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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

establecimiento <strong>de</strong> mercancías y objetos curiosos, quiso ser él nuestro mejor cliente y por<br />

esa razón no temía molestarme pidiéndome cuanto necesitara.<br />

Yo rebajaba para él todos los precios, hasta el costo sin que él, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso <strong>de</strong> mezquinas<br />

averiguaciones, se diera cuenta <strong>de</strong> nada. De lo contrario, su extremada <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za habríale<br />

impedido utilizar mis servicios.<br />

Empresa gran<strong>de</strong> era, a veces, para mí satisfacerle; sobre todo cuando en nuestro establecimiento<br />

faltaba lo que él <strong>de</strong>seaba conseguir. Entonces, nuestros empleados y sirvientas<br />

andaban buscándolo en otras tiendas. Los precios naturalmente eran más elevados que los<br />

que le anotábamos <strong>de</strong> costumbre, lo cual me mortificaba, por el temor <strong>de</strong> parecerle gravosa<br />

en mis compras por su cuenta.<br />

Todos estos eran escrúpulos <strong>de</strong> <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za que él ignoraba.<br />

Carta vigésimo séptima<br />

Mi carísima amiga:<br />

Dispense usted, mi noble Amelia, que la moleste; pero, como no entiendo nada <strong>de</strong> trajes<br />

<strong>de</strong> mujer, <strong>de</strong> usted <strong>de</strong>bo valerme para engalanar mis huérfanas.<br />

Deseo siete cortes <strong>de</strong> vestidos; tres <strong>de</strong> diez varas y cuatro <strong>de</strong> ocho, con sus correspondientes<br />

adornos. Le envío $50 para que se cobre lo que le <strong>de</strong>bo; y mán<strong>de</strong>me, a<strong>de</strong>más, dos<br />

varas <strong>de</strong> cinta <strong>de</strong> terciopelo <strong>de</strong> las angostitas que se usan para el cuello.<br />

Perdone a su muy afectísimo,<br />

P. Meriño.<br />

¿Será creíble tan ingenua bondad? ¡Ocuparse <strong>de</strong> cinas <strong>de</strong> terciopelo para el cuello <strong>de</strong> las<br />

huérfanas! Reía yo a veces y dulcemente le daba bromas sobre tales tonterías...<br />

Decíale:<br />

Monseñor, ¿qué entien<strong>de</strong> usted <strong>de</strong> monerías semejantes para pedírmelas?<br />

—Nada, amiga mía, contestaba él riendo. Pero usted entien<strong>de</strong> <strong>de</strong> ellas y con eso basta.<br />

Sé que mi Señora, Doña Amelia, me sacará <strong>de</strong> apuros.<br />

Carta vigésimo octava<br />

Mi muy querida amiga:<br />

No <strong>de</strong>biendo dar lugar a que en pascuas, me anote usted en el número <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>udores<br />

<strong>de</strong> dinero, le remito:<br />

Los $ 11.50 <strong>de</strong> ayer<br />

y los 20.30 <strong>de</strong> hoy<br />

$ 31.80<br />

y como falta el último corte <strong>de</strong> vestido por arreglar, van $35.00 para que usted se cobre. Si<br />

quedo <strong>de</strong>biendo centavos, no será nada para quien tiene por acreedora <strong>de</strong> todo su afecto y<br />

<strong>de</strong> su respeto a una amiga como usted.<br />

P. M.<br />

¿Creeráse que exagero cuando digo que Monseñor <strong>de</strong> Meriño era <strong>de</strong>licioso?<br />

Espero que no.<br />

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