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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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M. J. TRONCOSO DE LA CONCHA | NARRACIONES DOMINICANAS<br />

Tras un forcejeo infructuoso, los dos hombres que bajaron al fondo <strong>de</strong> la sepultura reclamaron<br />

la ayuda <strong>de</strong> los que habían permanecido arriba.<br />

Se oyó entonces la voz <strong>de</strong> Meriño, grave y majestuosa:<br />

—Déjenlo como está. Tal vez si es Dios quien así lo ha dispuesto.<br />

Las esquinas <strong>de</strong> la antigua<br />

Santo Domingo <strong>de</strong> Guzman*<br />

Señores:<br />

Empiezo por don<strong>de</strong> habitualmente se termina. Doy a uste<strong>de</strong>s las gracias por su presencia en<br />

este acto. El distinguido presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> este centro cultural me había dicho: “El éxito <strong>de</strong> taquilla está<br />

asegurado”. Uste<strong>de</strong>s saben lo que esas expresiones significan. Yo tomé, sin embargo, sus palabras<br />

como una nueva manifestación <strong>de</strong> su bondad y gentileza características. Jamás pensé que realmente<br />

pudiera encontrarme en presencia <strong>de</strong> un auditorio tan nutrido como selecto. Creí que<br />

las palabras <strong>de</strong>l señor Díaz Ordóñez eran un aliento, un aliento tan sólo para que me sintiera<br />

fortalecido al venir aquí. Afortunadamente he visto que era cierto; y lo <strong>de</strong>claro: el miedo que<br />

tenía ha <strong>de</strong>saparecido. Mi miedo era gran<strong>de</strong>: Tanto, que esta tar<strong>de</strong> recordaba un caso ocurrido<br />

en esta ciudad hace muchos años, y en que la víctima fue alguien que esperando tener cerca<br />

<strong>de</strong> sí a muchas personas, se encontró, en el momento preciso <strong>de</strong>l acto que había organizado,<br />

con que nadie había concurrido. Que fue eso lo que le pasó a don Juan Zarazo.<br />

¡Pobre don Juan! ¡Hasta los últimos días <strong>de</strong> su vida estuvo atenaceado por el amargo recuerdo<br />

<strong>de</strong> aquella noche trágica! Había organizado un baile, al cual pensó que <strong>de</strong>bía concurrir<br />

mucha gente, y en el que a la postre se encontró con que nadie había acudido. Es triste cosa en<br />

realidad verse solo o casi solo cuando se espera estar bien acompañado, y especialmente si el<br />

fiasco ha dado lugar a la formación <strong>de</strong> una frase refranesca. En aquellos tiempos, cuando don<br />

Juan Zarazo vio frustradas sus esperanzas <strong>de</strong> celebrar un baile que hiciera época en los anales<br />

<strong>de</strong> las fiestas <strong>de</strong>l Carmen, el fracaso que cosechó dio lugar a esta expresión, que siempre se<br />

repetía en presencia <strong>de</strong> un fracaso <strong>de</strong> esta misma índole: “De música se volvió…”<br />

Antes <strong>de</strong> abordar mi charla, no conferencia como se ha dicho, haciéndole un honor que no<br />

merece, ¿no les parece a Uds. que <strong>de</strong>ba referirles qué fue lo que le ocurrió a Juan Zarazo?<br />

Don Juan Zarazo era un vecino <strong>de</strong>l barrio <strong>de</strong>l Carmen. Residía en la Calle Nueva, hoy<br />

calle Sánchez, entre las <strong>de</strong>l Arquillo y la Universidad, ahora Arzobispo Nouel y Padre Billini.<br />

Hombre bueno, si los hay, en su corazón no se albergaban sino sentimientos ingenuos.<br />

A su casa acudía toda clase <strong>de</strong> personas; los matices sociales en general estaban siempre<br />

representados allí. Todos eran bien recibidos, tanto por don Juan como por su familia; todos<br />

salían siempre agradablemente impresionados <strong>de</strong> los obsequios que se les hacían. En una<br />

ocasión, durante las fiestas <strong>de</strong> Nuestra Señora <strong>de</strong>l Carmen, don Juan quiso obsequiar a sus<br />

amista<strong>de</strong>s con un baile. Como éstas eran incontables, él necesitaba, antes <strong>de</strong> todo, hacer una<br />

lista; pero una lista completa, que él mismo <strong>de</strong>bía revisar. Se dio a la tarea. En ella lo ayudaba<br />

un amigo íntimo suyo, francés, <strong>de</strong> oficio platero, Monsieur “Yé”, quien se caracterizaba<br />

por lo pronunciado <strong>de</strong> su abdomen, motivo por el cual la gente lo llamaba Monsieur Yé “el<br />

barrigón”. La lista se hizo. Tanto don Juan como Monsieur Yé la creyeron completa. El baile<br />

se celebró. Acudió mucha gente. Tanto don Juan como su familia, estaban gran<strong>de</strong>mente<br />

*Charla en el Ateneo Dominicano, el 17 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1938, tomada taquigráficamente por Ulpiano Sepúlveda.<br />

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