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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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JOAQUÍN BALAGUER | EL CENTINELA DE LA FRONTERA<br />

<strong>de</strong> El Número, en Monte la Guardia, en Cambronal, en Sabana Larga. Fue él el supremo instrumento<br />

reivindicador, el arma <strong>de</strong>cisiva. El precursor <strong>de</strong> las cargas al machete fue Fernando<br />

Valerio, con su famosa “columna <strong>de</strong> los andulleros” en la acción <strong>de</strong>l 30 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1844. Otro<br />

intrépido dominicano, el generalísimo Máximo Gómez, la utilizó <strong>de</strong>spués contra el ejército<br />

español y la impuso como el arma por excelencia <strong>de</strong> la insurrección en la manigua cubana. Pero<br />

fue Duvergé, secundado por los oficiales que le acompañaron en las campañas libradas en el<br />

vasto frente comprendido entre El Número y la línea <strong>de</strong> las fronteras, el que perfeccionó esa<br />

táctica y la introdujo como un elemento <strong>de</strong> sorpresa y <strong>de</strong> terror contra las invasiones haitianas.<br />

El machete <strong>de</strong> Duvergé significó tanto, para la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia Nacional, como las bayonetas<br />

<strong>de</strong> los grana<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> San Martín, como la mosquetería <strong>de</strong> Washington, como la caballería <strong>de</strong><br />

Artigas y como la lanza <strong>de</strong> Páez para los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong> la libertad americana.<br />

La táctica habitual <strong>de</strong> Duvergé, según la <strong>de</strong>scripción que <strong>de</strong> ella nos ha <strong>de</strong>jado el oficial<br />

<strong>de</strong> artillería <strong>de</strong>l ejército napoleónico Francisco Soñé, consistió en la formación <strong>de</strong> un “rompe<br />

nueces” que rara vez fallaba. Su forma peculiar <strong>de</strong> ataque difería <strong>de</strong> la clásica táctica napoleónica<br />

consistente en la formación <strong>de</strong> un solo frente con el centro y las alas <strong>de</strong>splegadas<br />

en línea. El héroe dominicano, guiado por su prodigioso instinto militar, solía atacar por<br />

los flancos con columnas dispuestas a modo <strong>de</strong> pinzas cuya misión consistía en empujar al<br />

enemigo hacia el interior <strong>de</strong> un bolsón en el cual era rápidamente acometido al arma blanca.<br />

Así formó su ejército en Azua, según los apuntes <strong>de</strong> Soñé, y así procedió también en la<br />

mayoría <strong>de</strong> las numerosas funciones <strong>de</strong> armas que libró durante las campañas <strong>de</strong> 1844 y <strong>de</strong><br />

1845 contra ejércitos superiores en número y ventajosamente equipados.<br />

En la batalla <strong>de</strong> Azua <strong>de</strong>l 6 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1849, las pinzas <strong>de</strong>l “rompe nueces” fueron constituidas<br />

por la columna que al mando <strong>de</strong>l coronel Wenceslao Guerrero atacó al ejército <strong>de</strong> Geffrard<br />

por el flanco <strong>de</strong>recho, y por la columna que lo embistió por el flanco izquierdo bajo las ór<strong>de</strong>nes<br />

<strong>de</strong>l comandante Santiago Bazora. En el bolsón, cerrado por una trinchera y <strong>de</strong>fendido por dos<br />

piezas <strong>de</strong> artillería disimuladas bajo un toldo <strong>de</strong> hojas en una altura inmediata, esperaba el propio<br />

Duvergé con sus fuerzas hábilmente situadas en el camino <strong>de</strong> El Barro. Columnas móviles<br />

al mando <strong>de</strong> los generales Mella, Alfau, Regla Mota, Merced Marcano y Sandoval, quedaban<br />

en reserva <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las líneas con instrucciones <strong>de</strong> acudir don<strong>de</strong> su ayuda se hiciera necesaria.<br />

Geffrard, herido <strong>de</strong> bala en una pierna durante los primeros encuentros, se vio obligado a<br />

replegarse con gran<strong>de</strong>s pérdidas <strong>de</strong> hombres y <strong>de</strong> material <strong>de</strong> guerra. El repliegue se efectuó<br />

precisamente por El Barro, única vía abierta a sus fuerzas hostigadas. Por esa dirección se precipitó<br />

con el grueso <strong>de</strong> su ejército el general haitiano. Cuando se aproximó al centro <strong>de</strong>l bolsón<br />

en que Duvergé lo esperaba, las piezas <strong>de</strong> artillería ocultas en los matojos <strong>de</strong> la sabana abrieron<br />

el fuego, y la infantería, con Duvergé a la cabeza, arremetió contra las columnas cerradas <strong>de</strong><br />

Geffrard en una carga impetuosa al arma blanca. Combatido por las pinzas <strong>de</strong> los flancos y<br />

triturado en el centro <strong>de</strong> la tenaza, el ejército invasor se dispersó en <strong>de</strong>sbandada.<br />

Los haitianos se retiraron para reorganizarse y reanudar al siguiente día con nuevos<br />

refuerzos la ofensiva. Pero en la noche se <strong>de</strong>smoronaron inexplicablemente las <strong>de</strong>fensas dominicanas.<br />

La alarma cundió entre la tropa, difundida por agentes especialmente instruidos para<br />

provocar un <strong>de</strong>sastre <strong>de</strong>stinado a hundir políticamente al Presi<strong>de</strong>nte Jiménez y suplantarlo<br />

con Santana. Generales como Ramón Mella, como Alfau, como Contreras y como Merced<br />

Marcano, hicieron causa común con los provocadores <strong>de</strong>l pánico y cooperaron consciente o<br />

inconscientemente en el plan elaborado por Báez y otros políticos adictos entonces al hatero<br />

<strong>de</strong> El Prado. Pero la primera fase <strong>de</strong> la batalla había sido ya ganada por Duvergé.<br />

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