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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

<strong>de</strong> mujeres han usado en situaciones parecidas: puso en la cama, en el sitio <strong>de</strong> David, objetos<br />

que le sustituyeran; fueron los ídolos familiares, sobre los cuales tendió las pieles que<br />

hacían <strong>de</strong> cobertores.<br />

Este <strong>de</strong>talle indica que la familia real usaba ídolos, y no <strong>de</strong> los pequeños; que se escondían<br />

a la vista <strong>de</strong> los yaveístas sinceros, sino tan gran<strong>de</strong>s que podían sustituir, bajo las pieles, el<br />

cuerpo <strong>de</strong> David. La posesión <strong>de</strong> ídolos estaba expresamente prohibida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los días <strong>de</strong><br />

Moisés, y el hecho <strong>de</strong> que se hallaran en el hogar <strong>de</strong> una hija <strong>de</strong>l rey explica en parte la actitud<br />

<strong>de</strong> Samuel con Saúl. Pues un sacerdote como Samuel, tan celoso <strong>de</strong> las leyes mosaicas que<br />

movió al rey a hacer la guerra santa contra Amalec para que se cumpliera el vaticinio <strong>de</strong> Yavé<br />

hecho por boca <strong>de</strong> Moisés en los días <strong>de</strong>l Éxodo, no podía aceptar con calma una violación<br />

tan evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> los principios <strong>de</strong>l yaveísmo. La posesión <strong>de</strong> ídolos era un pecado abominable<br />

a los ojos <strong>de</strong> un representante personal <strong>de</strong> Yavé, como lo era el anciano Samuel.<br />

La cólera <strong>de</strong>l rey era tanta que al recibir la noticia <strong>de</strong> que David estaba enfermo or<strong>de</strong>nó<br />

que se lo llevaran preso, con lecho y todo si era necesario. Sus enviados penetraron, pues, a<br />

la cámara matrimonial, y allí <strong>de</strong>scubrieron la treta <strong>de</strong> Micol. Informado Saúl, hizo llamar a su<br />

hija y la increpó duramente. “¿Por qué me has engañado y has <strong>de</strong>jado escapar a mi enemigo,<br />

para que se ponga a salvo?”, preguntó. A lo cual Micol contestó con un nuevo engaño; dijo<br />

que David la había amenazado <strong>de</strong> muerte si no procedía como lo hizo (I Sam., 19: 17).<br />

David era <strong>de</strong>masiado astuto para no darse cuenta <strong>de</strong> que corría verda<strong>de</strong>ro peligro. Si<br />

nuestra suposición <strong>de</strong> que huyó <strong>de</strong> Saúl por lo menos durante tres años, tal vez durante<br />

cuatro, es correcta, sabiendo, como lo dicen los textos, que tenía treinta años cuando fue<br />

exaltado a rey <strong>de</strong> Judá, <strong>de</strong>bemos concluir que al producirse su ruptura con Saúl andaba<br />

por los veintiséis años. A tan temprana edad era ya un hombre hecho, y dada su innegable<br />

inteligencia –<strong>de</strong> la cual dio repetidas pruebas a lo largo <strong>de</strong> su vida– <strong>de</strong>bía tener bastante<br />

experiencia. Había sido el octavo hijo varón; en las familias largas son frecuentes los maltratos<br />

<strong>de</strong> los menores por parte <strong>de</strong> los mayores; había conocido la soledad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto y la<br />

responsabilidad <strong>de</strong> guardar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los años tiernos bienes familiares; había vivido junto al<br />

rey, y conocía, por tanto, las intrigas que se mueven alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> los que mandan; había<br />

hecho la guerra durante años, lo que le acostumbró a ver el corazón humano en su más cruda<br />

<strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z. El mismo <strong>de</strong>bió ser objeto <strong>de</strong> envidias entre sus compañeros. Si cuando Saúl quiso<br />

matarle David pudo pensar que el rey era víctima <strong>de</strong> un acceso <strong>de</strong> furor pasajero, al ver que<br />

iban a su casa a pren<strong>de</strong>rle en horas tan <strong>de</strong>susadas <strong>de</strong>bió darse cuenta <strong>de</strong> que su vida corría<br />

peligro. Entonces huyó y se fue a Rama, don<strong>de</strong> se hallaba Samuel.<br />

En los textos sagrados se presenta en este punto otra <strong>de</strong> las numerosas contradicciones<br />

que hallamos leyéndolos: se da la fuga nocturna <strong>de</strong> David como posterior a conversaciones<br />

mantenidas por él con Jonatán, conversaciones <strong>de</strong> las que salió una corta reconciliación entre<br />

Saúl y David. Sin duda <strong>de</strong>bió haber alguna reconciliación, y tal vez más <strong>de</strong> una, entre el rey<br />

y su capitán, porque dado el estado <strong>de</strong> ánimo <strong>de</strong>l rey no hay razón para no admitir que sus<br />

choques con David <strong>de</strong>bieron ser numerosos. Pero el curso <strong>de</strong> los acontecimientos, cuando<br />

llegamos al punto en que David huye <strong>de</strong> su casa amparado en la noche, parece indicar que<br />

esta vez la fuga <strong>de</strong> David fue <strong>de</strong>finitiva, y que si volvió a la casa <strong>de</strong> Saúl o a sus cercanías ni<br />

siquiera se <strong>de</strong>jó ver <strong>de</strong>l rey. Pues se sabe que David huyó <strong>de</strong> su casa a Rama y se refiere que<br />

Saúl envió hombres, en diversas oportunida<strong>de</strong>s, para que le prendieran, y que esos hombres<br />

no lo hicieron porque cuando llegaban a Rama caían en trances proféticos, esto es, en accesos<br />

<strong>de</strong> histeria religiosa. Al fin el propio Saúl se encaminó a Rama, y también él pa<strong>de</strong>ció uno <strong>de</strong><br />

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