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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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M. J. TRONCOSO DE LA CONCHA | NARRACIONES DOMINICANAS<br />

Indias, y los palacios <strong>de</strong> gobierno, y porque <strong>de</strong> ella era <strong>de</strong> don<strong>de</strong> se auxiliaba fácilmente a<br />

las <strong>de</strong>más provincias.<br />

Fuera porque alguno, comentador pru<strong>de</strong>nte, viese con el traslado <strong>de</strong> la capital a Santiago<br />

la posibilidad <strong>de</strong> que también la Catedral lo fuese, en su significado canónico <strong>de</strong> principal<br />

iglesia, por un cambio <strong>de</strong> asiento <strong>de</strong> la se<strong>de</strong>; fuera que, sobrado <strong>de</strong> malicia o escaso <strong>de</strong> enten<strong>de</strong><strong>de</strong>ras,<br />

hubiese quien pretendiera hacer creer, o <strong>de</strong> todas veras creyese, oído lo anterior,<br />

en el hecho material <strong>de</strong>l transporte <strong>de</strong> la Metropolitana, con toda su cal y canto, ello es que<br />

la especie llegó al cuartel y levantó entre la tropa, seibana en su mayoría, una in<strong>de</strong>scriptible<br />

expresión <strong>de</strong> furia. Ni el mar Caribe cuando la tormenta <strong>de</strong>l Padre Ruiz se había mostrado<br />

más bravío.<br />

—¿Cómo? ¿Eso también? ¿Llevarse los santiagueros la Catedral? ¿Y quién había <strong>de</strong><br />

consentir en semejante audacia?<br />

Aquellos hombres estaban como ají tití, que es cuanto pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse.<br />

—La Catedral se queda aquí; ni una piedrecita se cogen, <strong>de</strong>cían y repetían.<br />

Y si antes el ansia guerrera, maldita ansia cuando <strong>de</strong> hermanos con hermanos se trata,<br />

llenaba por igual alma, vida y corazón <strong>de</strong> la valerosa tropa, ahora no cabía duda <strong>de</strong> que ésta<br />

iría adon<strong>de</strong> la llevaran.<br />

—¿La Catedral en otra parte? ¡¡Nunca!!<br />

Días <strong>de</strong>spués, el 17 <strong>de</strong> agosto, agotadas todas las tentativas <strong>de</strong> conciliación entre los<br />

prohombres <strong>de</strong>l Sur y los <strong>de</strong>l Norte, salió <strong>de</strong> Santo Domingo el general Antonio Abad Alfau<br />

a la cabeza <strong>de</strong> una fuerza respetable. Tras él marchó el general Pedro Santana.<br />

Holgaría repetir aquí las peripecias <strong>de</strong> la nueva fratricida lucha, cuyo remate fue la<br />

caída <strong>de</strong> Valver<strong>de</strong> y su gobierno, uno <strong>de</strong> los más honorables que el país ha tenido, y con él<br />

la <strong>de</strong> la Constitución <strong>de</strong> Moca, la mejor <strong>de</strong> las cuatro <strong>de</strong>cretadas hasta entonces, salvo uno<br />

que otro <strong>de</strong>talle.<br />

¿Fue parte en el triunfo <strong>de</strong> Santana la circunstancia que había hecho subir <strong>de</strong> punto el<br />

ardor bélico <strong>de</strong> los soldados orientales?<br />

¡Quizá! Pequeñas causas producen gran<strong>de</strong>s efectos; y si en Waterloo acabó Napoleón sus<br />

glorias dizque por el signo <strong>de</strong> cabeza <strong>de</strong> un guía ¿qué mucho que en esa victoria <strong>de</strong> Santana<br />

influyera una propaganda tan extraña como simple?<br />

Infructuosa resultaría, por otra parte, la tarea <strong>de</strong> quien a averiguarlo se diera. Porque,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, ¿para qué?<br />

No habría sido ésa en todo caso, no por cierto, la única vez que se conmovió el país, <strong>de</strong><br />

extremo a extremo, por cualquier cosa, menos por algo que valiera la pena.<br />

Una observación peligrosa<br />

Con aquel iban cinco fuegos y dos intentonas en el transcurso <strong>de</strong> una semana. Todo el<br />

vecindario <strong>de</strong> Azua estaba alarmado. Ya se ve si había motivo para ello.<br />

Eran los días <strong>de</strong> la segunda administración <strong>de</strong> Báez, en los comienzos <strong>de</strong>l año 1857.<br />

Gobernaba la provincia el general Valentín Ramírez Báez, hermano consanguíneo <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte<br />

y hombre <strong>de</strong> resoluciones prontas y muñeca dura.<br />

Cada quien se acostaba con el credo en la boca, pensando si los primeros rayos <strong>de</strong>l Sol<br />

siguiente alumbrarían <strong>de</strong> su casa solamente los escombros. A<strong>de</strong>más, bromistas <strong>de</strong> mala<br />

índole lanzaban <strong>de</strong> cuando en cuando, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se les pudiera oír, pero no ver, gritos<br />

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