fuerza <strong>de</strong> la Junta Central Gubernativa y en haber<br />

promovido en el Cibao una po<strong>de</strong>rosa corriente <strong>de</strong> opinión <strong>de</strong>stinada a poner en manos <strong>de</strong><br />

Duarte las riendas <strong>de</strong>l Estado. No se había limitado a eso la osadía <strong>de</strong> estos locos. Algunos<br />

generales y algunos ciudadanos <strong>de</strong> notoriedad <strong>de</strong>l Cibao, aconsejados por Ramón Mella, se<br />

habían permitido menospreciar los títulos que Santana había conquistado en la lucha contra<br />

los invasores proponiéndole la celebración <strong>de</strong> unas elecciones en que Duarte <strong>de</strong>bía figurar<br />

como candidato al lado <strong>de</strong>l propio héroe <strong>de</strong>l 19 <strong>de</strong> marzo.<br />

El pueblo, sin embargo, no hizo coro a la farsa. Las incitaciones <strong>de</strong> Santana y sus secuaces<br />

fueron recibidas con frialdad por todas las clases sociales. Las familias, encerradas en sus<br />

hogares, mostraron con su actitud hostil la repugnancia que les inspiraba aquella comedia<br />

tan burdamente urdida. El sacrificio <strong>de</strong> Duarte y su familia, la po<strong>de</strong>rosa labor <strong>de</strong> captación<br />

<strong>de</strong>sarrollada en los conciliábulos <strong>de</strong> “La Trinitaria”, la propaganda inteligente y tenaz hecha<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los escenarios levantados por “La Filantrópica”, la inagotable energía <strong>de</strong>l espíritu que<br />

alentó el movimiento llamado “La Reforma”, y los múltiples trabajos revolucionarios a los<br />

cuales el joven patricio se había entregado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su regreso <strong>de</strong> España, cuando nadie soñaba<br />

con el i<strong>de</strong>al todavía remoto <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, se hallaban <strong>de</strong>masiado vivos en la memoria<br />

<strong>de</strong> todos para que el propio pueblo que había servido <strong>de</strong> teatro a todo aquel <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong><br />

heroísmo, diera crédito a las versiones inventadas por el dictador y sus parciales. Pero en vista<br />

<strong>de</strong> que la población civil se hizo sorda a la maniobra y <strong>de</strong> que sólo cuatro ciudadanos, uno<br />

<strong>de</strong> ellos <strong>de</strong> nacionalidad extranjera, se prestaron a suscribir el documento en que se pedía la<br />

pena <strong>de</strong> muerte para el Padre <strong>de</strong> la Patria, se recurrió al ejército para que respaldara el ardid<br />

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