23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

Mi Monseñor <strong>de</strong> Meriño Íntimo, como auténtico. En este retrato que <strong>de</strong> él hago, cuantos<br />

le conocieron y le amaron le reconocerán.<br />

V<br />

Fue una tar<strong>de</strong>. Tar<strong>de</strong> muy hermosa cuyo recuerdo he conservado inalterable en mi memoria,<br />

por lo que ella marcaría en mi vida.<br />

Hacía tres días que yo aguardaba el cumplimiento <strong>de</strong> la promesa que el ilustre, arzobispo<br />

me hiciera, en un estado <strong>de</strong> exaltación creciente. Después <strong>de</strong> mi acto atrevido, –que así lo<br />

consi<strong>de</strong>raba en mi interior– sentíame ansiosa por momentos, anhelando y temiendo, alternativamente,<br />

el resultado <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>terminación. Sin embargo, trataba <strong>de</strong> disimular mi ansiedad<br />

al ver a los <strong>de</strong>más tan esperanzados, tan contentos por lo que yo había hecho. Y para que lo<br />

estuviesen más, esforzábame en tomar los alimentos y en presentarles un semblante mejor.<br />

Doliente y muy débil, siempre, me encontraba en mi habitación particular, recostada en una silla<br />

larga, ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> almohadas, como lo estaba habitualmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que me había postrado.<br />

En la mañana habían puesto algunas flores en la sencilla estancia y yo las miraba distraída,<br />

abismada en mis pensamientos, a pesar <strong>de</strong> ser ellas mi encanto. Como se pensó que ese día<br />

podría ir Monseñor <strong>de</strong> Meriño a casa, para halagar su vista adornaron la pieza.<br />

Serían las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> cuando oí el ruido <strong>de</strong> un coche que se <strong>de</strong>tenía en la puerta<br />

<strong>de</strong> entrada <strong>de</strong> la casa. Sentí el corazón que me palpitaba fuertemente; y pensé sin vacilar:<br />

“¡Es él que llega!”.<br />

Acerqué más el oído a los ruidos <strong>de</strong>l exterior y comprendí que no me equivocaba.<br />

Alguien vino a anunciarlo.<br />

“Monseñor está ahí”, díjome un familiar mío.<br />

Y precipitadamente fuese para salir al encuentro <strong>de</strong>l ilustre visitante. Mi corazón <strong>de</strong>jó<br />

<strong>de</strong> latir. Un aturdimiento se produjo en mí; luego volvieron los latidos nerviosos, violentos,<br />

hasta que pasado unos cuantos minutos, que sin duda sirvieron a los míos para explicar a<br />

mi futuro confesor mi estado y las esperanzas que en él fundaran, sentí acercarse a mí pasos<br />

<strong>de</strong> varias personas. Mi familiar más íntimo se presentó y abriendo la puerta <strong>de</strong> la habitación<br />

hizo penetrar en ella al huésped esperado.<br />

Al aparecer ante mis ojos abatidos la alta, hermosa e imponente figura <strong>de</strong> Monseñor <strong>de</strong><br />

Meriño, un temblor interior paralizó mis movimientos. Quise hacer un esfuerzo para levantarme<br />

y no pu<strong>de</strong>; apenas me incorporé en mi asiento para contestar a su saludo. Sentíame<br />

atraída y al mismo tiempo temerosa. Y no era para menos.<br />

VI<br />

Conservaba Monseñor <strong>de</strong> Meriño, hasta esa época, mucho <strong>de</strong> la gallardía que en su porte<br />

se admiró en la juventud, a pesar <strong>de</strong> que ya la nieve <strong>de</strong> los sesenta años, al caer sobre su noble<br />

y simpática cabeza, la hubiese ceñido prematuramente, a manera <strong>de</strong> un casco, <strong>de</strong> una espesa<br />

capa <strong>de</strong> hilos <strong>de</strong> seda tenues, compactos y bien or<strong>de</strong>nados, <strong>de</strong>l color <strong>de</strong> bruñida plata. Esa gallardía<br />

daba mayor realce a la gran majestad impresa en su persona, por la firmeza natural <strong>de</strong><br />

su carácter entero y elevado, así como por la exacta conciencia <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> alta dignidad<br />

eclesiástica y <strong>de</strong>l respeto que su ya más que proyecta edad le mereciera.<br />

Cuando se presentaba en público, revestido <strong>de</strong>l traje archiepiscopal y luciendo al aire su<br />

plateada cabellera, ofrecía a la vista un aspecto magnífico, al echar hacia la espalda, por medio<br />

<strong>de</strong> un gesto sobrio y elegante <strong>de</strong> su vigorosa diestra, una <strong>de</strong> las puntas <strong>de</strong> su capa pluvial;<br />

217

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!