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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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Saviñón i otros profesores, el Licdo. Logroño examinó el caso. Enseguida se consultaron i<br />

<strong>de</strong>cidieron aceptarme, pero bajo la condición <strong>de</strong> que yo ayudara a mi condiscípulo, Mario<br />

Mendoza, en la limpieza <strong>de</strong> las aulas dos veces, todas las semanas, i llenara diariamente<br />

las tinajas <strong>de</strong>stinadas al servicio <strong>de</strong>l plantel. El edificio <strong>de</strong> esa escuela era amplio i bastante<br />

complicado. Mi abuelo, al oír ese plan, echó miradas aquí y allá, i al fin, se <strong>de</strong>cidió a aceptar<br />

la insólita proposición.<br />

Regresamos a casa. Nos juntamos con Bárbara Cáceres i otros vecinos. Todos nos alegramos<br />

<strong>de</strong> la resolución que oímos en “La Fe”.<br />

Esa misma tar<strong>de</strong> volví a mi escuela. Mis condiscípulos, que se habían enterado <strong>de</strong> lo<br />

ocurrido allí en esa mañana, me abrazaron i me prometieron ayudarme en mis duras faenas.<br />

Así reingresé en aquel plantel.<br />

Los alumnos que cursaban sus estudios en las clases más avanzadas no nos miraban sino<br />

con algún <strong>de</strong>sprecio. Poco a poco, al correr <strong>de</strong>l tiempo i <strong>de</strong> las circunstancias, tuve amistosas<br />

relaciones con ellos, especialmente con el Dr. Fernando A. Defilló, a quien escribiré elojios i<br />

agra<strong>de</strong>cimiento <strong>de</strong> la más pura calidad.<br />

Estudié y trabajé como si fuera peón <strong>de</strong> escoba i aguatero, no sólo en la escuela, sino que<br />

también en los domicilios <strong>de</strong> tres <strong>de</strong> mis profesores. Durante más <strong>de</strong> seis años hice mandados<br />

en casa <strong>de</strong> los Sres. Miguel Antonio Duvergé, experto en Matemáticas. También hice faenas<br />

en la morada <strong>de</strong> Benjamín Figueroa, apacible i extraordinariamente versado en Geografía<br />

e Historia, tanto la vernácula como la Universal. También tuve necesidad <strong>de</strong> hacer recados<br />

en la casa <strong>de</strong> Miguelito Saviñón, nuestro instructor en Botánica, Zoología i Mineralogía.<br />

Este último cursaba sus últimos años en la Facultad <strong>de</strong> Medicina. Nos llevaba a clasificar<br />

las plantas que crecían en los matorrales <strong>de</strong>l Estado, hoi parque In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. Así es como<br />

nos enseñaron en aquella época. ¡Cuán distinto a lo que hoi se enseña!<br />

El Sr. Abreu, alias Cuá (porque su boca se parecía a la <strong>de</strong> los macos), era el ríjido superinten<strong>de</strong>nte<br />

en el comportamiento <strong>de</strong> nosotros durante los ratos cuando <strong>de</strong>scansábamos en<br />

el patio <strong>de</strong> la escuela. Mario Saviñón nos daba clases <strong>de</strong> jimnasia todos los sábados, en la<br />

mañana. De vez en cuando me daba libros casi inmorales <strong>de</strong>stinados a una <strong>de</strong> sus novias.<br />

También me mandaba a hacer recolectas <strong>de</strong> dinero para celebrar bailes sabatinos en casa <strong>de</strong><br />

una anciana llamada Escolástica, quien escojía muchachas <strong>de</strong> segundo paso para esa i otras<br />

diversiones más agradables.<br />

A pesar <strong>de</strong> ser yo el más feo i el más pobre <strong>de</strong> todos los chicos <strong>de</strong> ese plantel, solía alcanzar<br />

las mejores notas <strong>de</strong> aplicación en casi todas las asignaturas. No sé si esas calificaciones<br />

eran exajeradas, como premios por faenas que yo estaba obligado a hacer en casa <strong>de</strong> varios<br />

<strong>de</strong> mis profesores, tales como cargar agua en tiempo <strong>de</strong> sequía, comprar vituallas en la Plaza<br />

Vieja, llevarles ropa sucia a sus lavan<strong>de</strong>ras, etc., etc. La mayor parte <strong>de</strong> los maestros que me<br />

instruían i sabían que yo no pagaba con dinero, abusaban <strong>de</strong> mi interés por obtener buen<br />

trato i buenas notas en los exámenes <strong>de</strong> fin <strong>de</strong> curso.<br />

VI. Iniciación al trabajo<br />

HERIBERTO PIETER | AUTOBIOGRAFÍA<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>beres escolares, yo era aprendiz en la imprenta <strong>de</strong> Juan Bautista Maggiolo,<br />

al lado <strong>de</strong>l entonces teatro “La Republicana” (hoi Panteón Nacional). Julio Gneco<br />

fue mi maestro en esa tipografía. Yo ayudaba a imprimir i a distribuir los programas <strong>de</strong> los<br />

espectáculos que se exhibían en dicho teatro. Allí me gratificaban con la entrada, sin pagar,<br />

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