23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

oradores <strong>de</strong> la campaña electoral en esa lengua. Había que hablarles y conquistarnos en su<br />

idioma <strong>de</strong> origen. En esa forma yo había tomado parte en la campaña <strong>de</strong> Woodrow Wilson.<br />

Sulzer lo sabía; y por eso, supongo, me escribió que necesitaba mi ayuda con vehemencia.<br />

Pero no le volví a ver. Y creo, no <strong>de</strong> ahora, que hice mal.<br />

<br />

William Sulzer fue un prestigio positivo. Era pobre y <strong>de</strong>rrotaba a los po<strong>de</strong>rosos que se le<br />

interponían en el camino <strong>de</strong> su carrera política. Esta vez –noviembre 5 <strong>de</strong> 1912– también ganó<br />

las elecciones; y con ellas la influyente y relevante función <strong>de</strong> Gobernador <strong>de</strong>l Estado <strong>de</strong> New<br />

York. El 1 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1913 tomó posesión; pero el diablo, no hay duda, metió la mano. Después<br />

<strong>de</strong> electo le hicieron objeto <strong>de</strong> una acusación pública que le costó su bien ganado cargo. En octubre<br />

18 <strong>de</strong> 1913 fue removido. Cosas, realmente, <strong>de</strong>l diablo. Pero Sulzer era un sólido prestigio.<br />

El pueblo, su pueblo, lo seguía fanáticamente, creyendo en él, confiando en él. En los Estados<br />

Unidos <strong>de</strong> América los hombres públicos que pasan por análogas pruebas se apagan por el resto<br />

<strong>de</strong> su vida. Esa es la tradición americana. Mas, contra esa formidable tradición, Sulzer resurgió.<br />

Días más tar<strong>de</strong>, en noviembre 4 <strong>de</strong> ese mismo año 1913, William Sulzer fue elegido miembro <strong>de</strong><br />

la Asamblea Legislativa <strong>de</strong> New York. Esta vez no fue como candidato <strong>de</strong>l Partido Demócrata<br />

sino <strong>de</strong>l Partido Progresista. El partido no importaba. Era el hombre.<br />

Al cabo <strong>de</strong> más <strong>de</strong> medio siglo yo evoco la memoria <strong>de</strong> William Sulzer para rendirle el<br />

homenaje <strong>de</strong> mi recuerdo.<br />

Yo nunca olvidaré la tar<strong>de</strong> aquella en que lo encontré sormigrado, como traza, en una<br />

confusa muchedumbre <strong>de</strong> papeles.<br />

Gratitud excepcional<br />

No eran aún las nueve <strong>de</strong> una tétrica noche <strong>de</strong>l año 1915 cuando en la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l<br />

Dr. Rodolfo Coiscou se presentó, arma al brazo, un sujeto anónimo solicitando entrevistarse<br />

con “el señor <strong>de</strong> la casa”.<br />

Por las trazas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sconocido, el mortífero instrumento que portaba y la agitación<br />

política que ensombrecía el cal<strong>de</strong>ado ambiente local, la dueña <strong>de</strong> la casa sospechó que se<br />

tramaba algún abuso <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r contra su esposo.<br />

Cuando Doña Tallita le preguntó su nombre y el objeto <strong>de</strong> su visita, el <strong>de</strong>sconocido, agravando<br />

las sospechas que inspiraba, eludió i<strong>de</strong>ntificarse y revelar el motivo <strong>de</strong> su visita.<br />

Doña Tallita, sin mentir, también se mostró elusiva.<br />

—”Mi esposo no está en este momento en casa”.<br />

Tratando <strong>de</strong> embozar su timi<strong>de</strong>z en parte, añadió:<br />

—”Si usted <strong>de</strong>sea <strong>de</strong>jarle algún recado, tendré mucho gusto en transmitirle su mensaje”.<br />

Aumentando así el amedrentamiento que su misteriosa actitud había suscitado, sin<br />

<strong>de</strong>spejar el misterio que envolvía su presencia, el interlocutor indagó:<br />

—”¿A qué hora regresará el doctor?”.<br />

—”Nunca se sabe” –respondió la interpelada– “a qué hora pue<strong>de</strong>n los médicos llegar<br />

a su casa”.<br />

Comprendiendo que había creado con su reticencia una atmósfera <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconfianza,<br />

el <strong>de</strong>sconocido trató <strong>de</strong> sosegar las inquietu<strong>de</strong>s que enturbiaban el animo <strong>de</strong> la señora<br />

<strong>de</strong> la casa:<br />

635

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!