23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

HERIBERTO PIETER | AUTOBIOGRAFÍA<br />

induljencia <strong>de</strong> nuestro Papa, Don Luis Garboso. Allí comimos el invariable menú: palomas<br />

i plátano ver<strong>de</strong> frito, empujados por el sabroso jenjibre, sello <strong>de</strong> la excelencia <strong>de</strong> esa rústica<br />

taberna.<br />

Testigo <strong>de</strong> tal cena fue un viejo mulato, Maestro Carpintero, llamado Llaverías. Era el<br />

mismo tipo amargado por su inercia que una vez, al ver que llevaba bajo el brazo un voluminoso<br />

libro <strong>de</strong> Medicina, me increpó <strong>de</strong> esta manera: “Pieter, <strong>de</strong>ja esos libros, que pue<strong>de</strong>s<br />

volverte loco. ¿Quién ha visto un negro ser doctor?” I como yo continué charlando con mis<br />

compañeros sin contestarle, me gritó: “Deja esa pretensión i ven a mi taller. Te enseñaré a<br />

hacer bateas i ataú<strong>de</strong>s. Los <strong>de</strong> tu raza nunca llegan a apren<strong>de</strong>r lo que tú <strong>de</strong>seas estudiar”.<br />

Mis amigos en ese regocijo, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> años tenían noticias <strong>de</strong> los <strong>de</strong>safueros <strong>de</strong> aquel Llaverías,<br />

gritaron al carpintero: “Aquí tienes al loco. Ya es doctor i es el primer negrito que gana<br />

aquí ese diploma. Ven a brindar con nosotros”. I así, empinando todos un vaso <strong>de</strong> cerveza,<br />

terminó aquella escena, la que, gracias a la urbanidad <strong>de</strong> nuestro grupo, dio una lección<br />

<strong>de</strong> buen vivir a aquel frustrado obrero. Años <strong>de</strong>spués, cuando por segunda vez llegué <strong>de</strong><br />

París, con mi diploma profesional <strong>de</strong> aquella facultad, volví a ver a Llaverías, esta vez como<br />

médico consultante al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> una cama, en el hospital <strong>de</strong> la “Beneficencia”, único hospicio<br />

público en esta ciudad. Al verme, el triste enfermo <strong>de</strong> cáncer gástrico inoperable, comenzó<br />

a llorar no sólo a causa <strong>de</strong> su quebranto, sino por remordimiento <strong>de</strong> lo sucedido cuando se<br />

burló <strong>de</strong> mí i me aconsejó que no estudiara, porque corría el riesgo <strong>de</strong> que me internaran en<br />

El Manicomio. Esa dolorosa remembranza fue interrumpida por la caridad <strong>de</strong> un sacerdote<br />

que en ese momento llevó la extrema-unción a este sujeto arrepentido <strong>de</strong> haber expresado,<br />

como otros ineptos, tan errónea predicción.<br />

Des<strong>de</strong> el día siguiente me apresuré a conseguir mi diploma i el exequátur que me autorizaban<br />

a ejercer mi profesión. Entretanto, me <strong>de</strong>diqué a estudiar la posibilidad <strong>de</strong> comenzar<br />

a ejercer la profesión, no en la ciudad en don<strong>de</strong> nací, me crié i soporté tanta miseria moral i<br />

material, pero también en cuyo ambiente progresaron i se cristalizaron las ambiciones que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño formaron la estructura <strong>de</strong> mis aspiraciones. Ni un sólo momento intenté dar comienzo<br />

para radicarme en esta ciudad: el velado <strong>de</strong>sprecio i la ambición <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> mis<br />

profesores obligaba a los médicos principiantes para que abandonaran la plaza comercial<br />

en don<strong>de</strong> se hicieron dueños <strong>de</strong> la clientela que les pagaban con mucho dinero.<br />

Dediqué una noche entera a escojer el sitio para iniciar, sin trabas, el ejercicio <strong>de</strong> mis<br />

próximas labores. En un extenso mapa <strong>de</strong> nuestro país examiné <strong>de</strong> norte a sur i <strong>de</strong> este a<br />

oeste todas las provincias i comunes que estaban en condiciones <strong>de</strong> ofrecerme continua<br />

labor i buena clientela. No sé a ciencia cierta, por qué preferí ir a aventurar en Juana Núñez<br />

(hoi Salcedo), una pequeña al<strong>de</strong>a enclavada en el corazón <strong>de</strong>l Cibao. Yo había oído hablar<br />

sobre la riqueza <strong>de</strong> aquella pequeña comarca i <strong>de</strong> la afabilidad <strong>de</strong> sus habitantes. Consulté<br />

con mi querido maestro i amigo el Licdo. José Dolores Alfonseca, quien conocía a algunas<br />

personas <strong>de</strong> aquella rejión. Chuchú, como afectuosamente le <strong>de</strong>cíamos, me recomendó a<br />

un amigo suyo i compañero en el partido político <strong>de</strong>l Jral. Horacio Vásquez. Esa persona se<br />

llamaba Pascasio Toribio, hombre <strong>de</strong> armas tomar, buen ciudadano, competente en la agricultura<br />

<strong>de</strong>l cacao i –sobre todo– buen padre <strong>de</strong> familia i excelente amigo <strong>de</strong> Alfonseca. Este<br />

afectuoso colega mío me dio una carta abierta para entregar a su compadre Jeneral Pascasio<br />

Toribio. Entre paréntesis, estoi obligado a escribir aquí algo sobre una <strong>de</strong> las más profundas<br />

amista<strong>de</strong>s que me vi obligado a cultivar hasta que ocurrió el inesperado fallecimiento <strong>de</strong><br />

mi buen amigo, el Dr. Alfonseca. Él i yo continuamos gozando <strong>de</strong> recíproco cariño durante<br />

67

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!