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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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también, tener cerca <strong>de</strong> sí una fuerza combatiente como la que comandaba David, y por<br />

otra parte <strong>de</strong>bía pensar que al convertirse en su aliado, David se haría odioso a los ojos <strong>de</strong><br />

Israel, por lo cual se vería algún día forzado a quedarse a su servicio.<br />

Es lástima que no tengamos, <strong>de</strong> la parte filistea, datos sobre este Aquis, que parece haber<br />

sido o muy respetado en su confe<strong>de</strong>ración o muy hábil para atreverse a negociar con un jefe<br />

hebreo tan activo y capaz como David, al mismo tiempo que toda la nación filistea llevaba la<br />

guerra contra Israel. Entre Aquis y David hubo un entendimiento prolongado. Al salir <strong>de</strong> la<br />

zona <strong>de</strong> Ziff, David se dirigió a Aquis y obtuvo que éste le diera Siceleg como lugar don<strong>de</strong><br />

vivir con su gente. Siceleg <strong>de</strong>bía ser un villorrio situado al sur, en las lin<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto<br />

<strong>de</strong>l Neguev, y por tanto <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> lo que podríamos consi<strong>de</strong>rar la jurisdicción <strong>de</strong> Gaza, no<br />

<strong>de</strong> Gath. Una <strong>de</strong> dos: o Aquis era señor <strong>de</strong> Siceleg porque lo habían conquistado invasores<br />

filisteos proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> Gath o porque lo heredó, o Aquis se puso <strong>de</strong> acuerdo con el señor<br />

<strong>de</strong> Gaza para que David pudiera ocuparlo.<br />

Hacia Siceleg se encaminó David con sus mujeres, sus hombres y las mujeres y los hijos<br />

<strong>de</strong> sus hombres. Po<strong>de</strong>mos imaginarnos a la columna, seguramente <strong>de</strong> más <strong>de</strong> mil personas,<br />

y quizá <strong>de</strong> dos mil, dirigiéndose hacia Siceleg en asnos, a pie, cargando sus enseres. Las<br />

había <strong>de</strong> varias tribus, <strong>de</strong> Benjamín, <strong>de</strong> Gad, <strong>de</strong> Judá, <strong>de</strong> Manasés. “Eran arqueros y tiraban<br />

piedras lo mismo con la mano <strong>de</strong>recha que con la izquierda, y disparaban flechas con el arco”<br />

(I Paralip., 12:2); “soldados diestros en la guerra, armados <strong>de</strong> escudo y lanza, semejantes a<br />

leones y ligeros como cabras monteses” (I Paralip., 12:8).<br />

De hecho, al enten<strong>de</strong>rse con los filisteos, David estaba traicionando a su pueblo. Pero<br />

estaba también salvando la vida, y esa vida sería preciosa para Israel. Hasta Siceleg no le<br />

perseguiría Saúl. Y era <strong>de</strong> Saúl <strong>de</strong> quien él tenía que librarse, aunque para lograrlo se enajenara<br />

la simpatía <strong>de</strong> los hebreos. Su claro instinto político le <strong>de</strong>cía que para ser rey necesitaba<br />

vivir. Vivir era lo primero, y todavía por esos tiempos lo más importante para David parece<br />

que era ver ponerse el sol <strong>de</strong> cada día.<br />

Un año y cuatro meses iba a estar David bajo el amparo <strong>de</strong> los enemigos jurados <strong>de</strong><br />

Israel. Después <strong>de</strong> ese tiempo, otro sería el curso <strong>de</strong> su vida.<br />

Capítulo X<br />

JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY<br />

Durante los dieciséis meses que estuvo en Siceleg, David no cesó <strong>de</strong> combatir. Hizo la<br />

guerra, a exterminio completo, a todos los pueblos que se hallaban entre Filistea, Israel,<br />

Egipto y el Mediterráneo. Se han buscado explicaciones para esa manera <strong>de</strong> guerrear <strong>de</strong><br />

David en la época <strong>de</strong> Siceleg, pero no parecen satisfactorias. Tal vez a esas incursiones le<br />

llevaba la necesidad <strong>de</strong> alimentar a sus hombres y a sus familiares, que ni eran agricultores<br />

ni podían <strong>de</strong>dicarse a sembrar estando en el <strong>de</strong>sierto. Manejar seiscientos hombres <strong>de</strong> armas<br />

no es fácil, y es menos fácil mantenerlos unidos en la inactividad, sobre todo si se trata <strong>de</strong><br />

gente que no conoce la disciplina. Conviene no olvidar que los seguidores <strong>de</strong> David eran,<br />

por lo menos en número importante, prófugos como él, unos por <strong>de</strong>udas, otros por haber<br />

cometido crímenes, otros porque huían <strong>de</strong> sus amos.<br />

Es posible que David tomara en cuenta que la mayoría <strong>de</strong> ellos procedían <strong>de</strong> tribus<br />

hebreas. Tal vez hubiera algún idumeo, algún moabita, algún hitita, pero la relación <strong>de</strong><br />

nombres que figura en I Paralipómenos indica que el grueso <strong>de</strong> esa gente era <strong>de</strong> Israel. Una<br />

manera <strong>de</strong> equilibrar el prestigio <strong>de</strong> David, aliado <strong>de</strong> los filisteos, ante sus seguidores, era<br />

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