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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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M. J. TRONCOSO DE LA CONCHA | NARRACIONES DOMINICANAS<br />

Agregábase que eran frecuentes las ocasiones en las cuales el misterioso individuo se<br />

hacía visible, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que, cuando se le veía, a hurtadillas, era en momentos en que los<br />

transeúntes eran escasos o <strong>de</strong>bía suponerse a los vecinos entregados al placer <strong>de</strong> la siesta o<br />

a alguna ocupación <strong>de</strong>l hogar.<br />

Las versiones circulantes acerca <strong>de</strong> “El Tapado” recogidas por la tradición eran tres:<br />

una fantástica, una aceptable y una razonable. Según la primera, se trataba <strong>de</strong> un hermano<br />

gemelo <strong>de</strong>l rey (?) cuyo extremo parecido con el soberano había sido motivo <strong>de</strong> graves<br />

preocupaciones para éste, quien vivía bajo el temor <strong>de</strong> verse suplantado por sus enemigos<br />

con aquel ser <strong>de</strong> su propia sangre, por lo cual <strong>de</strong>cidió enviarlo a esta su posesión insular<br />

<strong>de</strong>l Nuevo Mundo, bajo la guarda y custodia <strong>de</strong> fieles amigos suyos, encargados <strong>de</strong> velar<br />

porque no recobrase su libertad el infortunado príncipe, ni quedase puesta <strong>de</strong> manifiesto su<br />

i<strong>de</strong>ntidad. Esta versión, fruto sin duda <strong>de</strong> una lucubración extravagante, apenas era repetida,<br />

ni por las personas más simples o por los más crédulos. La otra pretendía que “El Tapado”,<br />

miembro <strong>de</strong> la nobleza palatina, había dado muerte en lance <strong>de</strong> honor a otro caballero <strong>de</strong><br />

alta alcurnia, y que, para escudarlo, poniéndolo al margen <strong>de</strong> las sanciones legales, había<br />

sido mandado a Santo Domingo merced a gestiones <strong>de</strong> sus valedores en la corte, a condición<br />

<strong>de</strong> que no <strong>de</strong>scubriera nunca su cara en público, excusando así a los justicias <strong>de</strong>l rey en la<br />

isla la ignorancia <strong>de</strong> su presencia en ésta. La última sostenía sencillamente que “El Tapado”<br />

era un leproso, quien se cubría <strong>de</strong> esa manera el rostro para ocultar sus máculas a los ojos<br />

<strong>de</strong> los extraños.<br />

“El Tapado” <strong>de</strong> México es un personaje histórico. Se llamaba don Antonio <strong>de</strong> Benavi<strong>de</strong>s,<br />

era marqués <strong>de</strong> San Vicente y mariscal <strong>de</strong> campo y castellano <strong>de</strong> Acapulco. “El pueblo le llamó<br />

así porque cuando fue conducido a la ciudad <strong>de</strong> México para internarlo en la cárcel –dice don<br />

Artemio Valle-Arizpe, notable investigador y tradicionalista mexicano– cabalgaba en una<br />

mula, impenetrablemente envuelto en una capa y ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> un tropel <strong>de</strong> alguaciles”.<br />

Acerca <strong>de</strong> este personaje, el doctor Nicolás León, en su Compendio <strong>de</strong> la Historia General<br />

<strong>de</strong> México, dice: “Por este tiempo se presentó en México, con el carácter <strong>de</strong> visitador, don<br />

Antonio <strong>de</strong> Benavi<strong>de</strong>s, marqués <strong>de</strong> San Vicente, que fue recibido con gran<strong>de</strong>s muestras <strong>de</strong><br />

respeto y veneración; mas al llegar a Puebla, se le redujo a prisión por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la Audiencia<br />

y fue conducido preso a la ciudad <strong>de</strong> México el 4 <strong>de</strong> junio en la noche (1683). Se le siguió un<br />

misterioso proceso y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un año <strong>de</strong> prisión, el 10 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1684 fue con<strong>de</strong>nado a<br />

muerte y ejecutado el 14 <strong>de</strong>l mismo. Ahorcáronle y le cortaron la cabeza y las manos; una<br />

se clavó en la horca y la otra, con la cabeza, se mandó a Puebla. En los momentos <strong>de</strong> su ejecución<br />

acaeció un eclipse total <strong>de</strong> sol que espantó a toda la muchedumbre que presenciaba<br />

su muerte, <strong>de</strong>jando <strong>de</strong>sierta la Plaza Mayor. Nada se supo respecto a la causa <strong>de</strong> la muerte<br />

<strong>de</strong> este sujeto, a quien el vulgo llamó “El Tapado”.<br />

El doctor Francisco <strong>de</strong> la Fuente y Ruiz, español, quien fue ministro <strong>de</strong> la República<br />

Dominicana en México durante muchos años, escribió también, largamente, acerca <strong>de</strong> “El<br />

Tapado”, y sus trabajos se publicaron en Letras y Ciencias, <strong>de</strong> Santo Domingo. Él creía que el<br />

<strong>de</strong> aquí y el <strong>de</strong> allí en comento que hizo <strong>de</strong> lo escrito por Fuente y Ruiz, no eran el mismo<br />

sujeto. Nuestro ilustre tradicionista Penson, pareció inclinado a admitir esta i<strong>de</strong>ntidad.<br />

Para mí, todas las circunstancias concurren a mostrar que “El Tapado” <strong>de</strong> México y el<br />

<strong>de</strong> Santo Domingo son dos sujetos diferentes. No hay siquiera indicios <strong>de</strong> que el nuestro<br />

apareciera en la época más o menos en que llegó a México el que se hizo allá tristemente<br />

célebre. Se dice que el <strong>de</strong> Santo Domingo era en realidad un visitador regio; mas ésta es<br />

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