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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

—Dios –argüíamos, a punto <strong>de</strong> irnos a las manos– es tan humano como el progreso.<br />

Del Dios que exigió a Abraham que sacrificara a su hijo, <strong>de</strong>l Dios que se regocijaba con los<br />

sacrificios <strong>de</strong> toros y que no era fácil <strong>de</strong> complacer porque las víctimas tenían que llenar<br />

ciertas condiciones <strong>de</strong> color y pureza, al Dios todo bondad, generoso, que perdona, que<br />

es remanso y esperanza, había una larga distancia, el <strong>de</strong>senvolvimiento y mejoramiento<br />

<strong>de</strong> una conciencia, porque Dios era un reflejo <strong>de</strong>l hombre, <strong>de</strong> sus costumbres, <strong>de</strong> sus altas<br />

necesida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> sus sueños.<br />

Los <strong>de</strong>l partido contrario se agarraban, <strong>de</strong>cididos, <strong>de</strong> los dogmas, hacían incursiones en<br />

las Escrituras: Dios creó al hombre y el hombre le fue infiel, pero tan gran<strong>de</strong> es el amor <strong>de</strong><br />

Dios por el hombre que mandó a su hijo, a Jesús, a redimirlos <strong>de</strong> culpa, <strong>de</strong>l horrible pecado<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>sobediencia.<br />

—Bien, hay positivismo y positivistas. Hay ateos, <strong>de</strong>screídos. Se aferran <strong>de</strong> los sabios<br />

que no creen, <strong>de</strong> Renán que reduce a cifras históricas todos los misterios y leyendas, toda la<br />

santa verdad metida en un frío examen. Pero, ¿acaso ha podido Renán, o alguno <strong>de</strong> su estilo,<br />

crear una flor, un pájaro, una nube? No, es que Dios es superior al hombre, está por encima<br />

<strong>de</strong> su insolencia. El mito <strong>de</strong> Prometeo, que parece un mito bárbaro, alejado <strong>de</strong> lo santo, pinta<br />

el sacrificio <strong>de</strong> un Dios por los hombres, para transmitirles el fuego sagrado, para hacerlos<br />

gran<strong>de</strong>s, darles estatura y ponerlos en condiciones hasta <strong>de</strong> negar a su Creador.<br />

La botella se acababa y era menester una nueva contribución. Algunos tenían algo más,<br />

otros no. Fe<strong>de</strong>rico Germán el día anterior no había podido hacer sus ventas <strong>de</strong> polvo <strong>de</strong><br />

tocador <strong>de</strong> su propia fabricación y pasaba, como en un juego <strong>de</strong> naipes. Pero siempre Dios,<br />

el mismo Dios que discutíamos, metía su mano, y venía otra botella.<br />

Casi nunca llegábamos a la borrachera. A las doce nos echaban <strong>de</strong> la pulpería, cansados <strong>de</strong><br />

oírnos disputar y sin estar ganando mayor cosa. Levantábamos el campamento en el parque.<br />

Con el aire fresco <strong>de</strong> la noche, en medio <strong>de</strong> la oscuridad, hacía rato que el pueblo estaba sin<br />

luz que suspendían a las once, cambiaban los temas. Hablábamos, generalmente muy mal<br />

<strong>de</strong>l amor, <strong>de</strong> su cola <strong>de</strong> celos, adulterios, locuras, pero en el corazón sabíamos que estábamos<br />

mintiendo, quien menos andaba enamorado por ahí y tenía fe en la amada y fe en el amor.<br />

Era como revisar lecturas. A mí Emma Bovary me daba asco, Julieta era tonta, indigna<br />

Beatriz, por misteriosa y lejana. Salían a bailar Petrarca, Severo Catalina y las Cartas Biológicas<br />

a una Dama, sin que tuvieran gran cosa que hacer allí.<br />

Las discusiones se interrumpían a proposición <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los amigos. Desentonábamos<br />

unos tangos que tenían que ser viejos para que supieran a pasado añorado, o canciones<br />

romanticonas <strong>de</strong>l momento.<br />

En los días en que estuvo en Baní una larga temporada el pintor Xavier Amiama, él<br />

cantaba y nosotros le acompañábamos tímidamente. Tenía una hermosa voz, bien timbrada,<br />

varonil. Las escasas personas que pasaban por allí se <strong>de</strong>tenían atraídos por el canto.<br />

El ron, bebido así en la oscuridad, a boca <strong>de</strong> botella, cambia <strong>de</strong> gusto, llega uno a tener la<br />

sensación <strong>de</strong> lo inútil y tonto que es beber, y sobre todo beber algo <strong>de</strong> sabor poco agradable.<br />

En la sombra se oía resoplar a Fe<strong>de</strong>rico <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cada trago. Otros, para quitarse el mal<br />

sabor <strong>de</strong> la boca gritaban: “¡Qué bueno es estar vivo!”.<br />

Y como no veíamos casi nada: las sombras flacas <strong>de</strong> las acacias sin hojas, el bulto redondo<br />

<strong>de</strong> los laureles que el viento mecía suavemente recortado contra el cielo lleno <strong>de</strong> estrellas,<br />

lo natural es que se hablara <strong>de</strong>l paisaje, porque el hombre procura y corre <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> todo lo<br />

que no tiene, aunque lo que no tiene le haga maldita la falta.<br />

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