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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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La vindicta estaba satisfecha.<br />

—Que en él se ensuelva –murmuró el esclavo, y volvió al interior <strong>de</strong> la casa.<br />

Al día siguiente, en acto público y solemne, don Luis y doña Librada, ya restablecida,<br />

cumplieron la promesa que habían hecho al Santísimo Sacramento.<br />

Y <strong>de</strong> ahí por qué, según creían y afirmaban nuestros abuelos, el Bienamado fue el legítimo<br />

dueño <strong>de</strong> aquella casa hasta que, andando los tiempos, plugo a los invasores <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte<br />

<strong>de</strong>sviarla <strong>de</strong> tan noble y altísimo <strong>de</strong>stino.<br />

1918.<br />

Gallardo<br />

M. J. TRONCOSO DE LA CONCHA | NARRACIONES DOMINICANAS<br />

Gallardo fue el punto negro <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Ferrand.<br />

A <strong>de</strong>cir verdad, la dominación francesa no disfrutó nunca <strong>de</strong> popularidad entre los dominicanos.<br />

Aquel Godoy, favorito <strong>de</strong> Carlos IV, más tar<strong>de</strong> Príncipe <strong>de</strong> la Paz, había entregado<br />

el país a Francia en Basilea en el año 1795, disponiendo <strong>de</strong> nuestra suerte para el futuro con<br />

la misma frialdad <strong>de</strong> ánimo que se hubiese podido emplear para pasar <strong>de</strong> unas manos a otras<br />

un carnero en el mercado; mas no por eso el amor a España se había siquiera enfriado en el<br />

corazón <strong>de</strong> los dominicanos, ni había pecho en el cual hubiese <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> estar constantemente<br />

añorado el recuerdo <strong>de</strong> los tiempos idos, en que la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Aragón y <strong>de</strong> Castilla lucía ufana<br />

sus colores sobre la antilla predilecta <strong>de</strong>l completador <strong>de</strong>l Globo.<br />

Entre la perspectiva sin embargo <strong>de</strong> llegar a verse convertidos en manumisos <strong>de</strong>l astuto<br />

Toussaint Louverture, primero, y <strong>de</strong>l truculento Dessalines más tar<strong>de</strong>, o aceptar con resignación<br />

el señorío francés, la elección no era dudosa, y los dominicanos, al <strong>de</strong>cidirse por este<br />

segundo extremo, se sentían tranquilos, tanto como hubiera podido estarlo quien se hubiese<br />

acogido a una madrastra, en presencia <strong>de</strong> la alternativa <strong>de</strong> hacerlo así o caer bajo los puños<br />

<strong>de</strong> un implacable carcelero.<br />

Fue en aquellos días cuando el cura <strong>de</strong> Santiago, don Juan Vásquez, el mismo a quien<br />

la solda<strong>de</strong>sca <strong>de</strong> Cristóbal acuchilló y carbonizó en 1805, haciendo referencia a la Paz <strong>de</strong><br />

Basilea, a la invasión <strong>de</strong> Toussaint y al crucero que estaba efectuando en los mares <strong>de</strong> esta<br />

isla la escuadra británica enviada por Lord Edffimghan, gobernador <strong>de</strong> Jamaica, para ver<br />

<strong>de</strong> arrancar a la naciente República Francesa la joya que Godoy le había regalado, pintaba<br />

así el conturbado espíritu <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Santo Domingo:<br />

“Ayer Español nací,<br />

A la tar<strong>de</strong> fui Francés,<br />

A la noche Etíope fui;<br />

Hoy dicen que soy inglés:<br />

No sé qué será <strong>de</strong> mí”.<br />

A pesar <strong>de</strong>l cúmulo <strong>de</strong> dificulta<strong>de</strong>s que se halló obligado a confrontar a diario y <strong>de</strong>l estado<br />

<strong>de</strong>sastroso en que <strong>de</strong>jó sumido al país la invasión <strong>de</strong> Dessalines, justo es confesar que<br />

el general Ferrand puso todos sus mejores empeños en hacer un buen gobierno, sacando<br />

por <strong>de</strong>cirlo así recursos <strong>de</strong> la nada, ya que <strong>de</strong> la colonia no le era dable obtenerlos sino en<br />

muy escasa medida y <strong>de</strong> la metrópoli no los recibía en ninguna.<br />

El punto negro era, ya lo hemos dicho, el comisario <strong>de</strong> policía, Gallardo, español, por<br />

más señas abogado, hombre <strong>de</strong> mucho talento; pero <strong>de</strong> corazón duro como peña y alma<br />

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