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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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La Reelección<br />

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

Presidía yo la compañía <strong>de</strong> seguros contra acci<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l trabajo, San Rafael, cuando<br />

una mañana <strong>de</strong> las postrimerías <strong>de</strong>l año 1933 o ya en los albores <strong>de</strong>l siguiente año, el Vicepresi<strong>de</strong>nte<br />

<strong>de</strong> la misma empresa –Miguel Garrigosa hijo– ingresó en mi <strong>de</strong>spacho, se <strong>de</strong>tuvo<br />

un instante, como si solicitara superflua anuencia; y <strong>de</strong>splegando significativa sonrisa,<br />

expresiva <strong>de</strong> algo inexpresado, avanzó hacia mí, se apoyó en el escritorio que nos separaba<br />

y me entregó un pliego que en su diestra sustentaba.<br />

—“¿Qué es esto, Miguel?”.<br />

—”Léelo”, me respondió.<br />

Lo leí. Era una petición instando al Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la República, General Rafael Leonidas<br />

Trujillo, a aceptar su reelección como mandatario ejecutivo <strong>de</strong>l gobierno nacional.<br />

El <strong>de</strong>stinatario había asumido ante la opinión pública el compromiso moral, formalmente<br />

expresado, <strong>de</strong> no continuarse en el po<strong>de</strong>r. No era ésa, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, una profesión sincera. Sólo<br />

una táctica <strong>de</strong> apaciguamiento temporal. La empeñada palabra <strong>de</strong> los políticos <strong>de</strong>spojados,<br />

como él, <strong>de</strong> éticos escrúpulos y elevadas convicciones, son como brizna ingrávida que el viento<br />

<strong>de</strong> las ambiciones egoístas se la lleva. Nunca faltan, llegado el caso, sofísticas argucias para<br />

justificar el <strong>de</strong>svío <strong>de</strong> la retractación. Se alegará, por ejemplo, que ce<strong>de</strong>r a los reclamos <strong>de</strong> la<br />

voz popular, al <strong>de</strong>mandar esa voz el sacrificio representado por la continuación en el po<strong>de</strong>r,<br />

es patriótico <strong>de</strong>ber y no codiciosa revocación <strong>de</strong>l contraído compromiso abnegatorio.<br />

Hipócritamente recatado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> bambalinas el déspota se había dado a promover el<br />

movimiento popular que había <strong>de</strong> reclamar <strong>de</strong> él la sumisión al sacrificio <strong>de</strong> su continuismo<br />

en la función <strong>de</strong> gobernar el país durante un nuevo período administrativo.<br />

A ese fin tendía el documento que mi viejo amigo y compañero <strong>de</strong> labores, Miguel Garrigosa<br />

hijo, había puesto en mis manos. Cual si hubiese venido a mí en consulta, le dije:<br />

—”¿Qué quieres que te aconseje? Si firmar es tu disposición, firma”.<br />

—”No es mi firma la que se busca, Quiqui’; es la tuya”.<br />

—”¿La mía, Miguel?” Y al punto agregué inquisitivamente:<br />

—”¿Quién trajo ese documento?”.<br />

—”Hipólito Dubreil y Manuel Alfaro Reyes. Ambos están en mi <strong>de</strong>spacho”.<br />

—”¿Se espera, Miguel, que yo abjure mis principios firmando semejante petición? Yo<br />

jamás he <strong>de</strong>rogado las normas <strong>de</strong> conducta que regulan mi vida <strong>de</strong> hombre y ciudadano.<br />

En consecuencia, nunca he abogado ni jamás abogaré en favor <strong>de</strong>l continuismo 1 <strong>de</strong> ningún<br />

mandatario ejecutivo, por excelente que haya sido su gestión gubernativa; y como yo no<br />

rescindo mis principios, no puedo firmar semejante petición”.<br />

Yo dudaba que Miguel, Dubreil y Alfaro Reyes hubiesen esperado <strong>de</strong> mí postura diferente.<br />

Me infundió esta duda la enigmática sonrisa <strong>de</strong> Miguel y me la fortaleció el hecho<br />

<strong>de</strong> que siendo amigos míos, en vez <strong>de</strong> establecer contacto directo conmigo, Alfaro Reyes y<br />

Dubreil prefiriesen utilizar la vía indirecta <strong>de</strong> un intermediario.<br />

Nada se perdía, empero, con realizar la gestión cometida; y siempre hay un aliento <strong>de</strong><br />

esperanza, en cambio, en las contingencias aleatorias. ¿Y si vencido por las tentaciones <strong>de</strong> la<br />

1 Cierto amigo, que leyó esta reminiscencia (ya antes publicada) me arguyó que establecía contradicción con mis<br />

puntos <strong>de</strong> vista posteriormente expresados. No hay tal contradicción. Hay continuismo cuando, como en los repetidos<br />

casos <strong>de</strong> Trujillo, los comicios –por falta <strong>de</strong> auténtica libertad electoral– son una farsa. Cuando la soberanía popular<br />

se manifiesta en absoluta sinceridad y libertad, no hay continuismo. Hay reelección, tal y como la hubo en el caso <strong>de</strong><br />

la repostulación <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Balaguer.<br />

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