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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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HERIBERTO PIETER | AUTOBIOGRAFÍA<br />

referí tanto la cobardía <strong>de</strong> aquellos, mis colegas, como la inminente <strong>de</strong>función <strong>de</strong> D. Manuel,<br />

a quien yo había <strong>de</strong>cidido asistir hasta su última hora, i sin ninguna paga. Así procedí<br />

custodiado hasta el fin <strong>de</strong> esa amenaza. Nadie me molestó. Al contrario, los más allegados<br />

al difunto me <strong>de</strong>mostraron cariño i algunos <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>scendientes continúan ofreciéndome<br />

el más puro afecto i respeto.<br />

Mis enemigos llevaron a Salcedo a uno <strong>de</strong> los pocos sujetos que me atacaron en aquella<br />

al<strong>de</strong>a, cuando yo vivía allí, para que se uniera a un antiguo oficial <strong>de</strong>l Batallón Ozama en la<br />

época <strong>de</strong> mi martirio en la milicia. Esos dos maleantes me reclamaban dinero bajo el pretexto<br />

<strong>de</strong> que yo <strong>de</strong>bía restituirles la suma que fue robada por los presidiarios políticos que el 23<br />

<strong>de</strong> marzo <strong>de</strong>l 1903 <strong>de</strong>rrotaron al Gobierno <strong>de</strong> Horacio Vásquez.<br />

En las horas <strong>de</strong> tal acometida yo estaba ausente <strong>de</strong> esa fortaleza. Como era natural, me<br />

negué a esa impostura. Me amenazaron con matarme a tiros si <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> dos horas no los<br />

complacía. Inmediatamente acudí a mi amigo i consejero el Licdo. Moya para informarle<br />

<strong>de</strong> esa acción. Como <strong>de</strong>s<strong>de</strong> años yo le había contado lo ocurrido en aquella revolución, al<br />

punto reflexionó que esos maleantes, capaces <strong>de</strong> todo, perpetrarían el crimen con que me<br />

amenazaban, casi seguros <strong>de</strong> que no serían castigados por la justicia. Pensé en la seguridad<br />

<strong>de</strong> mi familia, en mi reputación i en todo lo malo que podría suce<strong>de</strong>rme si no seguía el<br />

consejo <strong>de</strong> mi amigo. Moya llamó a uno <strong>de</strong> aquellos <strong>de</strong>salmados, le exijió un documento<br />

i les ofreció que yo les daría poco a poco parte <strong>de</strong> la cantidad que exijían. Todo pasó en<br />

silencio. Yo cumplí con lo que Moya había ofrecido a esos ladrones <strong>de</strong> honra i <strong>de</strong> dinero.<br />

Ocho años <strong>de</strong>spués uno <strong>de</strong> aquellas maleantes enfermó <strong>de</strong> gravedad, solicitó mi asistencia<br />

médica. Lo libré <strong>de</strong> la afección que pudo causarle la muerte. Agra<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> ese supremo<br />

servicio, llorando, me refirió el orijen <strong>de</strong> lo que él i su compañero me exijieron azuzados<br />

por un malvado colega celoso <strong>de</strong> mis triunfos profesionales. No quise aceptar la paga <strong>de</strong><br />

mis honorarios ni tampoco parte <strong>de</strong> lo que él había recibido en aquella extorsión. Muchos<br />

años <strong>de</strong>spués encontré al otro, el más perverso, pidiendo limosnas en las calles <strong>de</strong> una<br />

ciudad <strong>de</strong>l Cibao. Le di lo suficiente para que comiera ese día i el perdón que no merecía.<br />

El promotor <strong>de</strong> aquel vil atraco en San Francisco <strong>de</strong> Macorís, recibió <strong>de</strong> mí el inútil cuido<br />

que le di cuando, años <strong>de</strong>spués, yacía en cama esperando los últimos momentos <strong>de</strong> su<br />

azarosa vida.<br />

A pesar <strong>de</strong> las tribulaciones arriba <strong>de</strong>scritas, i otras, yo no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ensanchar mis conocimientos<br />

durante las horas que la clientela me lo permitía. Estudiaba e inventaba para<br />

suplir aparatos i métodos cuya adquisición era difícil.<br />

Anti-germanófilo<br />

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) me hacía <strong>de</strong>sviar un poco <strong>de</strong> la Medicina, mi<br />

quehacer habitual, sin olvidar que los enfermos <strong>de</strong>bían formar el núcleo <strong>de</strong> mis activida<strong>de</strong>s.<br />

Alguien, en Francia, indicó a alguna alta autoridad diplomática <strong>de</strong> allá que yo <strong>de</strong>bía representar<br />

i hacer propaganda a ese país, sobre todo en el Cibao, para contrarrestar la que hacían<br />

los germanófilos dominicanos en contra <strong>de</strong> aquella nación. Puse en manos mi <strong>de</strong>ber, mi entusiasmo<br />

i mi agra<strong>de</strong>cimiento a la heroica Francia, en don<strong>de</strong> recibí tanta i tan útil instrucción<br />

para mejorar mis conocimientos. “A B C”, el semanario publicado por el Licdo. Moya, me<br />

brindó sus columnas para que yo escribiera i comentara los sucesos <strong>de</strong> esa guerra. Consulté<br />

mapas, <strong>de</strong>scripciones históricas, críticas marciales, etc., para ayudarme en la redacción <strong>de</strong><br />

mis escritos, los cuales eran leídos i reproducidos sobre todo en Santiago.<br />

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