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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

Se ha comentado que Max no escaló la altura olímpica <strong>de</strong> Pedro Henríquez Ureña, pero<br />

en cambio, brilló en su carácter el admirable don <strong>de</strong> la comunicación humana, y por lo tanto,<br />

fue grandioso en la amistad, en el culto a lo bello, en la preservación <strong>de</strong> las formas <strong>de</strong>l legado<br />

hablado y escrito <strong>de</strong> nuestra hispanidad; en el apacible amor hacia la familia. Nunca se<br />

revistió <strong>de</strong> actitu<strong>de</strong>s negativas, las mismas que han privado a muchos intelectuales el vivir<br />

con las evoluciones <strong>de</strong> su tiempo. Antes que todo, dominicano auténtico, y prueba <strong>de</strong> ello<br />

sus obras <strong>de</strong> contribución a nuestra historia o acervo cultural o su columna en el Listín Diario,<br />

cátedra abierta a las presentes generaciones. Germinó en él un americanismo singular y<br />

pleno en comprensiones. A Cuba le amó como la segunda patria en la cual nacieron sus hijos;<br />

no por ello <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> sentirse en casa propia cuando su carrera diplomática le llevó a residir<br />

en Argentina, Brasil, Perú y otros países hermanos. El corazón universalista que latía en él<br />

fructificó en una permanente cosecha <strong>de</strong> lazos fraternos, discípulos y admiradores.<br />

Nació Maximiliano Henríquez Ureña el 16 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1885 en Santo Domingo,<br />

vástago <strong>de</strong>l ilustre matrimonio <strong>de</strong> Salomé Ureña y el Dr. Francisco Henríquez y Carvajal.<br />

Falleció como muchas veces nos confesó era su <strong>de</strong>seo –temiendo que ocurriese en playas<br />

extrañas– en su ciudad natal, apenas no hace un lustro. Su trayectoria es bastamente conocida<br />

por los Señores Académicos y por toda nuestra América para exten<strong>de</strong>rnos. Innecesario<br />

es pues enumerar los triunfos <strong>de</strong> este dominicano ilustre, caballero <strong>de</strong>l mundo, nutrido <strong>de</strong><br />

cultura; los pulmones henchidos por todos los aires <strong>de</strong> nuestra tierra y mente abierta a todos<br />

los caminos <strong>de</strong> la imaginación. Todavía no hemos ofrecido a su memoria el homenaje que<br />

merece este nombre preclaro… ¡Ese día se sentirá satisfecha la Patria que él añoró gran<strong>de</strong><br />

e inmortal…!<br />

Su recuerdo nos alienta, nos vivifica, nos induce a cuidarnos <strong>de</strong>l pecado intelectual; nos<br />

fuerza a poner en marcha todo cuanto signifique la eternidad <strong>de</strong> su obra. Con estas palabras<br />

no preten<strong>de</strong>mos generar el halago espiritual que los Señores Académicos podrían aguardar<br />

<strong>de</strong> un nuevo compañero, acostumbrados al máximo rigor <strong>de</strong> una tribuna tan honrosa como<br />

ésta. Oficiar en ella no es tarea fácil. Fieles <strong>de</strong>votos a las formas <strong>de</strong> la estética, creemos que<br />

sólo una comprensiva recepción –como la hubiéramos encontrado en Max Henríquez Ureña–<br />

ha <strong>de</strong> ayudarnos en los obligados e ineludibles preceptos <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia que hoy nos<br />

acoge, ligada por razones institucionales al supremo organismo que en la Madre Patria lleva<br />

el nombre <strong>de</strong> Real Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Lengua Española.<br />

Como dijimos en nuestra misiva <strong>de</strong> aceptación a la elección recaída en nuestra persona,<br />

reiteramos que nuestra comunión espiritual con el Dr. Max Henríquez Ureña hará más lleva<strong>de</strong>ra<br />

esta distinción. Por ello, trataremos <strong>de</strong> dignificar el asiento que <strong>de</strong>jó el físico vacío<br />

producido por la inesperada llamada a lo infinito, pero no así inaprovechables los surcos<br />

que abrieron las i<strong>de</strong>as y las luces <strong>de</strong>l eminente Académico dominicano.<br />

Aceptad pues, éstas palabras, como acto <strong>de</strong> fe y <strong>de</strong> propósitos en nuestra colaboración<br />

al trabajo <strong>de</strong> este Templo <strong>de</strong> la Cultura.<br />

I<strong>de</strong>alismo y exotismo en la literatura <strong>de</strong> América Francasci<br />

El panorama <strong>de</strong> la literatura americana ha atraído en diversos ciclos <strong>de</strong> estudio a<br />

críticos, bibliógrafos y amantes <strong>de</strong> la cultura. Para ser parcos en este aspecto <strong>de</strong> las letras<br />

castellanas en el Continente <strong>de</strong>scubierto por Colón, orgullosos <strong>de</strong> haber conservado y<br />

contribuido a la evolución y el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la lengua <strong>de</strong> Cervantes, no es ya un secreto<br />

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