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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

trazos vigorosos <strong>de</strong> Víctor Hugo o con los chispazos <strong>de</strong> Honorato <strong>de</strong> Balzac; todo ello nos<br />

impulsa hacia la comunicación exterior y cuasi geláxica, aunque temerosa, que genera el<br />

i<strong>de</strong>alismo en Amelia Francasci; influyente en la temática y en cuanto <strong>de</strong>sdobló la reacción<br />

<strong>de</strong> uno y todos los personajes movidos en sus cientos <strong>de</strong> páginas caligrafiadas pulcramente:<br />

su literatura.<br />

Nos sería permisible afirmar que tal i<strong>de</strong>alismo tuviese origen en la propia femineidad<br />

<strong>de</strong> Amelia Francasci <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su adolescencia, hasta conservarlo como un tesoro en el ocaso<br />

<strong>de</strong> su luenga vida. ¡Ese ego generó constantemente las ondas apaciblemente <strong>de</strong>spiertas <strong>de</strong><br />

su mente clarísima y <strong>de</strong> su alma <strong>de</strong> artista, comúnmente extasiada ante la belleza <strong>de</strong> la naturaleza<br />

o dominada por los extravíos <strong>de</strong>l ensueño…!<br />

Con menos esfuerzo visualizamos y observamos los perfiles que caracteriza en su literatura,<br />

el exotismo. Esta ten<strong>de</strong>ncia, que abundará en su producción con la excepción <strong>de</strong> su<br />

ya histórico libro Monseñor <strong>de</strong> Meriño Íntimo, la aumentó con inequívoca justificación que se<br />

encontraría antes <strong>de</strong> ir más lejos, en su propia educación y cultura; inclinación no adoptada<br />

adre<strong>de</strong>, como en el caso <strong>de</strong> muchos escritores <strong>de</strong> su tiempo.<br />

Fuente inagotable <strong>de</strong> saber, Pedro Henríquez Ureña nos ha <strong>de</strong>jado dos páginas admirables<br />

y hermosísimas a la vez que profundas como todo cuanto <strong>de</strong> él proviene, sobre el<br />

exotismo. En ellas se lee lo siguiente: “El amor a lo pintoresco y exótico que el romanticismo<br />

<strong>de</strong>spertó en las literaturas <strong>de</strong> la Europa occi<strong>de</strong>ntal, las únicas mundiales <strong>de</strong> entonces, ha sido<br />

fecundo en resultados. Si <strong>de</strong> una parte dio origen a la invención <strong>de</strong> artificiosos mol<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

color local muy socorridos –la España <strong>de</strong> Hugo y Musset, la Turquía <strong>de</strong> Theophile Gautier, la<br />

Rusia <strong>de</strong> Bryon, la Persia <strong>de</strong> Thomas Moore, hasta dar en el Japón <strong>de</strong> Pierre Lotí y la Nueva<br />

España <strong>de</strong> Lorrain– en cambio suscitó las reconstrucciones fieles y laboriosas cuyo tipo es<br />

la Cartago <strong>de</strong> Flaubert”.<br />

En el mismo trabajo, nuestro gran humanista entien<strong>de</strong> que “el gusto por lo exótico produce<br />

–a veces– el paradójico efecto <strong>de</strong> renovar o <strong>de</strong>spertar el amor a las letras antiguas”.<br />

Nosotros le vemos en literatura y en música, como ansias por volver a los patrones inmortales<br />

<strong>de</strong> las letras y las artes, aquello que llamamos “el ritornello” y que es hoy día una trampa<br />

que bien sirve para <strong>de</strong>scubrir los valores auténticos y los falsos. En pintura y música lo han<br />

manifestado victoriosamente Salvador Dalí, Picasso, Stravinski y el norteamericano Samuel<br />

Barber.<br />

Henríquez Ureña agrega que “el exotismo <strong>de</strong>jó un sedimento <strong>de</strong>finitivo, un interés permanente<br />

aunque <strong>de</strong> intensidad variable por toda revelación <strong>de</strong> vidas y mundos diversos<br />

<strong>de</strong> los habitualmente representados en las literaturas que todavía sirven como normativas<br />

en los países <strong>de</strong> civilización europea”.<br />

Este concepto induce pensar que Amelia Francasci, rehuyendo las absorciones mentales,<br />

afincada a un humanismo innato más tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollado por estudios y lecturas, <strong>de</strong>ja que la<br />

mente y el corazón <strong>de</strong>ambulen en un escenario extranjero, –España en el caso <strong>de</strong> Madre Culpable<br />

o un país <strong>de</strong> América– en el <strong>de</strong> Francisca Martinoff. En la última <strong>de</strong> estas dos obras no<br />

escapa a esa influencia cuando el principal personaje se queja <strong>de</strong> “las miserables ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

provincia”, puesto que no ofrecen a personas educadas en París nada atractivo; la vida <strong>de</strong><br />

la Ciudad Luz ribeteada <strong>de</strong> música y colores, artificios, cocottes, apaches, midinettes y sobre<br />

todo, los encantos <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s boulevares y las orillas <strong>de</strong>l Sena.<br />

La escritora medita y escribe <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su recinto místico o íntimo <strong>de</strong> Santo Domingo; cuando<br />

no ha olvidado sin embargo el gozo <strong>de</strong> reír y cantar y correr frente a las aguas <strong>de</strong>l Caribe, sobre<br />

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