23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

acompañaban. Después resolví, siquiera encarcelarlo; y la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> apresarlo fue impartida.<br />

Pero ahora nuestro común amigo Pepe Puente, a quien no puedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> complacer, me ha<br />

urgido telegráficamente que ofrezca plenas garantías <strong>de</strong> libertad. A eso vengo. Pue<strong>de</strong> usted<br />

salir <strong>de</strong> este asilo bajo la seguridad <strong>de</strong> mi personal garantía”.<br />

—”Fusilar a un ciudadano constituye un hecho tan <strong>de</strong>saforado” –replicó mi padre– “que<br />

yo le agra<strong>de</strong>cería revelarme el motivo que lo indujo a formarse ese letal propósito”.<br />

El Presi<strong>de</strong>nte Morales eludió la requerida explicación. Se concretó a <strong>de</strong>cir:<br />

—”Ya eso pasó. Lo que importa ahora es que usted recobre el pleno disfrute <strong>de</strong> su libertad.<br />

Esto es lo que vengo a ofrecerle”.<br />

—”Para mí no, Presi<strong>de</strong>nte. Para mí lo que más importa ahora y siempre, es que prevalezca<br />

la virtud <strong>de</strong> la ley que proteje la integridad <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> la libertad y <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos<br />

humanos. Por esa razón yo no <strong>de</strong>bo aceptar garantía que no proviene <strong>de</strong>l imperio <strong>de</strong> la ley<br />

sino <strong>de</strong>l grado <strong>de</strong> complacencia que quiera usted tener con uno <strong>de</strong> sus amigos. No puedo<br />

ni <strong>de</strong>bo, por tanto, aceptar la personal garantía que Su Excelencia ha tenido la gentileza <strong>de</strong><br />

personalmente a ofrecerme”.<br />

No quería mi padre seguir siendo una carga para Legación americana; ni podía tampoco<br />

aceptar, fruto <strong>de</strong> impulso veleidoso, la <strong>de</strong>snaturalizada garantía <strong>de</strong> libertad que las leyes, si<br />

cumplidas, le otorgaban. Rechazó <strong>de</strong> plano la oferta <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Morales; y exonerando<br />

<strong>de</strong> su hospedaje al Ministro Powell, al siguiente día abandonó la Legación americana. Pero al<br />

hacer esto último lo hacía entonces por su propia <strong>de</strong>terminación y bajo su propio riesgo.<br />

Alfonso Reyes<br />

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

Yo sé que Alfonso Reyes ha muerto. Muerto, como Pedro Henríquez Ureña, como<br />

Antonio Caso, como Jesús Acevedo, como Gómez Robelo, como Isidro Fabela, como José<br />

Vasconcelos y otros más <strong>de</strong>l grupo. Pero no me resigno a aceptar la verdad <strong>de</strong> esa muda y<br />

tremebunda realidad.<br />

Me parece –¡me lo pi<strong>de</strong> el corazón!– que tan sólo nos separa todavía la distancia geográfica.<br />

¡No la tumba!<br />

Leyendo y releyendo tus obras, Alfonso, siempre evoco la memoria <strong>de</strong> nuestra cotidiana<br />

camara<strong>de</strong>ría; y mientras evoco esos lejanos tiempos que me figuro actuales, siento la ilusión<br />

<strong>de</strong> que no soy yo quien lee sino tú, Alfonso, quien dices tus propias, mágicas palabras.<br />

Pero hoy esa ilusión ha sido más vívida que nunca. Rebuscando entre viejos papeles<br />

encontré tu carta <strong>de</strong>l 29 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1910.<br />

¡Qué sorpresa! Yo había perdido el tesoro inigualable <strong>de</strong> tus cartas. Una o dos, a lo sumo,<br />

se salvaron <strong>de</strong>l naufragio. Y ahora, <strong>de</strong> repente, vuelvo a oír tu voz, tantos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tu<br />

sentida muerte, a través <strong>de</strong> una epístola que trasluce un instante fecundo, vibrante, ingenuo,<br />

<strong>de</strong> juvenil <strong>de</strong>sasosiego.<br />

¿Qué motivo mejor, siquiera igual, para hilvanar una <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>svaídas reminiscencias?<br />

Pero, ¿podría yo igualar la magia sin par <strong>de</strong> tu discurso? Habla a través <strong>de</strong> tu citada carta<br />

por los dos; y amenizadas <strong>de</strong> tal suerte por tu carismática vivacidad, que<strong>de</strong>n nuestras juveniles<br />

intimida<strong>de</strong>s expuestas al <strong>de</strong>snudo ante los ojos <strong>de</strong>l lector, indulgente y comprensivo<br />

mientras a mi vez yo me quedo ensimismado en lisonjero pensamiento: en el <strong>de</strong>sconcierto<br />

<strong>de</strong> su agonía espiritual Alfonso me echó <strong>de</strong> menos. ¡Echar <strong>de</strong> menos! Signo, el más elocuente<br />

y expresivo, <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra amistad.<br />

619

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!