23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

—¿Qué tiene <strong>de</strong> común mi triste personalidad, Don Emiliano, con la <strong>de</strong> la bella esposa<br />

escogida por el rey Asuero?<br />

—Voy a <strong>de</strong>cirle, Amelia: usted encarna, para mí, toda la poesía que pue<strong>de</strong> caber en una<br />

mujer.<br />

—Muchas gracias.<br />

—Y la reina Esther es uno <strong>de</strong> los tipos <strong>de</strong> los tiempos bíblicos que yo he encontrado<br />

siempre más interesante.<br />

—De acuerdo.<br />

—Y como ella era judía y usted <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong> esa raza Sefardita.<br />

—Es verdad.<br />

—Yo creo en la transmigración <strong>de</strong> las almas y he imaginado que el alma <strong>de</strong> Esther vivía<br />

en usted.<br />

—Perfecto.<br />

—¿No quiere usted que yo la llame así?<br />

—Eso me halaga mucho, Don Emiliano, pero no lo haga <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nadie, porque…<br />

—Se lo que va usted a <strong>de</strong>cirme. Que me llamarán ciego y no miope. Ese es su tema.<br />

Pues no. Verdad es que mi miopía no me la <strong>de</strong>ja ver enteramente natural, pero su alma está<br />

visible en usted.<br />

—¿Tan mal tiene usted la vista, Don Emiliano?<br />

—Muy mal. Usted está a bien corta distancia <strong>de</strong> mí y sin embargo no la distingo sino<br />

como al través <strong>de</strong> un velo transparente.<br />

—Por eso me poetiza usted, dije en tono <strong>de</strong> broma, pero conmovida por la triste<br />

<strong>de</strong>claración.<br />

—Esta miopía, continuó Don Emiliano, melancólicamente, a pesar <strong>de</strong> su habitual estoicismo,<br />

esta miopía me ha hecho daño. Yo valdría el doble sin ella. Me ha perjudicado para<br />

muchas cosas. A corta distancia soy casi ciego.<br />

¡Qué pena tuve! Nada dije, pero comprendí y compa<strong>de</strong>cí muchas <strong>de</strong> las excentricida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> que acusaban a mi pobre amigo reciente y que a su enfermedad <strong>de</strong>bían imputarse más<br />

que a él.<br />

Y sentí verda<strong>de</strong>ro afecto por quien era víctima <strong>de</strong> tal infelicidad.<br />

Des<strong>de</strong> nuestras primeras conversaciones hablaba yo <strong>de</strong> Monseñor <strong>de</strong> Meriño a Don<br />

Emiliano. Decíale el entusiasta sentimiento que el ilustre ausente me inspiraba y cómo era<br />

correspondido.<br />

Tan pronto pu<strong>de</strong> escribir volví a la redacción <strong>de</strong> mi Diario y narraba todo lo que me<br />

reunía a mi noble corresponsal.<br />

“¡Qué grato es esto! le <strong>de</strong>cía. ¡Y qué grato para mí!”.<br />

Manifestábale mi impaciencia mayor <strong>de</strong> verle regresar y cómo contaba los días que faltaban<br />

para su vuelta. Entre él y Don Emiliano estaba yo bien sostenida. Ambos formarían,<br />

para servirme <strong>de</strong> firme apoyo en mis veni<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>sfallecimientos <strong>de</strong> cuerpo y <strong>de</strong> alma, un<br />

sólido bastón.<br />

¡Cuánto me tardaba verles reunidos en mi casa cerca <strong>de</strong> mí!<br />

¡Loca ilusión, como todas las formuladas y acariciadas en mi vida!<br />

Monseñor <strong>de</strong> Meriño no podía contestarme. Hasta su regreso no vería mis comunicaciones;<br />

pero Don Emiliano respondió por él, echando por tierra mi vana esperanza, con un<br />

golpe rudo.<br />

227

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!