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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

su temprano aletear literario, –inclinación mantenida en secreto impenetrable por lustros–,<br />

fue el <strong>de</strong> Francesca <strong>de</strong> Rímini y Paolo Malatesta, inmortalizado por el Dante en los poemas<br />

<strong>de</strong>l Infierno.<br />

Los elementos que persisten en su personalidad van a incidir en algunas <strong>de</strong> las armazones<br />

<strong>de</strong> la literatura <strong>de</strong> Amelia, quien por admiración a la pasión y tortura espiritual <strong>de</strong> la<br />

noble dama <strong>de</strong> la Italia <strong>de</strong>l Siglo noveno, agrega al nombre <strong>de</strong> pila, el <strong>de</strong> Francasci. Galván<br />

escribe que “por un momento, al pensar en el nom <strong>de</strong> guerre <strong>de</strong> la escritora recién advenida<br />

al conocimiento público (1893), cree que con el pseudónimo opuesto a una obra inicial, se<br />

ocultaba una <strong>de</strong> tantas plumas extranjeras, <strong>de</strong> aquellas que corrían por tierras <strong>de</strong> América,<br />

acosadas por ajustes <strong>de</strong> ambientes y malas traducciones…” (De Crítica Subjetiva).<br />

Quien primero <strong>de</strong>scubre a Amelia Francasci como escritora es ciertamente su hermano<br />

Eugenio, cultivador él mismo <strong>de</strong>l humanismo. El Eco <strong>de</strong> la Opinión, aquel venerable periódico<br />

fundado por Don Francisco Gregorio Billini, ofrece y acoge en sus columnas las páginas <strong>de</strong><br />

la escritora. Colaboradora asidua en Los Lunes <strong>de</strong>l Listín y La Cuna <strong>de</strong> América recibe tributos<br />

consagratorios <strong>de</strong> hombres <strong>de</strong> letras nacionales y extranjeros.<br />

Esta aparentemente huraña mujer, exquisitamente romántica y suave, <strong>de</strong> hablar pausado,<br />

fluido, y al mismo tiempo melódicamente sincronizado y ausente <strong>de</strong> estri<strong>de</strong>ncias o poses<br />

artificiales; hablar salpicado <strong>de</strong> expresiones francesas por la irresistible atracción que le causa<br />

el idioma <strong>de</strong> Racine que domina a la perfección, perfila su personalidad, paso a paso.<br />

Cuando va a<strong>de</strong>ntrando en la adultez cuenta con los consejos y alientos <strong>de</strong> muchos<br />

preclaros intelectuales dominicanos, pero en particular, Meriño y Galván. ¡Y es que ambos<br />

acércanse a su intelecto como hadas madrinas <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>ales literarios…!<br />

Sus contactos con Don Emiliano Tejera se convierten en episodios anecdóticos; luego en<br />

continuos análisis <strong>de</strong>l ambiente político nacional, puesto que a Amelia Francasci le toca vivir<br />

en medio <strong>de</strong>l torbellino <strong>de</strong> pasiones <strong>de</strong> nuestro país; aquellas ocasiones cuando el Pueblo<br />

entusiasmado glorifica a Luperón; ofrece respeto místico hacia Francisco Ulises Espaillat, y<br />

en fin, alcanza a observar cómo acrecenta el abismo <strong>de</strong> la incomprensión e injusticia durante<br />

los años en los que la figura predominante <strong>de</strong>l Estado lo es Ulises Heureaux, cuyo nombre<br />

–por razones familiares conocidas– estaría proscrito en el seno <strong>de</strong> la familia De Marchena<br />

a causa <strong>de</strong>l infausto suceso <strong>de</strong> “Las Clavellinas”, en Azua. Tanto es su repulsión a la tiranía<br />

personalista <strong>de</strong> Lilís que con habilidad y discreción, la escritora conviértese en cierta etapa<br />

<strong>de</strong> su vida en rebel<strong>de</strong>, abogando por los principios <strong>de</strong> libertad y <strong>de</strong>mocracia. Así, contempla<br />

y comenta en su libro Monseñor <strong>de</strong> Meriño Íntimo los eventos que se inician con el episodio<br />

<strong>de</strong>l 26 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1899 y las consecuencias <strong>de</strong> aquellos, extendidas hasta varios años <strong>de</strong>spués.<br />

¡Amelia vivirá lo suficiente para meditar sobre el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> la República, marcado<br />

con distintos cuños en 1908, 1911, 1915, 1924 y 1930…!<br />

Sus años <strong>de</strong> juventud transcurren entre el dilema <strong>de</strong> los i<strong>de</strong>ales literarios y la necesidad<br />

<strong>de</strong> formar un hogar propio y organizar la vida, golpeada a <strong>de</strong>stiempo por la muerte –en<br />

1895– <strong>de</strong> aquel buen hermano Eugenio que <strong>de</strong>jóla virtualmente a cargo <strong>de</strong> una madre anciana<br />

y <strong>de</strong> tres hermanas con salud precaria y temperamentos melancólicos, alejados <strong>de</strong> toda<br />

frivolidad. Escuchando el reclamo amoroso escogió al compañero y esposo. Éste no poseía<br />

como ella un espíritu <strong>de</strong> artista o <strong>de</strong> hacedor <strong>de</strong> ensueños, pero, para su fortuna, revelóse<br />

capaz <strong>de</strong> auxiliarla y realizar sacrificios que permitieron la publicación <strong>de</strong> uno y otro libro,<br />

convirtiéndose a<strong>de</strong>más en amable mensajero para llevar a prensas <strong>de</strong> diarios y revistas sus<br />

manuscritos. Rafael Leyba fue también el primero en alentar la amistad con aquel grupo <strong>de</strong><br />

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