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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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JOAQUÍN BALAGUER | EL CRISTO DE LA LIBERTAD<br />

parte haitiana. El comisionado fracasó en su misión, y Duarte apeló entonces al patriotismo<br />

<strong>de</strong> Ramón Mella, tal vez el más intrépido <strong>de</strong>l grupo <strong>de</strong> los separatistas, para que llevara un<br />

nuevo mensaje a los revolucionarios haitianos. El acuerdo se formalizó y los dos bandos,<br />

el <strong>de</strong> los amigos <strong>de</strong> la separación y el <strong>de</strong> los adversarios <strong>de</strong> Jean Pierre Boyer, unieron sus<br />

esfuerzos para levantarse en los dos extremos <strong>de</strong> la isla contra la tiranía.<br />

El 27 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1843 estalló en Praslín el movimiento revolucionario. Vencido sucesivamente<br />

en Lessieur y en Leogane, el déspota capituló y el po<strong>de</strong>r fue entregado el 21 <strong>de</strong><br />

marzo al general Charles Herard, cabecilla <strong>de</strong>l motín en territorio haitiano. En la parte <strong>de</strong>l<br />

Este, los acontecimientos se precipitaron también con rapi<strong>de</strong>z inesperada. Las autorida<strong>de</strong>s<br />

haitianas que permanecían leales al gobierno <strong>de</strong> Boyer, redujeron a prisión al padre <strong>de</strong><br />

Pedro Alejandrino Pina, y esa actitud dio lugar a que cundiera la alarma entre el elemento<br />

adicto al partido <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. Ramón Mella y otros discípulos <strong>de</strong>l apóstol, fieles<br />

a la consigna dada por Duarte a sus amigos, se reunieron el día 24 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1843 en la<br />

plazuela <strong>de</strong>l Carmen, célebre ya por haberse fundado en sus cercanías la sociedad patriótica<br />

“La Trinitaria”, y en unión <strong>de</strong> algunos cabecillas haitianos <strong>de</strong>safectos al gobierno <strong>de</strong> Boyer,<br />

quienes a su vez se habían reunido frente a la morada <strong>de</strong>l general Henri Etienne Desgrotte,<br />

se lanzaron a la calle al grito <strong>de</strong> ¡Viva la reforma!<br />

El pueblo empezó a presenciar con cierta indiferencia el movimiento. Con el fin <strong>de</strong><br />

inspirar a las multitu<strong>de</strong>s confianza en la revuelta, fue necesario que el señor Joaquín Lluveres<br />

se dirigiera al hogar <strong>de</strong> los padres <strong>de</strong> Duarte y reclamara la presencia <strong>de</strong>l caudillo en<br />

la manifestación callejera. Cuando Lluveres llegó a la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los padres <strong>de</strong>l apóstol,<br />

encontró a éste ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> su madre y sus hermanas, quienes se prendían tiernamente <strong>de</strong><br />

su cuello para impedir que abandonara el hogar y se expusiera sin armas a la venganza<br />

<strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s haitianas. El recién llegado interrumpió aquella escena conmovedora<br />

dirigiendo a Duarte las siguientes palabras: “Muchos están retraídos y se niegan a salir<br />

porque dicen que no se trata <strong>de</strong> su revolución, puesto que tú no estás aún con el pueblo”.<br />

El apóstol, secundado por Lluveres, convenció a su madre <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> que lo <strong>de</strong>jase<br />

marchar a incorporarse a los revolucionarios. Provisto <strong>de</strong> un puñal se dirigió en compañía<br />

<strong>de</strong> Lluveres hacia la plaza <strong>de</strong>l Mercado. Allí se les unieron varios ciudadanos a quienes la<br />

sola presencia <strong>de</strong> Duarte infundía confianza en la causa <strong>de</strong> la patria. En una <strong>de</strong> las esquinas<br />

<strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> “El Con<strong>de</strong>”, tropezaron con la multitud que se dirigía a Santa Bárbara en busca<br />

<strong>de</strong>l principal animador <strong>de</strong> la revuelta. Tan pronto el caudillo, jubilosamente aclamado por<br />

el pueblo, se mezcló con la muchedumbre y se puso a la cabeza <strong>de</strong> la manifestación, uno<br />

<strong>de</strong> los que participaban en la revuelta se a<strong>de</strong>lantó súbitamente a los amotinados y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

caballo que montaba le tendió la mano al apóstol gritando a voz en cuello: ¡Viva Colombia!<br />

Esta exclamación fue insidiosamente lanzada con el propósito <strong>de</strong> <strong>de</strong>svirtuar a los ojos <strong>de</strong>l<br />

pueblo, los verda<strong>de</strong>ros fines <strong>de</strong> la revolución. Duarte adivinó acto seguido la intención que<br />

inspiraba esa frase capciosa, y respondió con otro grito estentóreo: ¡Viva la reforma! Los coroneles<br />

Pedro Alejandrino Pina, Francisco <strong>de</strong>l Rosario Sánchez y Juan Isidro Pérez, quienes<br />

aparecieron en aquel momento a la cabeza <strong>de</strong> una reducida caballería corearon la exclamación<br />

<strong>de</strong>l caudillo y el grito <strong>de</strong> ¡Viva la reforma! se generalizó entre los manifestantes. Juan Isidro<br />

Pérez se <strong>de</strong>sciñó la espada, e hizo entrega <strong>de</strong> ella al jefe <strong>de</strong>l movimiento. La manifestación<br />

encabezada por Duarte, se dirigió por la calle <strong>de</strong> Plateros hacia la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l general<br />

Desgrotte. El oficial haitiano, aunque se hallaba comprometido a asumir la dirección <strong>de</strong>l<br />

elemento militar adverso al gobierno <strong>de</strong> Boyer, trataba <strong>de</strong> son<strong>de</strong>ar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su casa la situación<br />

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