23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

en todas las funciones. Gocé i me instruí en esas representaciones, sobre todo en aquella que<br />

presentó la compañía dirijida por el reputado actor dramático Luigi Roncoroni, (italiano),<br />

en el año 1892.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> esas ocupaciones yo no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>r, a domicilio, el Bay-Rhum fabricado<br />

por mi abuelo i por mi madre. No era pesada esa carga, porque mis clientes se apiadaban<br />

<strong>de</strong> mi tarea.<br />

Yo también podía disponer <strong>de</strong> horas <strong>de</strong> recreo, especialmente los sábados, cuando Ernestico<br />

Freites me solicitaba para recorrer algunas calles <strong>de</strong> la ciudad, en la compañía militar que él<br />

había adiestrado frente i en el patio <strong>de</strong> su casa sita en la calle <strong>de</strong> Los Plateros n. o 64.<br />

A veces, siempre los sábados en la tar<strong>de</strong>, iba yo a casa <strong>de</strong> los Vicini, invitado por mi<br />

condiscípulo Juan Bautista. Allí, en compañía <strong>de</strong> Ramón Jansen i <strong>de</strong> Eleazar <strong>de</strong> Castro,<br />

“trabajábamos” en una fragua que su padre le había instalado en el patio <strong>de</strong> su domicilio,<br />

calle <strong>de</strong>l Arquillo, hoi Arzobispo Nouel.<br />

La Escuela “La Fe” fue llevada al Colejio San Luis Gonzaga. Nunca supimos la razón <strong>de</strong><br />

esa mudanza. La nueva dirección <strong>de</strong> ese reciente plantel estaba representada por los Licdos.<br />

Mario Saviñón Sardá i Juan Elías Moscoso, hijo. Allí encontramos nuevos condiscípulos,<br />

capitaleños i <strong>de</strong> provincias. Pocos <strong>de</strong> mis primeros maestros formaron parte <strong>de</strong> ese mixto<br />

establecimiento. Allí no nos imponían la buena conducta que era norma en “La Fe”. Un<br />

presuntuoso cubano (Sr. Montoro), era nuestro tiránico vijilante. La extensión casi boscosa<br />

<strong>de</strong>l patio <strong>de</strong>l Colejio nos atraía para jugar al trompo i al embique, a escondidas, aún durante<br />

las horas <strong>de</strong> clases.<br />

Mi padre había vuelto a instalar en la Capital su pobre zapatería. Parecía que ya había<br />

alcanzado la sobriedad. Durante su larga ausencia en el Injenio Italia i en Yaguate, mi madre,<br />

yo i mis tres hermanos, íbamos a visitarle durante las vacaciones escolares, todos los años,<br />

en el mes <strong>de</strong> agosto.<br />

Como yo estaba suficientemente versado en mis estudios i en mi oficio <strong>de</strong> tipógrafo mi<br />

padre hizo que yo suspendiera las clases en el “San Luis Gonzaga” i me consiguió quehacer<br />

en la imprenta anexa al referido plantel. Allí me habían instruido i preparado bastante para<br />

comenzar estudios en las asignaturas para el bachillerato en letras.<br />

En aquella tipografía se editaba El Eco <strong>de</strong> la Opinión. Dicho taller estaba dirijido i administrado<br />

por un excelente amigo <strong>de</strong> mi familia: Don Florencio Santiago, cuñado <strong>de</strong> mi<br />

difunto padrino <strong>de</strong> bautismo.<br />

Durante esos meses comenzaron las peores etapas <strong>de</strong> mi adolescencia. Frecuentemente<br />

nuestra familia solía cambiar <strong>de</strong> domicilio en casas poco a<strong>de</strong>cuadas para nosotros. En uno<br />

<strong>de</strong> esos domicilios me hacían levantar temprano, antes <strong>de</strong> la aurora. Mi padre me llevaba<br />

al pozo común <strong>de</strong> la barriada i extraer agua más o menos pura. Así <strong>de</strong>bíamos consumirla<br />

durante veinte i cuatro horas.<br />

El salario que yo ganaba en la imprenta formaba parte <strong>de</strong> lo poco que servía para<br />

sustentarnos. En la noche recibía lecciones en la Escuela Hostos-Henríquez, dirijida por<br />

un amigo <strong>de</strong> mi abuelo: Don Fe<strong>de</strong>rico Henríquez y Carvajal. Siempre amable i cariñoso,<br />

se complacía en conversar conmigo. Al notar la buena instrucción que yo había recibido<br />

en “La Fe” i en el “San Luis Gonzaga”, me auguró un brillante porvenir. Esa predicción<br />

me llenó <strong>de</strong> orgullo i me dio acicate para no cejar frente a mis aspiraciones. Don Fedé me<br />

instruyó en las reglas gramaticales escritas por Don Andrés Bello, algunas <strong>de</strong> las cuales<br />

no he <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> usar.<br />

50

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!