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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

temperamento, pues sabían todos los <strong>de</strong>l grupo que el buen gobierno no sólo es garantía <strong>de</strong><br />

progreso nacional. Ellos sabían también, <strong>de</strong> manera privativa, que la excelencia política es la<br />

garantía más segura <strong>de</strong> ganar el respeto internacional indispensable a la preservación <strong>de</strong> la<br />

integridad política y territorial <strong>de</strong> las naciones débiles, ya que éstas no disponen <strong>de</strong> otros medios<br />

<strong>de</strong>fensivos contra los atentados usurpatorios <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s potencias imperialistas.<br />

<br />

La sabiduría y la virtud, convertidas en dinámica gubernativa <strong>de</strong> las naciones débiles,<br />

eran entonces las más probables garantías <strong>de</strong> respeto. Quizás no tanto ahora. Los tiempos<br />

traen consigo mudanzas imprevistas; y en el mundo <strong>de</strong> hoy los <strong>de</strong>safueros <strong>de</strong> las ten<strong>de</strong>ncias<br />

comunistas, nacistas o fascistas –persecución <strong>de</strong> fines sin escrúpulos <strong>de</strong> medios– han contaminado<br />

la vida internacional con su arrogante menosprecio <strong>de</strong> los principios y valores que<br />

a la civilización occi<strong>de</strong>ntal le habían impreso bella y elegante fisonomía espiritual.<br />

<br />

Aquella noche <strong>de</strong> nuestro estío tropical la conversación, como otras veces, se <strong>de</strong>svió<br />

hacia el campo <strong>de</strong> la política especulativa. Se improvisó una especie <strong>de</strong> aca<strong>de</strong>mia. Cada uno<br />

<strong>de</strong> los contertulios intervino, a su vez, para exponer y preconizar su propio programa <strong>de</strong><br />

gobierno. ¡Oh, cándida ilusión!… Después <strong>de</strong> todo ése inocente pasatiempo, teóricamente<br />

edificante, no le infligía injusto daño a nadie.<br />

Uno tras otro yo escuché a mis contertulios exponer sus respectivos programas <strong>de</strong><br />

gobierno. Los escuché en actitud <strong>de</strong> silencio respetuoso. Con la reverencia que impone<br />

siempre la pureza intencional, aunque en muchos aspectos –a <strong>de</strong>cir verdad– disintiera yo<br />

<strong>de</strong> sus particulares puntos <strong>de</strong> vista conceptuales.<br />

Todos habían opinado, menos yo, cuando finalmente alguien <strong>de</strong>l grupo notó la taciturnidad<br />

que me había abstraído <strong>de</strong>l concierto <strong>de</strong>liberante. Fue Don Jaime quien notó la ausencia<br />

<strong>de</strong> mi intervención; y al punto interrogó:<br />

—”¿Y tú, Quiquí, qué piensas, qué opinas?”.<br />

—”Vamos a ver –intervino Don Leonte– “¿Cuál es tu programa <strong>de</strong> gobierno?”.<br />

—”Nos va a <strong>de</strong>jar retrasados con sus conocidas innovaciones <strong>de</strong> iniciativa y referendo<br />

popular” –comentó Don Arturo.<br />

—”¿Mi programa <strong>de</strong> gobierno?” –pregunté automáticamente, como suelen hacerlo los<br />

estudiantes que se saben ignorantes–, ante el cuestionario <strong>de</strong>l maestro.<br />

Cual si en ese momento me hubiese encontrado a mí mismo, a poco respondí con seguro<br />

aplomo:<br />

—”Yo Beethovenizaría el país”.<br />

<br />

Ha pasado más <strong>de</strong> medio siglo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces; y si hoy me fuera dirigida igual pregunta,<br />

ahora, tal vez más seguro todavía que entonces, yo daría la misma respuesta que di entonces.<br />

Claro está que mi contestación no representaba ayer ni constituye hoy una concreción<br />

<strong>de</strong> rigi<strong>de</strong>z semántica. Pensaba entonces y pienso ahora sólo en una amplia y refinada acción<br />

cultural. Ni ayer ni hoy me refería, limitativamente, a una <strong>de</strong> las artes en que el genio <strong>de</strong><br />

Beethoven culminará a través <strong>de</strong> los siglos.<br />

No he podido ser indiferente, por otra parte, a la seducción <strong>de</strong> preguntarle al viejo<br />

<strong>de</strong> hogaño –que sigue pensando cual lo hacía el joven <strong>de</strong> antaño– cuál es en puridad la<br />

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