23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

Una mañana, al querer levantarme para ir hacia el lecho y ver si dormía, caí al suelo sin<br />

conocimiento por exceso <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad. Y él encontró bastante fuerza, al darse cuenta <strong>de</strong> ello,<br />

sobresaltado, para alzarme en brazos y <strong>de</strong>positarme en mi cama.<br />

Volví en mí y, tan luego recobré algún aliento, continué mi papel <strong>de</strong> enfermera. Como<br />

podrá bien verse, mi condición era fatal.<br />

xxxV<br />

Cada día aprendía yo a conocer a mi amado Monseñor, y a estimarle, bajo todos sus<br />

aspectos, más y mejor. Como padre <strong>de</strong> familia no era menos digno <strong>de</strong> admiración que como<br />

amigo y como todo.<br />

Y digo padre <strong>de</strong> familia porque no merecía otro nombre el protector amoroso <strong>de</strong> las huérfanas<br />

<strong>de</strong>l Asilo <strong>de</strong> Santa Clara, atendido por las Hermanitas <strong>de</strong> la Caridad.<br />

Nadie podía dar testimonio <strong>de</strong> ello con más razón que yo, que era la encargada <strong>de</strong> las<br />

compras que él hacía para ellas y a<strong>de</strong>más estaba ligada íntimamente con personas sabedoras<br />

<strong>de</strong> cuántos <strong>de</strong>svelos tenía él por sus niñas, como las llamaba. Por mis amigas conocía <strong>de</strong>talles<br />

conmovedores <strong>de</strong> su piadosa solicitud por las <strong>de</strong>samparadas.<br />

Yo había querido verle, como las que me lo referían, en las mañanas <strong>de</strong> los domingos,<br />

velando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el balcón interior <strong>de</strong>l palacio, como un Dios tutelar, sobre la turba <strong>de</strong> chiquillas<br />

<strong>de</strong> todas eda<strong>de</strong>s, que correteaban en su jardín y en su huerta, que él hacía abrir para ellas<br />

generosamente. Gozaba el noble arzobispo <strong>de</strong> un modo in<strong>de</strong>cible, contemplando aquel enjambre<br />

<strong>de</strong> mariposas humanas revolotear; posarse aquí y allí, alegres, satisfechas; gozando<br />

<strong>de</strong> la libertad que se les concedía, como las más favorecidas <strong>de</strong> la suerte. Las flores y las<br />

frutas estaban a la disposición <strong>de</strong> las <strong>de</strong>sheredadas, a las cuales animaba a divertirse <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

lo alto <strong>de</strong> su observatorio, con su voz dulcísima y persuasiva.<br />

¡Qué bello espectáculo <strong>de</strong>bía ser ese!<br />

Una <strong>de</strong> esas mañanas fuimos mi esposo y yo a llevar una sobrinita que <strong>de</strong>seaba visitar<br />

a mi ilustre amigo, a quien veneraba, pero no sé por qué motivo las chicas no fueron a solazarse<br />

en el palacio. Casualidad que <strong>de</strong>ploré por mí y por la niña. Monseñor estaba <strong>de</strong>licioso<br />

<strong>de</strong> amabilidad por nosotros. Pasamos un rato muy agradable allí.<br />

También en las tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los días festivos, íbase el gran Meriño al mismo Asilo, haciendo<br />

el trayecto, que era corto, a pie; y sentado en una poltrona, con la más admirable sencillez<br />

y suavidad, imitando a Cristo cuando <strong>de</strong>cía:<br />

—¡Dejad que los niños vengan a mí! Llamaba a las chiquillas una por una. Para inspirarles<br />

confianza, hacíase el pequeño. Y, ¡qué gran<strong>de</strong> era! Enviaba por una ban<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> dulces<br />

a alguna dulcería y los hacía repartir en su presencia. La alegría <strong>de</strong> las chicas le encantaba<br />

así como las ocurrencias <strong>de</strong> algunas <strong>de</strong> ellas. A las más conscientes les preguntaba lo que<br />

<strong>de</strong>seaban que él les regalase. Y ellas no tenían inconveniente en pedir. Mimábalas él tanto.<br />

Al día siguiente me llegaba la nota <strong>de</strong> pedidos para que yo la llenara y pasara la cuenta.<br />

Tengo un sinnúmero <strong>de</strong> cartas, <strong>de</strong> esquelas y <strong>de</strong> tarjetas <strong>de</strong> Monseñor <strong>de</strong> Meriño, que me las<br />

dirigía con motivo <strong>de</strong> compras. Copiaré algunas <strong>de</strong> las que conservo para que se admire la<br />

minuciosidad, la exactitud en sus cuentas, la prodigiosa bondad que <strong>de</strong>splegaba ese hombre<br />

tan gran<strong>de</strong> en sus obras <strong>de</strong> caridad.<br />

Complacíame yo en servirle, queriendo colaborar <strong>de</strong> esa manera en algo, al bien que<br />

él efectuaba. Mi ilustre amigo ingresó siempre el verda<strong>de</strong>ro precio <strong>de</strong> los artículos que yo<br />

le proporcionaba para sus protegidas. Deseoso <strong>de</strong> favorecernos, <strong>de</strong>spués que abrimos el<br />

261

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!