23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

porque ese gesto permitía verle entero en la severa esplendi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l consagrado traje, en plenitud<br />

<strong>de</strong> vida; lleno <strong>de</strong> soberana inteligencia y <strong>de</strong> vigor, y adquiriendo con él un aire verda<strong>de</strong>ramente<br />

augusto, que tenía tanto <strong>de</strong> imperioso como <strong>de</strong> sagrado y que le prestaba po<strong>de</strong>rosa seducción.<br />

Todos mis familiares y amigos que le contemplaron en el esplendor <strong>de</strong> su gloria, háblanme <strong>de</strong><br />

ese gesto suyo, con sincera emoción. Dícenme que en cualquier otro que no fuera Monseñor <strong>de</strong><br />

Meriño, hubiera podido parecer estudiado por lo hermoso para producir efecto, para cautivar,<br />

pero que en él era aceptado ciegamente; en él era aplaudido por saberse que estaba revestido <strong>de</strong>l<br />

sello <strong>de</strong> la más sincera y <strong>de</strong> la más indiscutible naturalidad. La noble sencillez <strong>de</strong>l gran arzobispo<br />

era una <strong>de</strong> sus cualida<strong>de</strong>s más preciadas y la que tal vez le atrajera las mejores volunta<strong>de</strong>s. Todo<br />

el que trataba al noble prelado le hacía justicia al reconocer, como real, su disgusto por todo lo<br />

afectado; su profundo <strong>de</strong>sdén por toda vana ostentación. No había quien le conociera personalmente<br />

que no proclamara que, por sus dotes físicas, en el mismo grado que por las <strong>de</strong>más que<br />

próvidamente le acordara Dios, era él muy digno <strong>de</strong>l puesto que ocupaba, así como <strong>de</strong> figurar<br />

en el rango <strong>de</strong> cualesquiera otras elevadas jerarquías sociales.<br />

El ilustre autor <strong>de</strong> Enriquillo, el eminente Don Manuel <strong>de</strong> Jesús Galván, que había sido<br />

su compañero <strong>de</strong> estudios, su amigo siempre y su entusiasta admirador <strong>de</strong>spués, <strong>de</strong>cíame<br />

luego:<br />

Monseñor <strong>de</strong> Meriño tiene una figura hierática. Estoy por creer que la naturaleza le formó<br />

expresamente para llevar la mitra y darle mayor realce ¿No encuentra Vd?<br />

Sí, yo lo encontraba también, pero creía a<strong>de</strong>más que nuestro ilustre amigo era digno <strong>de</strong><br />

todo y apto para <strong>de</strong>sempeñar los más altos cargos <strong>de</strong>l mundo.<br />

Hablando <strong>de</strong> este trabajo que, en su honor, tengo emprendido, y con algunos <strong>de</strong> los<br />

que más le conocieron y le apreciaron, los he visto conmoverse al recordar su manera <strong>de</strong><br />

presentarse en público.<br />

Han exclamado:<br />

Sobre todo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte, es cuando más admirable nos parece el gesto suyo<br />

con el que se mostraba entero, en toda la severa esplendi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su traje consagrado y lleno<br />

<strong>de</strong> vida, <strong>de</strong> soberana inteligencia y <strong>de</strong> vigor.<br />

Yo no le vi jamás sino en mi casa y en su mo<strong>de</strong>sto palacio don<strong>de</strong> fui algunas veces,<br />

acompañada <strong>de</strong> familiares; pero con eso me basta para compren<strong>de</strong>r la emoción <strong>de</strong> los que<br />

le quisieron y le admiraron.<br />

VII<br />

Mi profunda emoción era, pues, natural cuando le vi en mi presencia, más que todo<br />

recordando el motivo que le llevara a visitarme.<br />

Detúvose él un instante en el umbral <strong>de</strong> la puerta y me miró. Pareció enternecerse al<br />

contemplarme tan pálida y tan débil y tan postrada, siendo tan joven, como él me creía. Más<br />

tar<strong>de</strong> me habló <strong>de</strong> esta impresión suya.<br />

Su saludo fue el siguiente:<br />

¡Bendita sea usted, hija mía!<br />

Su voz se hizo muy dulce para hablarme.<br />

Echando atrás el manto episcopal, con sencillo a<strong>de</strong>mán, a<strong>de</strong>lantó hacia mí y me tendió<br />

sus dos manos.<br />

Vamos, hija mía, no se impresione. Se que está Vd. enferma. Aquí le traigo la paz conmigo.<br />

¡Sí, hija mía! ¡Soy Cristo que viene a usted para curarla!<br />

218

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!