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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

—”Las especulativas acciones <strong>de</strong> Edward Pauly, <strong>de</strong>l General Graham y <strong>de</strong> otros hombres<br />

que ocupan cómodas posiciones en la administración” –comentó el 17 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1948<br />

Jack Kofoed en su columna <strong>de</strong>l Miami Herald– “indican que en Washington suce<strong>de</strong>n cosas<br />

extrañas”.<br />

—”S. S. Pittman me recordó un inci<strong>de</strong>nte” –prosiguió diciendo Kofoed,– “que aparece<br />

relatado en el libro <strong>de</strong> Arthur Train intitulado Mi Día en la Corte”. Mr. Train, autor y abogado,<br />

solicitó una plaza como oficial durante la Primera Guerra Mundial. En respuesta a su solicitud,<br />

él “recibió un telegrama <strong>de</strong>l Departamento <strong>de</strong> Marina que expresaba: “Diga por telégrafo,<br />

inmediatamente, por quién votó usted para Presi<strong>de</strong>nte en las últimas elecciones”.<br />

Según rezan los términos <strong>de</strong>l relato <strong>de</strong>bido al columnista Kofoed, Train replicó que ese<br />

era un asunto puramente personal y que él no veía cómo podría afectar su servicio <strong>de</strong> oficial<br />

naval. Al no obtener respuesta a esta alegación, se fue a ver en Washington al Almirante<br />

Welles, quien entonces encabezaba al personal <strong>de</strong> la armada.<br />

—”Usted nunca obtendrá esa posición” –le <strong>de</strong>claró Welles con absoluta franqueza–; y al<br />

punto le explicó que su “solicitud reposaba en el escritorio <strong>de</strong>l Secretario Daniels, en ese mismo<br />

momento, junto con las <strong>de</strong> media docena <strong>de</strong> otros hombres que no habían votado por Woodrow<br />

Wilson en las últimas elecciones. “No hay esperanza”, sentenció el Almirante Welles<br />

finalmente.<br />

Negado a darse por vencido y resuelto a ejercer el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> pelear en la guerra por su<br />

patria 1 , el autor y abogado Train se apresuró a entrevistarse con Franklin D. Roosevelt, a la<br />

sazón Asistente Secretario <strong>de</strong> Marina.<br />

—”Welles está en lo cierto”, –admitió Roosevelt, a seguidas explicando–: “El viejo no le<br />

conce<strong>de</strong>rá esa posición porque usted no votó <strong>de</strong>bidamente”.<br />

No era ésa, sin embargo, la pura verdad. Wilson no obraba <strong>de</strong> por sí; probablemente se<br />

usaba su nombre (cual suele usarse el nombre <strong>de</strong> muchos mandatarios ejecutivos, furtivamente)<br />

como instrumento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo ejercido por la maquinaria <strong>de</strong> su partido.<br />

Mr. Train sacó a relucir entonces el hecho <strong>de</strong> que cuando otro Asistente Secretario –Herbert<br />

L. Satterlle– ofreció sus servicios, el Secretario Daniels objetó, confundiendo a la nación con<br />

su propia agrupación política:<br />

“Mi partido tiene la responsabilidad <strong>de</strong> esta guerra. Yo conozco sus antece<strong>de</strong>ntes; pero<br />

no puedo usar sus servicios en ninguna parte”.<br />

Kofoed comentó con melancólica amargura, juzgando por las apariencias, que casi todos<br />

los que llegaban al gobierno lo hacían en busca <strong>de</strong> “su propio aventajamiento y no para el<br />

bienestar <strong>de</strong> la nación”.<br />

Por todo lo que la experiencia me ha enseñado, yo puedo creer o no creer en <strong>de</strong>terminados<br />

hombres como individuos; pero no puedo, <strong>de</strong>finitivamente no puedo creer en los<br />

partidos políticos.<br />

Reafirmación y <strong>de</strong>fensa<br />

Originalmente publicado en La Información <strong>de</strong> Santiago <strong>de</strong> los Caballeros –según en su<br />

reproducción se indica–, en El Porvenir <strong>de</strong> Puerto Plata he leído un artículo <strong>de</strong> Don Alonso<br />

Rodríguez Demorizi en el cual su autor me hace objeto <strong>de</strong> dos imputaciones inexactas. En<br />

1 Pugna pro patria, Cato. Consejos morales a su hijo.<br />

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