23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

La persona fallecida era íntima amiga <strong>de</strong> Monseñor <strong>de</strong> Meriño, quien la estimaba en alto<br />

grado y la sentía profundamente.<br />

Escribióme él contestando a lo que yo le <strong>de</strong>cía en mi Diario.<br />

Carta sexta<br />

¡Gracias <strong>de</strong>l alma, mi apreciada Amelia, por sus <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> afecto que me honran!<br />

¡Y está bien! Recibiendo usted <strong>de</strong> las 5 en a<strong>de</strong>lante, me será más fácil tener el gusto <strong>de</strong><br />

ir a verla.<br />

En estos días <strong>de</strong> nuestro duelo, ¡he pensado tanto en usted...!<br />

Hasta pronto.<br />

Su affmo.<br />

P. Meriño.<br />

Don Emiliano también me acompañó en mi pena puramente por afecto hacia mí. Con<br />

gran frecuencia fue a verme. Yo no abandonaba mi secreta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> unir a mis dos amigos<br />

tan íntimamente dignos <strong>de</strong> mi estimación. Al efecto, volví un día a traer ese punto con el<br />

que ya conocía mis <strong>de</strong>seos.<br />

—¡Usted y Monseñor son tan buenos para mí! ¡Don Emiliano, se lo suplico, por amor<br />

<strong>de</strong> Dios! ¡Vuelva usted a ser amigo suyo, si quiere probarme mejor el cariño que me tiene!<br />

¡Yo sufro por esa distancia entre uste<strong>de</strong>s!<br />

—¡No insista, Amelia!, interrumpióme él. Usted me apena inútilmente. Usted quiere al<br />

padre –así lo llamaba siempre– con todo su entusiasmo y lo comprendo, porque <strong>de</strong>l mismo<br />

modo le quise yo. Tal vez más tar<strong>de</strong> cuente a usted lo pasado entre nosotros para que usted<br />

juzgue. Le quise con mi alma. Por él todo lo sufría. Estuve en la cárcel, fui expatriado. ¡Por él<br />

hubiera dado la vida! ¡Era un enamoramiento el mío! Lo que poseía estaba a su disposición.<br />

¡Para mí no había otro hombre como él! y <strong>de</strong>spués…<br />

—¡Calle, Don Emiliano! ¡No me diga más! ¡Es verdad; <strong>de</strong>jemos ese asunto, porque me<br />

hace daño! ¡Yo quiero creer en Monseñor! ¡quiero creer y por eso no puedo oír a usted!...<br />

—¡No tema, Amelia! ¡No la disuadiré <strong>de</strong> su afecto por él! ¡Tal vez no tenga usted nunca<br />

motivos para quejarse! Comprendo lo que le pasa. El padre es hombre que seduce; muy diferente<br />

<strong>de</strong> mí. Aunque en su vida ha dado poca cabida a las mujeres, ni aun a las <strong>de</strong> su familia,<br />

pue<strong>de</strong> haber cambiado con los años y ser un buen amigo para usted que sabe cautivar.<br />

Como yo callara, llena <strong>de</strong> tristeza, añadió:<br />

—Por lo que le digo, no abrigue usted ningún cuidado. Si le digo que abandone la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

reunirnos es porque jamás podríamos él y yo volver a ser lo que fuimos. Des<strong>de</strong> que rompimos<br />

tan solo nos hemos encontrado juntos una sola vez. Y sufrí mucho. Así, separados, estamos<br />

mejor. Tenga usted la seguridad <strong>de</strong> que nunca le seré hostil y que en cuanto me sea posible<br />

servirle, lo haré, así no fuere sino por amor a usted. ¡De mí no tema nada por él, Amelia!<br />

Hube <strong>de</strong> bajar la cabeza, resignada, pero muy triste. Y puse empeño igual, al que tuviera<br />

antes en reunirlos, en que no se encontrasen nunca en mi casa.<br />

Sin embargo, sucedió.<br />

Don Emiliano no solía ir a casa <strong>de</strong> tar<strong>de</strong>, sino en las mañanas. Ese día llegó como a las<br />

tres y media <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> y permanecía hablando conmigo hacía más <strong>de</strong> una hora, cuando,<br />

sin esperarlo, se <strong>de</strong>tuvo en la puerta principal <strong>de</strong> entrada <strong>de</strong> la casa, el coche <strong>de</strong> mi ilustre<br />

amigo. Oí a éste saludando fuera. Dije a Don Emiliano con precipitación:<br />

236

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!